Imagina que eres un padre de familia y que el año pasado diste $20 a la escuela de tu hija para comprar artículos de limpieza, arreglar vidrios rotos en las ventanas y pagar por el servicio telefónico. A diferencia del año pasado, imagina ahora que este año el gobierno da esos fondos y que puedes escoger con algunos padres qué hacer con elos: comprar artículos de limpieza, arreglar vidrios rotos en las ventanas y pagar por el servicio telefónico. ¿Qué harías? Bueno, si pudieras utilizar una parte de los fondos públicos para pagar esos gastos, reduciendo las contribuciones voluntarias, podrías comprar a tu hija otras cosas que se necesitan en casa.
¿Se llevan los padres de familia los fondos gubernamentales a casa, mediante una reducción en las contribuciones voluntarias? ¿Son esos fondos como un pastel?
En un estudio reciente examinamos esta idea.
La respuesta es importante porque medir los beneficios de transferencias gubernamentales sólo a nivel de la escuela puede resultar en una medición incompleta. Posiblemente parte de los beneficios provistos por los fondos gubernamentales se puedan medir en casa.
Cuando pensamos sobre cómo mejorar la educación, pensamos en cómo asignar recursos. Y cuando pensamos en quién es la mejor persona para asignar estos recursos, pensamos en los padres. Los padres aman a sus hijos. Los padres desean más que nadie que los niños aprendan en la escuela. Si los padres pudieran decidir dónde poner el dinero en la escuela, seguramente veríamos mejoras. Después de todo, los padres conocen mejor que cualquier oficial de gobierno cuáles son las necesidades de la escuela. Los padres están más cerca de la escuela y pueden asegurar que los fondos se utilicen en beneficio de los niños, y para nada más.
Estas ideas motivaron el movimiento en escuelas públicas de Apoyo a la Gestión Escolar (AGE). El AGE es una manera nueva de tomar decisiones sobre cómo se deberían asignar los recursos públicos en las escuelas. Los programas AGE transfieren recursos directamente a las escuelas y piden a los padres que se involucren en su asignación. La experiencia en los Estados Unidos y otros países han mostrado que AGE reduce las tasas de deserción y reprobación después de unos pocos años. Si te gustaría aprender más detalles sobre AGE puedes ir aquí and aquí.
En la ausencia de AGE, los padres de familia en México tienen un rol limitado para decidir cómo se asignan los fondos públicos. Más aún, en muchos casos los fondos gubernamentales son insuficientes para cubrir las necesidades más básicas de las escuelas. Muchos padres hacen contribuciones voluntarias para pagar productos de limpieza y otros arreglos escolares a la infraestructura e inmobiliario escolar. En muchas escuelas en México, la contribución voluntaria se decide por los padres y el director votando y basándose en la contribución voluntaria del año anterior. Una vez que la contribución voluntaria se establece, cada padre de familia se supone contribuir con la misma cantidad. La práctica es tan común que en 2012 las reformas educativas explícitamente requieren transparencia en el uso de éstos fondos y prohíben sanciones a las familias que eligen no contribuir (Diario Oficial de la Federación, 2013).
Encontramos que los padres tratan los fondos gubernamentales como un pastel. En un programa implementado en escuelas secundarias públicas en el estado de Veracruz en México, los padres eligieron usar el 83% de los fondos para sustituir contribuciones voluntarias. Pero, ¿Cómo mantener las contribuciones voluntarias constantes para aumentar los recursos en la escuela? ¿Qué tal si por cada dólar que los padres contribuyan, proveemos 2 dólares? ¿Convencería esto a los padres a seguir haciendo contribuciones a la escuela? En el mismo estudio encontramos que un programa AGE a nivel nacional llamado “Escuelas de Calidad” o PEC hizo a los padres pensar dos veces sobre cuánto contribuir a la escuela. El PEC transfiere hasta alrededor de US$5,000 a cada escuela y transfiere US$2 por cada dólar que la escuela recolecta para un máximo adicional de alrededor de US$20,000. Puedes encontrar más información sobre PEC aquí. Para proveerte con contexto, en 2006 la transferencia promedio a la escuela por parte de los padres de familia fue de alrededor de US$2,600.
Encontramos que PEC aumenta contribuciones voluntarias en 19 por ciento y por lo tanto aumenta los fondos que proveen los padres a la escuela. Los efectos no son iguales en todas partes. Las escuelas en áreas con alta marginación disminuyeron las contribuciones voluntarias en 11 por ciento, mientras que las escuelas ubicadas en áreas con muy baja marginación las aumentaron en 28%. Como resultado, el PEC resultó en mayor desigualdad de recursos disponibles a las escuelas en diferentes grupos de ingreso.
PEC y AGEs son dos programas de AGE que no se pueden comparar directamente. PEC es un programa nacional que evaluamos en escuelas públicas de nivel primaria, mientras que AGEs es un programa que evaluamos en el estado de Veracruz en escuelas secundarias. A pesar de esta limitante, confirmamos que los padres son listos. Los padres no sólo tienen la escuela en mente cuando deciden cómo asignar recursos. Los padres también piensan en casa. Y algunos padres tienen necesidades más grandes en casa que otros. Desde una perspectiva de evaluación, esto implica que los programas AGE muy posiblemente traen beneficios que se extienden más allá de la escuela. Los hallazgos y limitaciones de este estudio destacan la importancia de investigación en el futuro sobre cómo la variación de las transferencias y las tasas de pareo cambian las contribuciones voluntarias, la participación de los padres y otros insumos y sus efectos en el aprendizaje de los alumnos.
Puedes encontrar el estudio completo aquíy el artículo publicado aquí.
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