Lecciones aprendidas sobre transparencia en el sector de agua y saneamiento
*por Marcello Basani & Francesco De Simone
Muchos de ustedes habrán seguido o escuchado hablar de los eventos que se están desarrollando en la ciudad de Flint, Michigan, en Estados Unidos, en la que los altos niveles de contaminación de plomo en el sistema de agua potable han causado una crisis sin precedentes, con decenas de personas enfermas, y posibles efectos negativos en la salud de los ciudadanos, y sobre todo de los niños, durante décadas a venir.
Uno de los aspectos de esta crisis que está ganando importancia, sobre todo a la luz de la prensa y de los ciudadanos, es entender cómo y por qué esto ha ocurrido, y sobre todo entender la falta de transparencia de la información revelada. No queda claro cuándo se originó el problema, quién sabía, quién hubiera tenido que comunicar esta información, cómo y cuándo.
Desde hace unos años, el BID empezó a adoptar el concepto de transparencia focalizada como parte de su abordaje a los temas de gobernanza. La transparencia focalizada se refiere a políticas de transparencia de segunda generación, que más allá de garantizar el derecho a la información, establecen herramientas y mecanismos para transparentar información clave en sectores o áreas específicas. El objetivo es que esta información tenga un impacto claro y logre modificar los comportamientos de los actores (individuos, empresas públicas y privadas, entidades reguladoras) involucrados en procesos específicos.
Ejemplos típicos de políticas e iniciativas de transparencia focalizada incluyen, por ejemplo, la publicación de información sobre el nivel de seguridad de vehículos vendidos en Estados Unidos, que ha tenido un impacto tanto sobre los comportamientos de los consumidores (cambio de preferencias hacia vehículos más seguros) tanto de los productores (aumento del nivel de seguridad promedio de los vehículos) como se describe en un fascinante libro llamado Full Disclosure.
Ahora bien, se pueden identificar algunos criterios claves para que una iniciativa se ajuste al concepto de transparencia focalizada. Estos incluyen:
1) si existe demanda o necesidad para la información que se busca transparentar (identificación de la audiencia objetivo);
2) cuando sea posible, identificar el comportamiento que se busca modificar;
3) la información publicada debe ser:
i) hecha disponible de forma clara, comparable, y fácil para entender, inclusive a los no-especialistas;
ii) en un formato que sea fácilmente accesible y a través de medios que sean amigables y no requieran un esfuerzo excesivo por parte de los usuarios;
iii) confiable y actualizada de forma continua.
Como discutimos en este blog, el Banco ha aplicado este abordaje de transparencia focalizada en algunas áreas claves, como por ejemplo, en el sector de extractivas. Sin embargo, a lo largo de los últimos años algunas de las aplicaciones más exitosas de los conceptos de transparencia focalizada se han desarrollado en el área de suministro de servicios públicos, en la que la publicación de información específica puede tener impactos muy significativos y positivos, no solamente reduciendo los riesgos de fraude y corrupción, sino también contribuyendo a crear incentivos para reducir desgastes, aumentar la eficiencia y por ende mejorar la calidad de los servicios. También busca aumentar la satisfacción de los usuarios, y crear incentivos para comportamientos que generen beneficios para todos los actores involucrados.
Como sugiere el caso d Flint, en el sector de agua y saneamiento la transparencia juega un rol crucial. No es por casualidad que Transparencia Internacional (TI), la principal ONG internacional enfocada en temas de transparencia y anticorrupción, ha dedicado una monografía al tema.
La némesis de la transparencia es la corrupción. El estudio de TI estima que en los países en desarrollo la corrupción puede aumentar el costo de obtener una conexión a la red de agua potable y alcantarillado en un 30%; y que en la India, la corrupción incide en un 25% en el costo de los contratos para irrigación. Por otro lado, de acuerdo con un estudio del International Water and Sanitation Center (IRC) el aumento de la transparencia en el sector podría generar ahorros de entre 20 y 70%.
El impacto de políticas de transparencia en este sector puede tener efectos positivos en el suministro de un servicio clave para mejorar la salud y la calidad de vida de los ciudadanos, así como también impactar los comportamientos de los usuarios. Consideren este ejemplo: una encuesta desarrollada por el BID en México sugiere que campañas de información y transparencia sobre la calidad del agua, llevadas a cabo por empresas municipales de agua y saneamiento, pueden contribuir a aumentar la confianza en la calidad del agua suministrada a través del servicio público, reducir el uso de agua embotellada, y a su vez, reducir la incidencia del costo del agua en la canasta básica de las familias.
Adicionalmente, la publicación de información puede mejorar la calidad de la gobernanza de este sector. Por ejemplo, la difusión de información sobre estados financieros, auditorías, y procesos de adquisiciones puede reducir los riesgos relacionados con fraude, corrupción y mejorar la eficiencia del gasto en este sector. Un estudio del Banco Mundial demuestra claramente que hay una correlación positiva entre transparencia y eficiencia de los proveedores de servicios de agua y saneamiento.
Los beneficios de la transparencia y gestión eficiente de la información sobre agua potable y saneamiento son múltiples, tanto para las propias empresas de agua y saneamiento (públicas y privadas), como para los usuarios, e incluyen: el apoyo al proceso de mejora de la gestión y suministro de los servicios, el fortalecimiento de los mecanismos de rendición de cuentas, la posibilidad de establecer evaluaciones comparativas de organismos operadores, el apoyo al diseño de políticas públicas, la provisión de insumos para los procesos de toma de decisión presupuestaria, el apoyo a la evaluación de políticas públicas, el proceso de regulación de tarifas, las acciones de protección ambiental y en general los procesos de gobernanza del agua.
Sin embargo, existe evidencia de que los países de América Latina y el Caribe todavía no están aprovechando de los beneficios de la transparencia en este sector. Por ejemplo, el citado estudio del Banco Mundial encuentra que casi el 40% de los reguladores de la región muestran bajos niveles de transparencia y mecanismos de rendición de cuentas débiles.
Para ayudar a los países a colmar esta brecha, en los últimos meses, el BID, a través de las Divisiones de Agua y Saneamiento y de Capacidad Institucional del Estado y del Fondo de Transparencia, han empezado una serie de actividades para fortalecer la transparencia en el sector de agua y saneamiento. Uno de los primeros pasos de este trabajo ha sido una revisión de las buenas prácticas de transparencia adoptadas por las empresas y entes reguladores de la región. En los próximos meses, les estaremos contando con más detalles qué hemos aprendido de esta experiencia y sobre los próximos pasos. Podemos anticiparles que se está haciendo mucho y que se puede replicar en la región, desde trabajar con códigos de ética hasta el involucramiento de comunidades locales en el monitoreo y gobernanza del sector.
Mientras la transparencia en sí no es la solución a todos los problemas del sector de agua y saneamiento, muchos factores indican que aumentar la transparencia puede contribuir a mejorar el sector.
Y a evitar que ocurra una Flint latinoamericana.
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