Por Agustín Zamora
Mariclere Álvarez había cursado media carrera de comunicaciones en una universidad privada de México cuando sus padres le anunciaron que no podrían seguir costeando su educación debido a dificultades económicas. De no haber sido por FINAE, una institución financiera mexicana que otorga préstamos para educación superior a estudiantes con pocos recursos, semejante noticia le habría puesto fin a su carrera universitaria.
“Sentí un gran alivio al tener la opción de seguir estudiando”, afirma esta universitaria de 26 años que figura entre los más de 5.000 estudiantes que han recibido desde 2008 préstamos de FINAE, la primera institución con fines de lucro dedicada al crédito estudiantil en México.
La empresa, que ha recibido apoyo del BID, está ayudando a ampliar el acceso a la educación superior en México, donde la poca cantidad de universidades públicas está obligando a un creciente número de estudiantes de bajos recursos a inscribirse en instituciones privadas. Alrededor del 70% de la población en edad universitaria del país procede de familias que ganan menos de US$3.000 al año.
La matrícula en educación superior en México aumentó de 2,5 millones de estudiantes en el año lectivo 2006–2007 a más de 3 millones en 2010–2011, según datos del gobierno; actualmente, los centros privados representan un tercio de la matrícula universitaria total del país.
Aun así, los estudiantes de pocos recursos afrontan diversos obstáculos para ingresar a las universidades privadas. Primero, es probable que sus familias no ganen lo suficiente como para costear la matrícula, que puede oscilar entre US$1.500 y US$15.000 al año; segundo, la calidad de la educación presenta amplias variaciones; y tercero, es posible que el título que reciban los egresados no corresponda a sectores de alta demanda o no sea reconocido por los futuros empleadores.
El modelo operativo de FINAE —basado en forjar alianzas con universidades acreditadas— está ayudando a los estudiantes a superar estas barreras, al tiempo que la propia entidad reduce el riesgo de que los deudores no paguen. Actualmente, FINAE trabaja en asociación con 10 instituciones de 24 estados, lo que representa cerca del 30% de la matrícula en universidades privadas de México. Estas instituciones prestan asistencia en el procesamiento de solicitudes, comparten algunos de los costos vinculados a la posibilidad de no pago, y promueven su actividad crediticia. Por ejemplo, fue a través de su universidad como Mariclere Álvarez tuvo conocimiento del préstamo de FINAE.
FINAE financia entre el 20% y el 100% de las matrículas universitarias. Como condición para los préstamos, los estudiantes deben obtener calificaciones superiores al promedio y cursar estudios en un campo para el que exista demanda en el mercado laboral. Una característica importante del programa de préstamos es su flexibilidad; así, la institución ha establecido diversos planes de amortización, lo que permite a los estudiantes escoger la opción que mejor se adapte a su situación económica.
Bajos niveles de incumplimento de pagos
La metodología de FINAE ha permitido reducir el riesgo de que los estudiantes abandonen sus carreras, lo que a su vez ha ayudado a la compañía a mantener tasas de morosidad más bajas que el promedio del mercado. Esto reviste especial importancia si se considera que, globalmente, la tasa de deserción en la enseñanza superior en México es del 38%, la mayor entre los países de la OCDE. Al mismo tiempo, el modelo asegura que los estudiantes obtengan un título reconocido en el mercado, con lo cual aumentan sus probabilidades de encontrar empleo y reembolsar el préstamo.
Además de lograr que la educación superior sea más accesible, los préstamos de FINAE también ayudan a los estudiantes a establecer un historial de crédito oficial, lo cual les permitirá acceder en el futuro a múltiples servicios financieros como cuentas bancarias, hipotecas y préstamos empresariales.
Desde 2010, el BID ha otorgado a FINAE préstamos y garantías por más de US$12 millones, creando las condiciones para que la empresa obtenga recursos adicionales de otros inversionistas e incremente su volumen de préstamos de US$2,2 millones en 2010 a más de US$18 millones al segundo trimestre de 2013. Casi la mitad de los clientes de FINAE provienen de familias que ganan menos de US$2.520 al año. Aproximadamente el 70% de los prestatarios son los primeros de su familia en obtener un título de educación superior.
Además, las garantías proporcionadas por el BID han hecho posible que FINAE titularice su cartera de préstamos mediante la emisión de su primer bono de educación para los inversores minoristas locales en México en 2013. Esta operación no sólo ha ayudadó a FINAE a recaudar más recursos para financiar su expansión, sino también le permitió crear una nueva clase de activos que canaliza financiación del mercado de capitales a los estudiantes en gran parte de la base de la pirámide. Se espera que los fondos recaudados a través de esta transacción para financiar la educación superior de 40 000 estudiantes en desventaja en México en un periodo de siete años.
Mediante la expansión de sus operaciones, FINAE logró obtener ganancias por primera vez en 2012. De acuerdo con Shaerpa —una organización radicada en los Países Bajos y contratada por FINAE para medir su impacto social—, cada dólar invertido en FINAE ha generado unos US$3,15 en valor social. En el cálculo se tomaron en cuenta tanto el costo promedio por estudiante como los beneficios monetarios para las varias partes interesadas; esto incluye los ingresos previstos después del grado y el aumento de los ingresos de las universidades debido a la disminución de las tasas de deserción.
La experiencia de FINAE demuestra que poner la educación superior al alcance de las personas de pocos recursos no es solo una buena acción; también es un buen negocio.
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