Hoy se celebra el día mundial del reciclaje. No tengo muy claro porqué se celebra un 17 de mayo (a lo mejor algún lector nos puede ayudar), pero sí que representa una buena oportunidad para reflexionar sobre el tema. ¿Hay que reciclar? Sin duda. Aquí no hay cuestión. El interrogante del título sólo intenta ser catchy, como dicen en inglés, es más una pregunta retórica.
La implementación de sistemas de reciclaje genera beneficios ambientales e, implementados adecuadamente, puede generar también beneficios financieros. En América Latina y el Caribe (ALC), la disposición técnica y ambientalmente adecuada es cara. El costo promedio de disponer una tonelada de residuos en un relleno sanitario es de aproximadamente US$ 21.
En este marco, el reciclaje, al reducir el volumen de residuos para disposición final, puede ayudar a reducir costos de transporte y prolongar la vida útil de los rellenos sanitarios. El reciclaje reduce también los costos asociados a la producción de nuevos materiales, mejorando el efecto post-consumo de muchos productos. La elaboración de una lata a partir de aluminio reciclado, por ejemplo, requiere un 95% menos de energía de la que sería necesaria para producirla utilizando materiales vírgenes.
A esta altura probablemente no queden dudas que es bueno reciclar. Hay dos modelos básicos de reciclaje: el formal y el informal. En este artículo nos interesa analizar el reciclaje informal, una actividad que tiene lugar en calles, vertederos y rellenos sanitarios de la región. El reciclaje informal es llevado a cabo por miles de personas que obtienen su ingreso de la clasificación, acopio, transporte, limpieza y venta de materiales reciclables como el metal, papel, vidrio y textiles. Se estima que en ALC unas cuatro millones de personas se desempeñan en esta actividad. Alrededor del 70% de las mismas en sitios de disposición final, un 15% en las calles, y el resto en las estaciones de transferencia o puntos de generación de residuos. En países como Brasil, los recicladores informales son responsables de hasta un 90% de los materiales que entran en la cadena de reciclaje formal. Estos materiales suelen venderse a pequeños, medianos y grandes compradores distribuidos en la cadena de valor industrial, quienes limpian, empaquetan y los venden a la industria.
A esta altura probablemente tampoco queden dudas que el reciclador constituye un actor fundamental del proceso. Sin embargo, en muchas ocasiones son considerados como un problema. En los últimos 20 años, la región de ALC ha visto el surgimiento de nuevas cooperativas y asociaciones nacionales de recicladores. En la actualidad, alrededor del 30% de los recicladores existentes en la región pertenece a una organización, encontrándose no menos de seis redes nacionales de reciclaje. La más grande, conocida e influyente es la del Movimiento Nacional do Catadores de Materiais Reclaveis (MNCMR) en Brasil, que representa a más de 500 cooperativas y cerca de 60.000 recicladores. La Red Latinoamericana de Recicladores, por otro lado, opera en catorce países y está relacionada, junto con muchas de sus organizaciones afiliadas, a la Alianza Global de Recicladores.
Un enfoque verdaderamente integral de gestión de residuos sólidos debe considerar la posibilidad de incorporar a los recicladores como potenciales proveedores de servicios. En otras palabras, ver los recicladores como parte de la solución. No sólo como un problema. No es una tarea fácil. Se requiere tiempo y recursos para fortalecer las incipientes organizaciones y a los recicladores mismos. También requiere reconocimiento por parte de las autoridades gubernamentales y apoyo a través de políticas y nuevas normativas. Brasil ha desarrollado una política nacional para la inclusión de catadores en programas municipales de separación en la fuente. Hasta la fecha, sin embargo, sólo el 10% de los municipios brasileños ha implementado este tipo de programas.
El año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo, junto con el Fondo Multilateral de Inversiones, The Coca-Cola Company, y la Fundación AVINA, lanzaron la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo con el objetivo de promover una mayor inclusión de esta población en las políticas públicas y en la cadena de valor. La Iniciativa es sólo un pequeño paso en un largo proceso de creciente reconocimiento e inclusión de estos profesionales como actores legítimos y valiosos en los sistemas de gestión de residuos sólidos en la región.
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