O, en otras palabras: besos y lavado de manos con Natalie Portman y fumadores parisinos
Es una mañana soleada en el centro de Londres. La ciudad, palpitante como siempre, se sacude el calor mientras las aceras y las calzadas rugen. En uno de los cruces, cerca de Picadilly, observamos a una joven cruzar la calle con seguridad, apenas oteando el tráfico: no hay peligro. En la siguiente escena, el personaje interpretado por Natalie Portman en la película Closer yace inconsciente en el suelo, no vio el coche llegar por su derecha. En una vista cenital posterior vemos el cuerpo tendido de la mujer y una señal pintada en el suelo advirtiendo mirar a la derecha.
En Londres muchos turistas son atropellados a pesar de la masiva presencia de indicaciones. La razón principal se debe a que no todos los habitantes del mundo afrontan un hecho tan aparentemente nimio como cruzar la calle de la misma forma. Es decir, fuera de Gran Bretaña, en países como Argentina o España uno dirige la mirada de forma automática hacia la izquierda al cambiar de acera. Pero por supuesto, detrás de esas respuestas automáticas se esconde una realidad más compleja, especialmente si hablamos de algo más que cruzar la calle.
Recientemente The Guardian publicaba que “cada año los 4.900 empleados de las autoridades municipales de París recogen 350 toneladas de colillas cada año de las aceras de la ciudad con unos enormes costos de limpieza”. El problema empeoró cuando se introdujo en 2006 la prohibición de fumar en espacios públicos y que obliga a los fumadores franceses a hacerlo fuera de los cafés y bares en la calle. Esto discrepa de la imagen que podemos tener de los parisinos, como ciudadanos con conciencia ambiental.
Una investigación realizada recientemente (ver investigación Perez-Rodriguez, publicación el próximo mes) en Haití, revela que el 55% de los 3 millones de residentes de Puerto Príncipe se abastecen a partir de proveedores de agua informales, siendo el proveedor de este tipo más común (29 %) un hogar que cuenta con una conexión domiciliar y que vende el agua a sus vecinos. La otra característica sorprendente es que cada conexión es compartida en promedio por dos hogares, pudiéndose llegar en algunos casos hasta siete. La investigación que combinaba un levantamiento de puestos de agua, una encuesta aleatoria de hogares y entrevistas semiestructuradas permitió interpretar que las 45,000 conexiones activas que tiene la empresa de Puerto Príncipe proporcionan en realidad agua, aunque sea de una forma muy deficitaria, a casi un millón de personas.
Durante la realización de dicha encuesta de hogares en Puerto Príncipe, prácticamente la totalidad de las personas entrevistadas afirmaron lavarse las manos después de ir al baño, pero casi ninguna de las viviendas de los entrevistados disponía de instalaciones para hacerlo. La encuesta fue completada con entrevistas no estructuradas (ver protocolo de entrevistas y resultados Perez-Cardosi) a 36 de los hogares y un estudio de los proveedores de servicios de saneamiento e higiene. A la pregunta de ¿Por qué se lavan las manos? La respuesta fue siempre debido a la presencia en el ambiente de gérmenes, virus, microbios etc. Una madre del barrio de Mariani dio una típica respuesta, ¨nos lavamos las manos para evitar contagiarnos de enfermedades debido a los gérmenes”.
Nos encontramos por tanto ante dos comportamientos aparentemente “no racionales” pero que en cualquier caso siguen una pauta, está basado en unas reglas que, aunque no entendamos en este momento, han sido construidas a lo largo de los procesos de socialización de las personas. Entendemos en este caso reglas no como las rígidas de un juego como el ajedrez sino más bien blandas y sometidas a la interpretación permanente de los participantes.
EL hecho de que estas pautas sean construidas socialmente por convenio nos obliga a una forma de análisis muy diferente del enfoque causal. Analizadas desde el prisma de la racionalidad no vamos muy lejos. De una manera muy simplificada seria como intentar entender la causa por la que a una amiga argentina le damos un beso al saludarla y en cambio dos a una española. Si queremos cambiar comportamientos como es el del lavado de manos, el de los fumadores parisinos o el número de besos a dar o recibir en nuestro país debemos acudir a herramientas más sofisticadas procedentes de campos tan variados como el marketing o la antropología.
No muy lejos de la calle donde hemos dejado tendida a Natalie Portman en el suelo se encuentra la sede de la London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM) y que cuenta con el BCD (Behavior Centred Design), centro dedicado exclusivamente al análisis del cambio de comportamiento. La escena del accidente nos va ayudar a tener una primera aproximación a los tres mecanismos de control del comportamiento y que, con la denominación de automático, motivado y ejecutivo forman parte de la teoría del cambio de comportamiento que maneja la BCD. El automático es el modo más básico de control del comportamiento y correspondería a la reacción casi automática del cuerpo Natalie al impactar con el vehículo, llevándose por ejemplo las manos a la cabeza. El control de comportamiento motivado guiaría el acto de mirar a un lado u otro al cruzar la calle y estaría vinculado en las teorías evolutivas a cuestiones como la búsqueda de comida o encontrar una pareja. Por último, el ejecutivo se centraría en la planificación en base a objetivos de corto y medio plazo como por ejemplo cuando Natalie ha decidido que ruta seguir en su paseo por Londres. Muchas campañas de cambio de comportamiento se han centrado en el control ejecutivo como por ejemplo vinculando el lavado de manos a la salud cuando en realidad otros mecanismos se han mostrado más efectivos como la reevaluación del comportamiento a través de la sorpresa. La campaña SuperAmma, constituye un excelente ejemplo de la teoría de cambio expuesta para el lavado de manos en la India.
El enfoque del cambio de comportamiento forma parte desde su concepción del proyecto de mejora del acceso al agua potable, al saneamiento y la higiene que financia el BID en Haití. La LSHMT ha sido la adjudicataria de una licitación para apoyar a la DINEPA en actividades como el abastecimiento a partir de sistemas de agua potable condominial en los barrios desfavorecidos o en la mejora de los hábitos de higiene.
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