Durante casi toda su vida de adulto, Aparecido Alves da Silva se ganó el sustento aventurándose en un parque estatal cercano situado en el municipio de Sete Barras del Estado de São Paulo. Allí cortaba palmas furtivamente para extraer los palmitos apreciados por los consumidores brasileños y los amantes de la gastronomía en todo el mundo.
Sin embargo, esta laboriosa actividad —muy común en las comunidades menos favorecidas asentadas en los alrededores de varios parques estatales— dificulta los esfuerzos de las autoridades dirigidos a proteger lo poco que subsiste del Bosque Atlántico en un estado más conocido por sus manufacturas de talla internacional y por sus ingenios azucareros.
No obstante, la situación descrita está empezando a cambiar gracias a un programa de desarrollo ecoturístico financiado en parte por el BID. Esta iniciativa, orientada a promover la conservación del bosque atlántico y fomentar el crecimiento socioeconómico de las comunidades locales por medio del desarrollo ecoturístico de la zona, se viene desarrollando en seis parques estatales con un área conjunta de 320.000 hectáreas.
Como parte del programa se ha financiado la construcción de centros de visitantes, sistemas de señalización y senderos para facilitar el acceso de los turistas al parque. A esto se añaden el diseño y la divulgación de materiales de promoción, a fin de que las agencias de turismo puedan vender más fácilmente estos destinos a los habitantes de São Paulo deseosos de escapar de la ciudad durante los fines de semana.
Uno de los habitantes de la zona que recibió capacitación fue precisamente el señor da Silva, quien ahora siembra palmas junto con tubérculos de yuca y árboles frutales tropicales en un huerto que había dejado abandonado. Su propósito es vender estos productos en las poblaciones vecinas. “Estoy intentando cambiar y poner en práctica lo que aprendí en los cursos”, afirma. “Ya no quiero tener más problemas con la tala ilícita”.
El programa también permitió capacitar a 944 pequeñas empresas locales en la mejora de la atención al turista y fortalecer las capacidades de 15 gobiernos municipales para impulsar el turismo en la región. El proyecto fue ejecutado por la Secretaría de Medio Ambiente del Estado de São Paulo.
Infraestructura y el mercado
Gracias a la mejora de infraestructura y a las actividades de mercadeo impulsadas por el programa, las visitas del público a los parques aumentaron en un 40% entre 2007 y 2012. “Esto ha supuesto un cambio radical en cuanto a la promoción de los parques”, afirma Aelson Apolinário, propietario de una agencia turística situada cerca del parque estatal Carlos Botelho, localizado 250 km al sur de la ciudad de São Paulo.
Gracias al programa, el parque cuenta ahora con un nuevo centro de visitantes y un sendero con acceso para sillas de ruedas. “Antes, si acaso lograba vender una visita al parque Carlos Botelho. Con el proyecto, vendo paquetes enteros. Ya no se trata solo del parque, sino además de las comunidades y su cultura, así como de otros parques estatales”, apunta el señor Apolinário.
Con un mayor número de productos que ofrecer, las agencias de turismo como la del señor Apolinário pueden prolongar la estadía de los turistas en los parques y en las poblaciones aledañas. Esto se traduce en un mayor gasto de los visitantes, el cual ha aumentado en 50% en promedio per cápita entre 2004 y 2012, llegando a 6,38 reales promedio año por visitante.
Quizás el principal efecto a largo plazo del programa es que los gobiernos locales han podido evidenciar que la asistencia del público no necesariamente constituye una amenaza para el entorno sino que más bien contribuye a la conservación, según explica José Luiz Camargo Maia, gerente del parque estatal Carlos Botelho. En consecuencia, observa el señor Camargo, “el ecoturismo y el turismo convencional se perciben como un medio para ayudar a proteger nuestros espacios de conservación”.
Detras de las cifras – La gente que hace posible los proyectos
Las actividades de capacitación en comu-nidades establecidas cerca de parques remotos suponen a menudo trabajar con una infraestructura deficiente de comunicaciones y recorrer grandes distancias. Para superar estos obstáculos, el programa de desarrollo ecoturístico Bosque Atlántico –São Paulo acudió a los líderes comunitarios en busca de asistencia.
Geraldo Aguiar, propietario de una pequeña plantación en el vecindario de Río Preto del municipio de Sete Barras, realizó la tarea fundamental de ir casa por casa invitando a los vecinos a participar en las actividades. En total, 60 miembros de su comunidad culminaron los cursos ofrecidos como parte del programa en Río Preto en 2011.
“Me enteré de la existencia del programa en Internet y pensé que sería algo bueno para mi comunidad, así que empecé a hacer lo posible para que todo el mundo participara”, afirmó Aguiar. “Me uní a la causa’’.
“El mayor logro fue abrir las mentes de las personas”, afirma. “Río Preto es una comunidad marginada debido a que la mayoría de las familias vive de la tala ilícita de la palma. Estos cursos les demostraron que hay otras formas de ganarse la vida”.
Más recursos:
Tour Virtual de Parques de São Paulo
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