*Por María del Mar Rivero Rosas, Asesora de agua y saneamiento en ONGAWA
A las 6 de la mañana apenas se ve nada a los lados del camino a causa de la espesa niebla, que no levanta hasta cerca de las 8, la hora fijada para el inicio la asamblea comunitaria en Manzanayocc, a unas dos horas de camino ascendente desde la capital del distrito peruano altoandino de Anco.
Los técnicos del distrito y el resto del equipo del proyecto queremos llegar a la zona antes de la reunión para supervisar in situ los últimos detalles antes del inicio de las obras del sistema de canalización, una vez acabada la época de lluvias. Pero al llegar a la explanada de la escuela donde está convocada la asamblea, vemos que ya han empezado a llegar los primeros vecinos y decidimos posponer la subida a la captación hasta después. Esperábamos a unas 70 personas y media hora antes ya están ocupadas más de la mitad de las sillas que los maestros han sacado de las aulas para la reunión. La expectación es alta, es el momento de constituir formalmente la junta de agua (JASS) que gestionará el nuevo sistema y elegir a sus representantes para los dos primeros años.
Desde el Distrito han trabajado intensamente durante meses en el diseño del sistema. La cobertura llegará al 100% de la población, incluidos los caseríos más alejados, que estuvieron en duda al principio, por lo ajustado del presupuesto. El compromiso era llegar a todos y ahora parece posible. Los análisis de calidad habían sido positivos y eso siempre es un gran alivio. Gracias a eso, parece posible cumplir con el presupuesto del proyecto y, si todo iba bien, ¡en el plazo previsto!
Es fundamental conseguir que el proceso sea muy participativo, ya que una parte fundamental de la responsabilidad de la operación y el mantenimiento del sistema va a recaer directamente sobre la propia comunidad. El proyecto incluye la puesta en marcha de un sistema piloto de apoyo remoto a través de celulares para conectar a la JASS directamente con el Distrito y recibir el soporte técnico y de gestión básicos. Aunque esto no elimina la necesidad de visitas de los técnicos municipales, puede ayudar a que estas sean más precisas y eficientes y evitar desplazamientos innecesarios por aquellos caminos tan peligrosos, principalmente por los frecuentes huaicos.
En el momento de comenzar la reunión la convocatoria parece ser un éxito, parece que hemos conseguido reunir a casi todos los cabeza de hogar de la comunidad. Pero, para nuestra sorpresa, observamos que no han llegado mujeres. Todos los asistentes son varones, salvo un pequeño grupo de mujeres de edad avanzada que recostadas en la pared, parecen más espectadoras que participantes. Desconcertados, proponemos dar un poco más de tiempo, pero los hombres son claros: “las mujeres no van a venir. Están ocupadas. Hoy es día de mercado en la comunidad vecina y la mayoría han bajado a comprar o vender. El resto, están en la casa preparando el almuerzo y cuidando de los críos. Además, las mujeres no pueden participar en la Junta Directiva de la JASS porque la mayoría apenas tiene estudios, muy pocas han completado la primaria y eso las incapacita para asumir una responsabilidad tan seria como la que requieren esos cargos. En aquella comunidad es habitual que los hombres se encarguen de los asuntos importantes como aquellos. Podemos empezar sin ellas”.
Sin embargo, la especialista en género del equipo se niega en rotundo: “Si no hay mujeres ¿cómo vamos a conseguir paridad en la elección de los cargos? ¿cómo podemos asegurar que las necesidades de las mujeres se tengan en cuenta o cómo aseguramos la participación en igualdad de condiciones en la toma de decisiones? El agua es un recurso especialmente importante en la vida de las mujeres y no pueden permanecer ajenas a lo que se decida hoy aquí”.
Desconvocamos la asamblea y, aunque intentamos explicar el por qué, muy pocos entienden en aquel momento los motivos.
El equipo del proyecto se reúne de urgencia aquella tarde en las oficinas del Distrito. El proyecto debe acabar en el plazo previsto porque es un compromiso municipal y las elecciones están cerca. Además, la desigualdad de género es una realidad arraigada en aquella zona que va más allá de los asuntos relacionados con el agua y, sobre todo, más allá de los plazos del proyecto. Pero todos tenemos claro que si el proyecto de agua ignora aquella realidad, estará contribuyendo a perpetuar la desigualdad. ¿Qué hacer? ¿Es el momento de abordar este problema de forma integral o mejor mirar a otro lado y finalizar los compromisos del proyecto a tiempo?
Finalmente, tomamos una decisión no exenta de dificultades, pero que cuenta con el compromiso de todos, técnicos y políticos. El propio proyecto de agua puede ser una gran oportunidad para arrancar un proceso más amplio que, progresivamente, busque la igualdad real entre hombres y mujeres. Empezaremos por un diagnóstico de la situación social e institucional de las mujeres que nos permitirá establecer una línea de base sobre la que trabajar. Buscaremos opciones o “puertas de entrada” para abordar las brechas principales que identifiquemos en relación a la gestión comunitaria del agua, pero también del saneamiento y el acceso a la higiene, que trabajaremos en conjunto. La formación, el diálogo, la implicación de otros actores como maestros y centros de salud, el fortalecimiento de capacidades especialmente para fomentar la participación política y el empoderamiento económico de las mujeres y las resoluciones municipales serán a partir de ahora nuestras herramientas de trabajo.
Este es un ejemplo de cómo el cumplimiento del derecho humano al agua nos invita a transformar un proyecto de ingeniería, focalizado en el acceso y la disponibilidad del agua, en un proceso de fortalecimiento de capacidades de los actores encaminados a asegurar los principios fundamentales de los derechos humanos como es el derecho a la igualdad.
Para saber más sobre la igualdad de género y el derecho humano al agua y saneamiento, consultar la nueva publicación del BID: Manual de base sobre los derechos humanos al agua y saneamiento en Latinoamérica y el Caribe. Dicho manual ha sido desarrollado con apoyo del AquaFund, quien es financiado con recursos propios del BID y con recursos de socios donantes, siendo estos el Gobierno de Austria, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo AECID, la Fundación PepsiCo y la Cooperación Suiza a través de su Agencia para el Desarrollo y la Cooperación COSUDE y el Secretariado de Estado para Asuntos Económicos SECO.
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