Por Horacio Aguirre-Villegas
Usar biogás para producir energía reduce las emisiones de efecto invernadero, aumenta la productividad agrícola y mejora la calidad de vida de la población. De hecho, las comunidades rurales, pobres y aisladas pueden encontrar en el biogás la solución para obtener electricidad sin tener que caminar largas distancias para encontrar madera con la que alimentar sus hornos de leña.
La familia Mendez vive en la comunidad Mejillones, en las afueras de la ciudad de Cobija en Pando, Bolivia. Para poder hacerse cargo de su familia, Freddy trabaja en dos granjas lecheras, mientras que Roxana cuida de sus dos hijos en común, Prince, de 13 años, y Kevin, de 5.
Cuando Freddy no está en casa, el joven Prince es el responsable del rebaño de vacas. Roxana hace las tareas del hogar la mayor parte del día, siendo cocinar una actividad que consume mucho tiempo. A pesar de que tiene un horno de gas que funciona con gases de petróleo licuado, lleva mucho tiempo sin utilizarlo. Le han robado las cisternas que contenían los gases infinidad de veces, y volver a comprar otras requiere un coste extra, además de tiempo. Por eso, Roxana recoge madera y cocina en un horno de leña.
Situado en la selva tropical del Amazonas, Pando es uno de los departamentos más aislados y pobres de Bolivia: no está conectado a las redes nacionales de electricidad ni de gas natural. La mitad de la población vive en áreas rurales y la mayoría no tiene acceso a la energía eléctrica.
Como Roxana, los vecinos de esta zona pasan varias horas al día caminando largas distancias para recolectar madera para sus hornos de leña, lo que genera un aumento de la deforestación y expone a las familias a emisiones dañinas.
Los residentes en las áreas urbanizadas de Pando dependen de electricidad a base de diésel subvencionado y costoso, que además es una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero.
La carencia de energía sostenible en las áreas, tanto urbanas como rurales de Pando, es una barrera para los negocios, la escolaridad y el bienestar general de los más necesitados. Es por eso que es muy urgente que se adopten enfoques innovadores para proveer energía sostenible. Así que, ¿cuál es la solución?
Producir energía renovable utilizando los recursos disponibles a nivel local es una solución prometedora para Pando y otras áreas similares alrededor del mundo. La digestión anaeróbica, es un tipo de tecnología que captura el biogás, que contiene metano, de la degradación de desechos orgánicos producida por bacterias que viven en ausencia de oxígeno.
El biogás puede ser quemado directamente para cocinar y calentar o utilizarse a través de un generador para producir electricidad. El estiércol es la materia prima preferida para la digestión anaeróbica, ya que contiene bacterias productoras de metano y se puede encontrar fácilmente en las granjas de animales. El efluente del digestor retiene los nutrientes del estiércol y se puede utilizar como abono orgánico.
Además de la producción de energía, este tipo de tecnología ha demostrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (hasta un 50%), reducir los olores de la materia prima y facilitar el manejo de residuos.
Después de realizar una investigación sobre energías renovables y sistemas de digestión anaeróbica en Estados Unidos, busqué vías para desarrollar este sistema en mi país de origen, Bolivia. En diciembre de 2014, la Dr. Rebecca Larson y yo (los dos procedemos de la University of Wisconsin-Madison) hicimos nuestro primer viaje a Pando y comenzamos una colaboración muy fructífera con la Universidad Amazónica de Pando, UAP.
Instalamos el primer digestor en el campus de la universidad como una estación experimental para entender como respondía el sistema a las condiciones locales. El diseño es simple y el sistema fue construido con materiales locales y con el apoyo de los alumnos de la universidad, quienes fueron capacitados en el funcionamiento de este sistema y solución de problemas para garantizar que puede replicarse en el futuro.
Después de resolver algunos problemas y de finalizar el diseño, se recogieron datos durante cinco meses para evaluar la viabilidad técnica del proyecto.
En diciembre de 2015 hicimos nuestro segundo viaje a Pando. Instalamos un segundo digestor en la casa de la familia Méndez con la ayuda de los estudiantes de la UAP y la participación activa de todos los miembros de la familia. El sistema, en este caso, duplica el tamaño con respecto al anterior y proporcionará más que suficiente biogás para poder cocinar.
Roxana estaba feliz de ver nuestro progreso diario durante la instalación, sabiendo que reduciría significativamente el tiempo que dedica a la recogida de leña y, lo más importante, su familia también ganaría en salud.
Creemos que en el futuro, la instalación de sistemas de digestión anaeróbica proporcionará biogás para cocinar y electricidad para las familias que viven en zonas aisladas a lo largo de Pando. Esto, además, se complementa muy bien con la estrategia actual del gobierno de proporcionar electricidad a todos los bolivianos para el año 2025.
Para ello, estamos evaluando actualmente el potencial de producción de la electricidad con un pequeño generador en el sitio donde se encuentra el digestor experimental
Los líderes de las comunidades locales ya han visitado los lugares donde están situados los digestores y han expresado su interés en utilizar esta tecnología para proyectos existentes de lácteos y porcinos. Nuestro trabajo también se ha centrado en el fomento de la capacidad local, que tiene alumnos formados a partir de la UAP en estos métodos para que puedan dar lugar a la aplicación y expansión de estos sistemas.
Proyectos como éste tienen un claro potencial para ser expandidos por toda la región amazónica de Bolivia (que cubre el 60% del país) y otras áreas del mundo. Este tipo de sistemas no sólo contribuyen a la mitigación del cambio climático, reduciendo significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que el efluente del digestor utilizado como abono orgánico puede ayudar a aumentar la productividad agrícola.
Sin duda, esto ayuda a que las comunidades puedan hacer frente mejor a variaciones en el clima, las cuales puedan afectar a su seguridad alimentaria.
Más allá de los beneficios ambientales, los sistemas de digestión anaeróbica proporcionan energía de menor costo, lo que tiene un enorme potencial para impulsar el desarrollo y reducir la pobreza en las zonas aisladas.
Para que esto suceda, se necesitan más fondos para desarrollar sistemas de ensayo adicionales dentro de las comunidades, evaluar su rendimiento, y capacitar a la población local para tomar posesión de estas innovadoras iniciativas.
Horacio Aguirre-Villegas es Investigador Asociado en University of Wisconsin-Madison. Estudió Ingenieria Industrial en la Universidad Católica Boliviana. Además, es Doctor en Inginiería de sistemas por la University of Wisconsin-Madison y tiene un máster en Gestión industrial por la IQS School of Engineering. Su correo electrónico es aguirreville@wisc.edu
*Las imágenes han sido tomadas por Horacio Aguirre-Villegas.
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