“Yo no iba al centro de salud porque me tomaba mucho tiempo y encima me trataban mal”, contaba una mujer quechua en un pueblo de Oruro en Bolivia. “Tenemos nuestras propias costumbres para el parto de nuestros hijos”.
Y no es la única que piensa así. Según una encuesta nacional reciente, la causa principal de que las mujeres eviten la atención prenatal es la desconfianza en el personal de salud (26%). Otras razones son las distancias que deben recorrer para llegar al establecimiento de salud (21%), la falta de tiempo por estar ocupadas con sus hijos o en el trabajo (12%) y la oposición del esposo o de la familia (6%).
En el año 2009, el gobierno de Bolivia inició un programa de transferencias condicionadas, conocido como el programa Bono Juana Azurduy, diseñado exclusivamente para incentivar la utilización de servicios preventivos de salud de mujeres embarazadas y niños menores de dos años.
El programa utiliza un esquema de transferencias monetarias condicionadas (CCT), a través de un bono, las cuales han mostrado ser efectivas para aumentar la demanda de servicios de salud.
Sin embargo, como en muchos países, el tendón de Aquiles es la cobertura y la calidad en la oferta de los servicios de salud y educación, lo que afecta los posibles impactos en estas dimensiones de desarrollo.
La evidencia disponible muestra que la mejora en los indicadores finales de salud materno-neonatal e infantil solo podrá lograrse si los incentivos a la demanda van acompañados de políticas e inversiones que aumenten la oferta de servicios.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desempeñó un papel importante apoyando la implementación operativa y la mejora del programa de transferencias condicionadas, Bono Juana Azurduy, con una inversión de 5,1 millones de dólares entre 2010 y 2013. Las inversiones se destinaron a los servicios de oferta en el primer nivel de atención, infraestructura, equipamiento y la capacitación de personal de salud.
LOS RESULTADOS
Con el programa del BID se refaccionaron y equiparon 29 centros y puestos de salud en algunos municipios rurales seleccionados, lo cual incluyó salas de parto adecuadas a la cultura local y abastecimiento de agua caliente generada con energía solar.
Se construyeron ocho casas maternas que sirven para que la mujer embarazada pueda hospedarse en la cercanía del centro de salud durante los días previos al parto.
Para fortalecer la capacidad de respuesta del personal de salud y la calidad de la atención, se implementaron seis centros departamentales de capacitación presencial dotados de tecnología moderna para la enseñanza práctica, y una plataforma en línea para la capacitación de personal a través de cursos virtuales. Se han adiestrado 1.516 empleados del primer nivel de atención.
El apoyo del BID al programa Bono Juana Azurduy financió transferencias monetarias para 69.258 mujeres y niños, así como los documentos de identidad o partidas de nacimiento para 3.861 mujeres y niños, uno de los requisitos de inscripción al bono.
Hoy, el 33% de las mujeres embarazadas y el 50% de los niños menores de dos años están inscritos en el programa, aunque aún falta por incorporar a muchas personas elegibles.
¿HA FUNCIONADO EL PROGRAMA?
Para evaluar el impacto del Bono en la demanda de servicios de salud se utilizaron dos metodologías: una regresión discontinua basada en la edad del niño, y un modelo de efectos fijos a nivel de hermanos.
En primer lugar se estableció que las mujeres embarazadas que reciben el bono hacen su primera visita a un centro de salud en una etapa más temprana de su embarazo que las que no lo obtienen. Esto permite asegurar un buen estado nutricional de la madre y el feto.
Las mujeres que no participan en el Bono esperan en promedio hasta la semana 13,6 del embarazo para ir al primer control prenatal, mientras que con el Bono visitan el centro de salud desde la semana 11,3.
La probabilidad de cumplir con cuatro controles prenatales aumentó del 74 al 84%. En las áreas rurales, el 60% de las mujeres permite que el parto sea asistido por personal de salud calificado; este promedio aumenta al 63% cuando participan en el Bono.
Gracias al aumento de las visitas prenatales incentivadas por el Bono, los niños en áreas urbanas tienen un mayor peso al nacer. A su vez, la probabilidad de nacer con lo que los médicos consideran bajo peso disminuye del 10 al 2%.
La tasa de nacidos muertos estimada entre las mujeres inscritas en el Bono disminuyó en 11%. Esto indica un posible impacto en la reducción de la mortalidad infantil durante el parto.
Los niños que reciben el Bono asisten a nueve controles de crecimiento y desarrollo, mientras que aquellos sin Bono solo asisten a seis. En consecuencia, el 83% de los niños con Bono tiene sus vacunas completas versus el 71% de los que no lo tienen.
Además el 67% consume micronutrientes como parte de su dieta en comparación con el 57% de los que no están cubiertos. Los niños en las áreas rurales también tienden a tener menos anemia cuando participan en el Bono.
Los evaluadores no lograron detectar resultados positivos en otros indicadores finales, lo cual señala la calidad de los servicios y la aplicación correcta de los protocolos de atención por parte del personal en salud sigue siendo un reto del sector en Bolivia.
Al Bono aún le espera un largo camino por recorrer para incrementar la cobertura de mujeres embarazadas y menores de dos años; optimizar el diseño técnico del monto total y la composición de las transferencias; y mejorar el diseño operativo del sistema de pagos.
Sin embargo, el Bono logra el objetivo de los programas de transferencias condicionadas: ¡incrementar la utilización de servicios de salud! Además, el ejemplo muestra que el país está haciendo esfuerzos valiosos encaminados a hacer política pública con base en evidencia, lo cual permite evaluar minuciosamente el programa. La evaluación de impacto se puede utilizar para mejorar el sistema del bono, el cual ya está incidiendo positivamente en la vida y el estado de salud de mujeres y niños en localidades apartadas.
Algunos de los artículos que pertenecen a esta serie son:
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