Muchas tenemos la suerte de no pensar en los recursos básicos necesarios durante la menstruación. Pero, el acceder a agua y saneamiento sin problemas, y poder así seguir con tu vida, es un arma para la equidad. En el Día mundial de la higiene menstrual reflexionamos sobre el poder que los proyectos de agua y saneamiento otorgan a las personas que tienen la menstruación.
Por Andrea Ortega C.
El sanitario debería ser el lugar favorito de nuestras casas. No porque sea el más lindo, mucho menos el más grande, sino porque lo tenemos y eso nos permite gestionar la menstruación y así poder hacer todo tipo de actividades sin tener que pensar mucho más en ello. Puede sonar ridículo, exagerado quizás, pero en muchas zonas de América Latina y el Caribe sigue siendo un privilegio que afecta aún más a las personas menstruantes.
Más aún, de acuerdo a UNESCO, una de cada cuatro mujeres menstrúa durante dos a siete días de cada mes. Esto significa que tienen sangrado durante siete años de su vida en promedio. Visto así, es imposible no entender cómo la falta de acceso a agua y saneamiento se convierte en un obstáculo para la equidad de todas las personas menstruantes.
En América Latina y el Caribe hay cerca de 17 millones de personas que aún no tienen servicios básicos de agua para consumo y 72 millones sin acceso a un baño digno en sus casas, según el Monitoreo del Abastecimiento de Agua, el Saneamiento y la Higiene (JMP, por sus siglas en inglés).
Las consecuencias no son pocas ni menores. La falta de agua y saneamiento para la higiene menstrual sienta las bases de múltiples brechas de género que deben enfrentar niñas, mujeres y diversidades en América Latina y el Caribe. La falta de sanitarios adecuados, por ejemplo, incrementa el ausentismo escolar. Así, de acuerdo a datos de UNICEF, una niña puede llegar a faltar entre 1 a 4 días a la escuela cada mes. Este tipo de ausentismo perjudica su rendimiento académico y aumenta las probabilidades de abandono escolar.
En el ámbito laboral, la gestión menstrual también supone barreras. Desde poder contar con todos los productos y el saneamiento apropiado, hasta poder tomarse las pausas necesarias para ello o ausentarse del trabajo si los malestares son muy fuertes. Esto genera una desigualdad de condiciones laborales en ambientes donde no se aplica la perspectiva de género.
En contextos rurales, la situación es aún peor, ya que muchas veces los trabajos no cuentan con la infraestructura de saneamiento apropiada y el esfuerzo físico que requieren muchos trabajos, la falta de información y tabúes marginalizan aún más a niñas, mujeres y personas menstruantes –es decir, hombres trans y personas no binarias– durante su período.
Algunos estudios demuestran que existen diversos mitos que empeoran y dificultan aún más la gestión menstrual en el entorno rural. Desde el miedo a lavarse con agua, porque la sangre sería incompatible con ella, hasta el peligro que supone acercarse a un cultivo porque puede arruinar su crecimiento, la cantidad de historias que se han traspasado durante generaciones actúa en detrimento de la equidad y la inclusión.
Por esta razón, desde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a través del Fondo Español de Cooperación para Agua y Saneamiento para América Latina y el Caribe (FECASALC o Fondo), hemos trabajado en proyectos de agua y saneamiento en América Latina y el Caribe, los que han beneficiado a más de cuatro millones de personas, donde la mayoría cuenta con un componente y perspectiva de género.
Particularmente, en Portoviejo, Ecuador, la AECID trabaja en un proyecto que cuenta con un abordaje transversal del enfoque de género y, además, cuenta con un componente específicamente dedicado a la higiene menstrual femenina, donde se pretende fortalecer las capacidades de las mujeres mediante una escuela de formación comunitaria de mujeres y la construcción de conocimiento relevante en este materia.
Así el Programa de Agua Potable y Alcantarillado en Portoviejo, Ecuador, tiene un abordaje vivencial, donde se analizan los elementos simbólicos y culturales que tienen las mujeres en la construcción de su sexualidad, desde ahí se profundiza su relación con el agua y el saneamiento.
Este es solo uno de los ejemplos a través de los cuales el BID y AECID, a través del Fondo han trabajado por cerrar las brechas de género a través de una infraestructura en agua y saneamiento accesible para todas las personas. Sin embargo, es importante destacar y también reconocer la importancia que el agua y el saneamiento tienen en nuestras vidas. Seguramente, la próxima vez que entres a un baño lo podrás valorar de otra forma.
Descubre en nuestro podcast del Día de la Higiene Menstrual en Radio BID, cómo el acceso a servicios básicos puede impactar la vida de millones de personas y permitirles vivir la vida que desean.
Transcripción en los diferentes idiomas:
Para saber más de la labor del FECASALC y sus proyectos en estos 12 años te invitamos a descargar “Avances y contribuciones del FECASALC al sector agua y saneamiento en América Latina y el Caribe”.
*Andrea Ortega Carreño es consultora en Comunicación para el BID y La Cooperación Española y apoya el Fondo Español de Cooperación para Agua y Saneamiento para América Latina y el Caribe (FECASALC). Es doctoranda en estudios feministas y de género de la Universidad Complutense de Madrid.
German Paúl Ronceros Fernández dice
Gracias por la información