Imagínese una visita al supermercado de su barrio en el que no tenga que pagar extra por una pechuga de pollo libre de antibióticos. Gracias a un programa de innovación tecnológica en Perú, esta posibilidad podría convertirse en realidad antes de lo que se imagina.
San Fernando, la principal empresa peruana procesadora de carne de cerdo y pollo, ha desarrollado el primer aditivo alimentario del mundo derivado de plantas con el cual se puede acelerar el crecimiento de pollos libres de enfermedades. Para los consumidores, esto significaría la posibilidad de pagar menos en el futuro por un producto más saludable, mientras que para San Fernando representa una vía de acceso al mercado europeo, donde las importaciones de aves tratadas con antibióticos están prohibidas.
San Fernando se alió con una universidad peruana y una francesa para desarrollar el aditivo, que actualmente está siendo patentado. Fundada hace más de 60 años, la empresa figura entre las más de 300 que desde 2007 han recibido financiamiento del Fondo para la Innovación, Ciencia y Tecnología (FINCyT), una entidad que financia inversión con recursos del BID y del gobierno de Perú. Dotado de US$36 millones, el Fondo es actualmente uno de los mayores proveedores de financiamiento competitivo para actividades científicas a escala nacional a disposición de universidades, institutos y empresas.
El programa se diseñó para apoyar a Perú a superar algunas de las principales fallas de mercado que limitan su capacidad para innovar, entre ellas la escasez de fondos, el bajo nivel de investigación científica y tecnológica y la falta de vínculos suficientes entre universidades y empresas. Es por esto que en 2009 Perú figuraba entre los países latinoamericanos con menor inversión en investigación y desarrollo, siendo ésta de solo 0,14% del PIB. Esta cifra no representa siquiera un tercio del promedio regional y dista mucho del promedio del 2% de los países de la OCDE.
El Fondo para la Innovación ofrece distintos instrumentos financieros que van desde proyectos de innovación tecnológica para pequeñas y medianas empresas, hasta el desarrollo de nuevos productos y procesos, actividades de investigación básica y aplicada, y becas de estudio y de investigación para la obtención de títulos de maestría y doctorado en ciencia, tecnología e innovación. Desde el 2007, el Fondo ha financiado proyectos por valor de US$12 millones, incluidos 101 iniciativas de innovación empresarial y 71 proyectos de investigación en universidades y centros de investigación.
El Fondo ha brindado asistencia técnica para preparar proyectos que estimulen la inversión privada en innovación tecnológica y ha instaurado un proceso de selección competitivo, con criterios de elegibilidad claros y recursos de cofinanciamiento no reembolsable hasta por el 70% del costo del proyecto. Este tipo de instrumento financiero genera incentivos para que las compañías innovadoras entren a formar parte del programa e inviertan también sus propios recursos.
A fin de mejorar la coordinación con los distintos interesados, en el marco del FINCyT se creó un órgano rector integrado por representantes de empresas, diversos ministerios de gobierno, universidades y centros de investigación. Este órgano mantiene periódicamente contactos y consultas con la comunidad empresarial.
Finalmente, el programa ha financiado la modernización de equipos tecnológicos en universidades e institutos de investigación, la difusión de nuevas tecnologías y el suministro de servicios de asesoramiento y capacitación de corta duración para compañías interesadas en reforzar su capacidad tecnológica.
Mediante esfuerzos dirigidos a invertir en innovación tecnológica y a hacer frente a las fallas de mercado que desaniman la inversión de las empresas en investigación y desarrollo, Perú no solo está contribuyendo al éxito de compañías como San Fernando, sino que además está sentando las bases de una economía más productiva y diversificada.
Más acerca de las inversiones de FINCyT
Langostinos de primera
A mediados de la década del 2000, debido al encarecimiento de los nutrientes y a la incidencia de enfermedades, los criaderos de langostino de Tumbes como Marina Azul S.A. veían como se reducía su cuota del mercado nacional frente a las importaciones más baratas de Ecuador. Con apoyo y financiamiento del programa de innovación tecnológica de Perú, los criadores desarrollaron —en alianza con la universidad y el instituto de investigación de la localidad— una nueva tecnología que les permite cultivar determinados tipos de microorganismos y microflora que reducen la incidencia de enfermedades y aceleran el crecimiento de los langostinos.
Con base en esta nueva tecnología, en los criaderos de langostino de Perú se ha disminuido el uso de nutrientes artificiales, al tiempo que se ha mejorado la calidad del agua y reducido la frecuencia de infecciones bacterianas. Gracias a ello ahora producen larvas de langostinos libres de enfermedades que satisfacen plenamente la demanda nacional y reemplazan las importaciones desde Ecuador y Colombia. De este modo, empresas como Marina Azul están criando langostinos de mayor tamaño en menos tiempo, incrementando así sus ingresos y utilidades.
Un avance decisivo en la lucha contra la tuberculosis
El sector de la salud también se ha beneficiado del programa de innovación tecnológica de Perú. Gracias a su financiamiento, la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) ha desarrollado un equipo de análisis por microscopio para ayudar a los profesionales de la salud a diagnosticar más rápidamente casos de tuberculosis en zonas apartadas del país.
Este equipo puede sustituir el costoso microscopio invertido digital empleado comúnmente en el diagnóstico de la tuberculosis. Esto gracias al uso de la prueba de sensibilidad a fármacos mediante la observación microscópica, un método de cultivo descubierto por la UPCH en 2000 que permite diagnosticar la enfermedad analizando los patrones crecimiento en cultivos de bacilos tratados con medicamentos específicos durante una semana.
Con el nuevo equipo de análisis microscópico, el personal de salud que se encuentra en el terreno puede tomar fotografías del cultivo y enviar las imágenes a través de su propio computador o teléfono móvil directamente a la UPCH en Lima, donde se puede emitir un diagnóstico en menos de 48 horas. Antes de que existiera este proyecto, el diagnóstico podía tardar hasta un año. Pero esto no es todo: la universidad está desarrollando actualmente un programa informático para analizar las imágenes y emitir el diagnóstico en tan solo unos pocos segundos.
Las uvas de la dicha
En Piura, en la costa norte de Perú, las uvas sin semilla están listas para la exportación entre septiembre y noviembre, justo cuando esta fruta está fuera de temporada en todos los demás países productores. Por este motivo, los cultivadores de uva de Piura pueden vender su producción a precios hasta un 80% más altos que los que obtendrían en la temporada normal.
La región comenzó a explotar esta ventaja competitiva después de que un productor local de uva, quien se encontraba trabajando en asociación con la Universidad de Piura, ideó y desarrolló procesos para cultivar uvas sin semilla adaptadas al suelo y al clima de la región con apoyo financiero del programa de innovación tecnológica de Perú. Las técnicas desarrolladas —y luego reproducidas por otros siete productores locales— también permiten reducir los costos de producción, ya que la variedad de uva que se cosecha en la región consume un 23% menos de nitrógeno, fósforo y potasio que las variedades corrientes.
Gracias a este avance tecnológico, Piura es actualmente la zona del país de mayor crecimiento del cultivo de la uva sin semilla. De acuerdo con la Asociación de Productores de Uva de Mesa del Perú, se espera que Piura se convierta en la primera región productora del país en 2016.
Leave a Reply