Escrito por Ben Solis
Mientras lees esta entrada de blog, muy probablemente, discurre a decenas de metros debajo de ti una corriente de aguas subterráneas, cuyo origen puede ser de hace meses, años e incluso decenas de años.
Cuando hablamos de acuíferos, nos referimos a los depósitos de agua que circulan en el subsuelo.
Las aguas subterráneas son esenciales en América Latina y el Caribe. En muchas ciudades, incluso, son la única fuente de provisión de agua potable. Pero tienen un problema: nadie las ve; y, lamentablemente, esto hace que desaparezcan de la discusión de la política pública. Creemos segura su permanencia y no somos conscientes de su relevancia y de las amenazas que existen sobre ellas.
Protejamos los acuíferos en la región
En grandes ciudades de la región —como Lima (Perú) y Santiago de Chile (Chile)— 1 de cada 5 litros de agua consumidos por la población proviene de los acuíferos. Este número sube a 3 de cada 5 litros en ciudades como San José (Costa Rica) o Ciudad de México (México). Pero existen ciudades o comunidades donde prácticamente la totalidad del agua consumida proviene de fuentes subterráneas: Santa Cruz (Bolivia), Ica (Perú), Maipú (Chile), Heredia (Costa Rica), por citar algunas.
¿Cuánto del agua producida en algunas ciudades de América Latina y el Caribe proviene de aguas subterráneas?
Las aguas subterráneas también son importantes por su rol ante situaciones de emergencia, pues permiten contar con sistemas de distribución de agua que garanticen un servicio sin interrupciones ante eventos climáticos extremos y desastres naturales. Estos han sido los casos de Río Atmosférico (Chile, 2021) y El Niño Costero (Perú, 2017), por citar algunos ejemplos.
En contextos excepcionales, las ciudades pueden activar pozos de reserva ante eventos de turbiedad extrema (es decir, cuando los ríos llevan más lodo, y las plantas de tratamiento no pueden tratar tanta cantidad de sedimento) o cuando la infraestructura de captación es destruida por deslizamientos de tierra.
Por ello, la sobreexplotación de los acuíferos es un problema que amenaza la integridad de las ciudades, las economías regionales y el abastecimiento de agua para la población, y que ya está causando problemas en América Latina y el Caribe.
Tomemos los ejemplos de Ciudad de México (México), donde se reportan hundimientos de terreno de hasta 40 centímetros por año; o Ica (Perú) donde el agotamiento de los recursos hídricos subterráneos puede poner en peligro la economía regional que depende mayoritariamente de la agroexportación. En Chile, los acuíferos con declaración de prohibición en Chile pasaron de 6 en 2018 a 100 en 2021. Para hacer frente a estas amenazas, se requiere de una combinación adecuada de políticas e inversiones.
Zonas con declaración de prohibición de extracción en Chile
Lea nuestro estudio
En la publicación Aguas subterráneas en América Latina y el Caribe: políticas y experiencias para la gestión y conservación de los acuífero se desarrollan las opciones de política que los países tienen a su disposición para gestionar las aguas subterráneas y contribuir a la seguridad hídrica.
Existe un primer grupo con medidas orientadas para gestionar la demanda de agua, que incluye la imposición de tasas o tarifas a la extracción que introduzcan incentivos a una extracción racional y sostenible. Los países también pueden optar por medidas de racionamiento como el establecimiento de cuotas, periodos de veda de extracción o revocatoria de licencias cuando se declara en emergencia un acuífero debido a que se ha identificado un ritmo insostenible en su explotación. Del mismo modo, a fin de reducir la presión de la demanda sobre los acuíferos, los países deben fomentar el uso de tecnologías eficientes en el uso del agua tanto en la agricultura como en el consumo de los hogares y las industrias.
Por otro lado, hay un segundo grupo de medidas que está orientado a incrementar la disponibilidad de agua subterránea. Existen inversiones que pueden realizarse con el objetivo explícito de recargar acuíferos: zanjas de infiltración, reducción de la velocidad de los ríos o la reinfiltración de aguas depuradas. También existen obras que reducen la necesidad de extraer agua subterránea como la construcción de trasvases o plantas desaladoras.
Tampoco deben perderse de vista la importancia de las inversiones en infraestructura natural y en infraestructura verde urbana. En aquellas ciudades con alto grado de precipitación, por ejemplo, el diseño urbano debería considerar: áreas verdes y pavimentos permeables, que contribuyen a recargar el acuífero y reducen la presión sobre los sistemas actuales de drenaje pluvial.
Como puede verse, las aguas subterráneas son un recurso fundamental para América Latina y el Caribe, y su conservación dependerá de una oportuna y adecuada combinación de políticas que busquen reducir la presión de la demanda sobre los acuíferos e incrementar la disponibilidad del agua en ellos, garantizando así la disponibilidad futura de este valioso recurso.
Autor invitado
Ben Solís. Consultor del Sector de Infraestructura y Energía del BID. Es economista por la Pontificia Universidad Católica del Perú y tiene una maestría en Competencia y Regulación de Mercados por la Barcelona Graduate School of Economics. Ha trabajado previamente en las áreas de regulación tarifaria y estudios económicos de los organismos reguladores de agua potable, saneamiento y energía en Perú.
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