Mejorar la calidad de vida no es siempre tan sencillo como puede parecer. Comprender circunstancias específicas y poner en marcha programas idóneos que respondan a necesidades concretas exige un ver un panorama más amplio.
Tal es el caso de Leoni Hinds, viuda de 41 años de edad y madre de tres hijos que habita en Georgetown, Guyana. A raíz de una disputa familiar en 2010 tuvo que abandonar la casa de su hermano, donde entonces vivía. Sin posibilidad de alquilar o comprar una vivienda con su modesto salario de US$240 mensuales, consiguió hacer una barraca en un terreno en las afueras de la ciudad cedido por el gobierno en el marco de un programa apoyado por el BID.
Con todo, su situación seguía siendo dramática. Su precaria vivienda, construida con materiales de desecho, carecía de baño, agua potable y electricidad. Muchas de las pertenencias de la familia se encontraban esparcidas afuera ante la falta de espacio interior.
En el caso de una persona en las circunstancias de Leoni Hinds, resultó que una parcela de tierra no bastaba para salir de la pobreza extrema. Sin embargo, su vida empezó a cambiar en 2010, cuando Guyana puso en marcha un proyecto de mejora de vivienda de interés social, también respaldado por el BID. La necesidad de una iniciativa de esta naturaleza era inminente, ya que el país registra un déficit de 19.400 viviendas para hogares con ingresos mensuales inferiores a US$300, es decir, el 26% de todos los hogares de escasos recursos del país.
El nuevo programa proporciona infraestructura básica en asentamientos ilegales y terrenos para viviendas de interés social —tanto nuevos como existentes—, junto con financiamiento y asistencia técnica. Esto para que los residentes puedan construir sus hogares en lugares provistos de los servicios necesarios. Asimismo ofrece a las personas más pobres y vulnerables, como Leoni, una subvención para una vivienda básica de un dormitorio, la cual está construida a base de madera y concreto. También está dotada de foso séptico, inodoro y lavamanos multiuso, y ubicada en un lugar con acceso a saneamiento, electricidad y transporte público.
ara poder ofrecer una gama tan amplia de servicios en un solo programa, las autoridades han tenido que coordinar la acción de varias agencias en tres sectores: saneamiento, vivienda y transporte. Y aunque el proceso no ha sido del todo fácil, Guyana lo está haciendo Ya se han instalado efectivamente conexiones de desagüe, agua y electricidad en más de 6.000 terrenos, a lo cual cabe sumar varios hitos más en materia de transferencia de títulos de propiedad, construcción de vivienda y mejoramiento de terrenos, entre otros. Asimismo, como parte del programa se están ejecutando tres proyectos piloto para ayudar a determinar qué esquemas de financiamiento de auto construcción son más efectivas en mejorar las condiciones habitacionales de las comunidades que carecen de techo en distintas regiones del país.
Con la vivienda básica y el terreno dotado de servicios, los activos de Leoni alcanzan ahora más de US$10.000. Ello le ha permitido entre otros obtener un préstamo de US$8.000 de una institución financiera para duplicar el tamaño de su casa agregando tres nuevos dormitorios en ladrillo y concreto. Aun con su modesto ingreso, Leoni podrá cancelar el préstamo en 12 años, lo que significa que está pagando una hipoteca razonable que le permite a su familia dotarse en un techo digno. Leoni Hinds se mudó a su nueva casa en 2011.
“Me siento mucho más cómoda ahora”, dice Leoni. “Mis hijos están felices. Vivir con otras personas ocasiona todo tipo de problemas. Mis hijos no podían sentarse en las sillas y cosas por el estilo. Ahora tenemos nuestra propia casa, nuestras propias sillas y suficiente espacio”.
Vivienda para las comunidades amerindas
Por primera vez, el gobierno de Guyana está ejecutando un proyecto en zonas rurales a fin de poner a prueba un nuevo esquema de mejora de la vivienda para las comunidades amerindias, cuyos índices de desempleo y pobreza son muy elevados.
Según un estudio realizado por el BID en 2009 entre 321 hogares de ocho comunidades amerindias, una de cada dos familias carece de una fuente estable de ingresos, y el 74% ocupa viviendas inadecuadas y en hacinamiento, y a menudo sin acceso a servicios básicos de agua y saneamiento.
La mayoría de los hogares amerindios no puede siquiera pagar su cuota de vivienda fuertemente subsidiada. En consecuencia, como parte del proyecto se ha concebido un sistema mediante el cual los beneficiarios contribuyen a sufragar las obras de mejoras o de construcción de nueva vivienda con su propio trabajo, y con el de otras personas contratadas en el seno de su propia comunidad.
Esta solución, que se está probando en las Regiones 1 y 9 de Guyana, está generando empleo allí mismo, contribuyendo a preservar los métodos tradicionales de construcción e impulsando el uso de materiales de construcción locales, que son abundantes y más asequibles. Hasta el momento el proyecto piloto ha beneficiado a 194 familias reemplazando las antiguas chozas —con techo de paja y desprovistas de muros— por viviendas equipadas de inodoros y un sistema de recolección de aguas lluvias que suministra agua potable.
Aunque se trata solo de un primer paso, estos programas piloto representan una esperanza para los menos favorecidos en cuanto a lograr satisfacer sus necesidades básicas para disfrutar de una vida mejor.
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