Se estima que la reconstrucción de la infraestructura dañada por el fenómeno del Niño- que afectó al norte del Perú a principios de 2017- costará unos US$ 6.400 millones, lo que equivale aproximadamente al 3% del PIB nacional. El Gobierno de Perú y el BID trabajan para que la reconstrucción se centre en infraestructura sostenible, bien planificada y resiliente que transforme un problema en una oportunidad.
Por: José Luis Irigoyen*
Los efectos de la catástrofe de 2017 en Perú, resultaron en pérdidas materiales, de medios de producción y de vidas. La emergencia resultante del impacto del Niño en la zona Norte del país, afectó a un millón de personas, incluyendo 113 fallecidos. Asimismo, los daños en infraestructura fueron sustanciales: 21.000 viviendas colapsaron, 2.000 escuelas fueron afectadas y 25.000 hectáreas de cultivos se perdieron. De la red vial nacional, 3.000 kilómetros sufrieron daños y 323 puentes colapsaron.
Esa catástrofe nos ha recordado que el cambio climático es real y que, requiere reconstruir con un nuevo paradigma. El Gobierno de Perú así lo ha reconocido y por eso está concentrando su esfuerzo en que la reconstrucción en el norte del país no solo recobre lo perdido, sino que prepare a la región para los riesgos futuros. Es eso a lo que el eslogan del esfuerzo, “ reconstrucción con cambios”, se refiere. En el BID coincidimos con este enfoque, que requiere que la infraestructura sea sostenible.
En primer lugar, lo más importante es hacer énfasis en procesos adecuados de planificación; tanto a nivel de gobierno central como local y sectorial. En segundo lugar, debemos definir la sostenibilidad de la infraestructura más allá de la dimensión medioambiental. Se trata de planificar para integrar también aspectos de sostenibilidad económica y social.
La sostenibilidad implica planificar adecuadamente, de manera de no comprometer la posición fiscal del gobierno y asegurar los recursos financieros necesarios para construir y mantener la infraestructura durante su vida útil. Es también importante considerar las preferencias y necesidades de la población a la hora de diseñar, y entender el contexto político e institucional para garantizar la viabilidad de los proyectos.
La planificación también es imprescindible para que la infraestructura que se construya tenga el menor impacto posible en el medio ambiente y no contribuya a aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Y, ahora más que nunca, para que las obras sean resilientes a los efectos del cambio climático.
Aunque los proyectos de infraestructura sostenible con frecuencia implican mayores costos de diseño y construcción, incorporar criterios de sostenibilidad puede generar a largo plazo, ahorros importantes al disminuir los costos de operación y al proteger las inversiones contra los riesgos climáticos, como las que sufrió Perú recientemente. Un proyecto de infraestructura bien ejecutado debería tener una vida útil de 75 a 100 años, por lo que hay una responsabilidad de que se construya y se mantenga adecuadamente, para que dure, provea servicios de calidad y soporte los embates de los fenómenos naturales.
Un componente en el que la “resiliencia” es fundamental es el de los puentes, que son sin lugar a duda, un símbolo de la conectividad. La cantidad de puentes que fueron destruidos por el Niño en Perú, dejó incomunicadas a poblaciones enteras. Resulta que en muchos de los puentes afectados el problema fue la socavación ocasionada por el flujo del agua, por lo que para su reconstrucción será clave contar con estudios de hidrología de las cuencas, incorporando en lo posible, proyecciones de cambio climático.
Una herramienta útil para esto es Hydro-BID, un sistema creado por el Banco para ayudar a los países de América Latina y el Caribe en el manejo y planificación de sus recursos hídricos. El sistema cuenta con una extensa base de datos y comprende módulos de hidrología, hidrodinámica y cambio climático para estimar la disponibilidad (volúmenes y flujos) de agua en el ámbito regional, y en las cuencas y sub cuencas. La buena noticia es que Perú ha sido el primer país en implementar la herramienta Hydro-BID a nivel nacional.
Una planificación adecuada y herramientas como Hydro-BID son valiosos para preparar estudios y diseños de los nuevos puentes y evitar cualquier tipo de fatalidad que puedan ocasionar los efectos del clima en el futuro. Evidentemente la etapa de análisis y estudios es menos costosa que la etapa de construcción – o de reconstrucción – especialmente en este tipo de infraestructura, ya que un metro de puente es alrededor de 10 veces más caro que un metro de carretera.
El BID ha trabajado de la mano con el Perú en temas de reconstrucción desde hace décadas. El primer préstamo otorgado al país fue en 1961 por un monto de US$3,9 millones para ayudar a la reconstrucción y ampliación del sistema de agua y saneamiento de Arequipa, cuya infraestructura había sido severamente dañada por terremotos en 1958 y 1960. Hoy estamos acompañando un nuevo proceso de reconstrucción sostenible que incorpore los cambios necesarios para que futuros eventos meteorológicos no causen tanto sufrimiento.
*José Luis Irigoyen es el Asesor Operativo en el Sector de Infraestructura y Energía del BID. Anteriormente se desempeñó como Coordinador de País para Haití. Ha trabajo en proyectos de infraestructura, de desarrollo del sector privado y de integración regional. Tiene una Maestría en Economía y Finanzas de la Universidad de Navarra en España y es Licenciado en Economía por la Universidad de San Andrés en Argentina.
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