El medir lo que hacemos nos permite conservar el rumbo, pero evaluar y compartir lo que aprendemos aumenta el alcance de nuestro trabajo hacia el mejoramiento de vidas en América Latina y el Caribe.
Durante nuestros años de trabajo en el BID hemos asumido diferentes roles y responsabilidades, pero siempre de una u otra forma hemos velado por asegurar el avance de la efectividad en el desarrollo.
En el BID buscamos mejorar vidas y para cumplir con ese objetivo nos esforzamos cada día por encontrar soluciones innovadoras que nos permitan resolver los desafíos económicos y sociales que enfrentan nuestra región y a su vez comprender cuáles son las mejores formas para lograrlo.
El monitoreo y evaluación son la clave del desarrollo. Asegurar que nuestros proyectos sean evaluables y que sus resultados sean medibles significa que al final del día se pueda: (i) rendir cuentas y ser transparentes, (ii) gestionar dinámicamente su implementación ejerciendo acciones preventivas y correctivas cuando sea necesario, y (iii) generar conocimiento que asegure el beneficio de futuros proyectos. El medir y evaluar nos permite conservar el rumbo y posteriormente generar proyectos más efectivos.
En el BID buscamos extraer lecciones a partir de nuestras operaciones que nos permitan entender y aprender qué funciona mejor al diseñar y ejecutar proyectos de desarrollo. Con frecuencia generamos alianzas con entidades externas para evaluar sus iniciativas y analizar si están o no consiguiendo resultados. En nuestro día a día revisando proyectos, hemos sido testigos de cómo muchos proyectos sea han beneficiado de los hallazgos y resultados de sus predecesores.
Con el fin de expandir el alcance y la influencia de los resultados alcanzados a través de la medición de resultados que emanan de nuestros proyectos, o los de nuestros socios, es esencial comunicarlos de una manera tal que sean ampliamente accesibles y no se limiten a unos pocos lectores especializados.
Para cumplir con ese objetivo, nos complace lanzar una serie de entradas en este blog enfocadas en lo que ha funcionado (y no) en diferentes proyectos de desarrollo en América Latina y el Caribe. Aunque la mayoría de nuestras entradas se centrarán directamente en los proyectos del BID, algunos también hablarán de casos en los que el BID se ha asociado con otros, ya sea como cofinanciador o como un generador de conocimiento.
Los proyectos y evaluaciones del BID son hechos en conjunto con los países a los que servimos y otros donantes y entidades de desarrollo. Nuestros proyectos y evaluaciones persiguen dos objetivos, contrarrestar los retos de desarrollo de la región y aprender cuáles son las mejores formas para enfrentarlos.
En muchas ocasiones nuestras iniciativas se llevan a cabo en colaboración con otras entidades y, en muchos casos, afectan a múltiples partes interesadas a la hora de llegar a nuestros beneficiarios. Por lo tanto, nuestros proyectos y evaluaciones están llenos de ideas, conclusiones y lecciones.
Los invitamos a leer nuestra primera entrada en el blog de esta serie, Abriendo el mundo del inglés a los hispanohablantes por Rosangela Bando. Esta entrada es la primera de muchas historias acerca de lo que aprendemos a la hora de enfrentar los desafíos del desarrollo. Esperamos que la lectura de estas historias generen un efecto dominó donde las experiencias del BID, hallazgos y aprendizajes, pueden tener un alcance que traspase nuestra institución y permita continuar mejorando las vidas de habitantes en nuestra región.
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