Micaela Suriano, Henry A. Moreno, María Julia Bocco, Jorge Oyamada, Matias Guichon y Marco Antonio Cevallos.
Para lograr un desarrollo sostenible resulta imprescindible abordar el desafío de Seguridad Hídrica. Brechas de desigualdad en el acceso, falta de cobertura de agua potable y saneamiento, extremos climáticos, como sequías e inundaciones, planificación y gestión, gobernanza y problemas de calidad, son algunos de los principales retos que enfrenta la región de ALC y el país.
¿De qué hablamos cuando hablamos de Seguridad Hídrica?
El concepto de Seguridad Hídrica (SH) fue definido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el año 2013, como la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sustentable a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para mantener los modos de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, para asegurar la protección contra la contaminación del agua y para preservar los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política. Desde ese entonces, y sobre esa base, se han propuesto diferentes marcos metodológicos para su evaluación y cuantificación.
La SH puede considerarse como una evolución o modernización de conceptos previos como el de Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH). Mientras que en la GIRH se hace énfasis en un enfoque “en el proceso”, la SH hace énfasis en el resultado esperado, sin necesariamente especificar el proceso para alcanzarlo, reconociendo la diversidad de problemáticas y las maneras de encarar e implementar procesos para lograr las metas trazadas. Otra diferencia es que la SH se enfoca en la gestión del ciclo del agua (gestión integral de la oferta y la demanda), mientras que la GIRH se enfoca en la gestión de recursos (agua y tierra principalmente), relegando un poco y viendo de manera fragmentada la demanda hídrica.
¿Cuál es el estado actual de la SH en Argentina?
Argentina enfrenta desafíos de SH al considerar que las sequías de los últimos años generaron impactos importantes en el sector agrícola. La sequía de 2008 – 2009 totalizó pérdidas por US$595 millones y la de 2011 – 2012 por US$455 millones.[1]En materia de inundaciones, Argentina se encuentra entre los 14 países más afectados por eventos catastróficos de este tipo a nivel mundial, según Emergency Events Database. Debido a una combinación de factores como el cambio climático (CC) y las fases del fenómeno de El Niño – Oscilación del Sur, los ciclos de inundaciones y sequías registran una creciente intensificación y frecuencia. Los modelos de CC para el escenario de mayor concentración de gases efecto invernadero (Representative Concentration Pathway 8.5) predicen una generalización de precipitaciones extremas en la mayor parte del país y una creciente intensificación de sequías focalizadas en las regiones del Cuyo y la Patagonia, con un descenso de entre 10 y 20 % de la precipitación media anual para fin de siglo.[2]
Del lado de la demanda el país también enfrenta desafíos. La percepción histórica de una relativa abundancia de este recurso incentivó prácticas ancestrales de uso ineficiente. En el sector agrícola, el cual consume el 70 % del agua[3], el riego por inundación es práctica común y la adopción de sistemas más eficientes, como el riego por goteo y por aspersión, es apenas incipiente. La falta de mantenimiento en extensos canales de agua incrementa las pérdidas por infiltración, lo que sumado a la evapotranspiración, reduce considerablemente la oferta de agua. En los sistemas municipales de agua potable también se observan ineficiencias. A nivel nacional se tienen elevados consumos per cápita y de agua no contabilizada, en comparación con el resto de la región.
En el informe del BID “Agua para el futuro: Estrategia de seguridad hídrica para América Latina y el Caribe” (2020), que caracterizó de manera cualitativa los desafíos de SH relacionados con la disponibilidad (bajo escenarios de CC) y calidad de agua, se identificó que en los desafíos vinculados a disponibilidad hídrica, aguas subterráneas, calidad del agua y riesgo de inundaciones, Argentina no alcanza un nivel de seguridad hídrica favorable y, en particular, para el riesgo de sequías se encuentra en una condición desfavorable.
En cuanto a la gobernanza, el país presenta un sistema de gobierno federal y multinivel donde las 23 provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires poseen la mayoría de los poderes legales para la administración de los recursos hídricos. Esto se traduce en una estructura descentralizada que implica que las políticas de agua operen en un marco altamente diseminado y complejo, pero también ofrece oportunidades para adaptar las políticas a la diversidad que se presenta a lo largo del territorio, y definir estrategias que se alineen en una responsabilidad compartida entre los diferentes niveles de gobierno.[4]
Argentina busca lograr la Seguridad Hídrica con apoyo del BID
La estrategia del país en el sector identifica cuatro ejes: gestión integrada de recursos hídricos y de cuencas interjurisdiccionales, reducción de riesgos hidroclimáticos en áreas urbanas y rurales, impulso de aprovechamientos multipropósito e incremento del acceso universal a agua segura y a saneamiento básico, priorizando las zonas más vulnerables del país. Además de enfatizar la importancia de contar con un Plan Federal de Manejo de Recursos para brindar un marco general a las políticas y acciones, como eje transversal incluye fortalecer los sistemas de monitoreo del recurso y de los sistemas de saneamiento, con transparencia y participación de sectores de la sociedad civil.
El Banco viene apoyando al país con múltiples operaciones de carácter reembolsable y no reembolsable. Con 10 operaciones de préstamo en ejecución por cerca de US$2,2 billones (además de cuatro que se aprobarán durante 2022 por US$ 500 millones) y Cooperaciones Técnicas por un monto superior a los US$6 millones, se apoya el desarrollo de modelos hidrológicos (mediante el uso de HydroBID) para el diseño de planes de cuenca, incluyendo uso multipropósito del agua y control de inundaciones (Bermejo, Pilcomayo y Colorado); análisis de incertidumbre climática para la planificación hídrica por medio de análisis robusto de decisiones (RDM, en Mendoza); y el desarrollo y pilotaje de soluciones basadas en la naturaleza o infraestructura verde (como el Fondo de Agua de Mendoza, primero creado en el país).
Recientemente, en el mes de septiembre de 2022, el Banco aprobó una Línea de Crédito Condicional para Proyectos de Inversión por US$810 millones que apoyará un Programa de Seguridad Hídrica que se ejecutará por fases, y cuya primera operación por US$210 millones contribuirá a mejorar la calidad de vida de la población que habita en cuencas prioritarias con mejoras a la gestión integral del agua, considerando aspectos de resiliencia al CC, bajo un enfoque de uso multipropósito.
Si bien esta operación continúa la línea de trabajo que se viene implementando en los programas de Drenaje y Control de Inundaciones en la Provincia de Buenos Aires (4427/OC-AR), de Saneamiento Ambiental de la Cuenca del Río Reconquista (3256/OC-AR) y de Saneamiento Integral de la Cuenca del Río Uruguay (4822/OC-RG), entre otras, es la primera operación de gestión integral del agua con enfoque multipropósito a ser implementada en el país. Este enfoque integral, con visión de sostenibilidad en el largo plazo incluyendo el diseño de políticas e instrumentos de gestión, es replicable en otros países de la región que enfrentan desafíos similares para su desarrollo.
- [1] Atlas de sequías de la República Argentina, 2014. A. C. Ravelo, R.E. Zanvettor y P.E.C. Boletta. Centro de Relevamiento y Evaluación de Recursos Agrícolas y Naturales UNC -CONICET
- [2] Segunda Contribución Determinada Nacional (2020)
- [3] Estudio del potencial de ampliación del riego en Argentina (FAO, 2015)
- [4] Gobernanza del Agua en Argentina (2020, OCDE)
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