Abraham Lincoln fue un congresista de Illinois muy poco conocido antes de su presidencia. En 1860 viajó a ciudad de Nueva York para dar una conferencia ante el Cooper Union for the Advancement of Science and Art, una Universidad privada recién fundada. Conocedor de la importancia de la imagen, antes de subirse al podio, Lincoln pasó por el estudio de fotografía de Matthew Brady, quien le inmortalizó. Sin saberlo, la fotografía que tomó Brady fue tal vez una de las más influyentes de la historia. Tal como lo dijo el propio Lincoln “Brady y el discurso en el Cooper Union me hicieron Presidente de los Estados Unidos”. La fotografía retrata a un hombre sereno, observador y con aire de autoridad moral, lejos del aspecto de hombre desgarbado y apesadumbrado que solía exhibir Lincoln. Esta imagen lo presentó como un legislador presidenciable.
La fotografía, a lo largo de la historia, ha expandido el acceso a la evidencia empírica. En concreto, la foto de Lincoln, como otras incluidas en las 100 fotos más influyentes de la historia publicadas por la revista Time, han tenido impactos sobre los gobiernos y los ciudadanos. Antes de que existieran los registros fotográficos, sólo podíamos atestiguar lo que veíamos con nuestros propios ojos, en tiempo real. Es aquí donde es importante introducir una cadena causal: ver ayuda a creer, y también a saber. Creer o saber pueden conducir a preocuparse por algo. Preocuparse implica, en la mayoría de los casos, tomar acciones.
Esto es aún más cierto en la actualidad, dónde la palabra ha sido destronada por la imagen, según Giovanni Sartori. Hoy en día “todo acaba siendo visualizado”, afirma el politólogo italiano, para quien hemos mutado de homo sapiens a homo videns. Por tanto, en una época en la que predomina lo que Bernard Manin llamó la democracia de audiencias (o, yendo un paso más allá, la democracia visual), es vital que la rendición de cuentas a la ciudadanía se haga también con instrumentos de alto impacto visual, por ejemplo, con fotografías o videos. Sólo así se puede llegar a un público para quien una imagen vale más que mil palabras, como reza el dicho.
Algunas estadísticas recientes sobre el impacto de los mensajes en el mundo de las redes sociales van en la misma dirección. Por ejemplo, los posts publicados en Facebook que incluyen una imagen tienen un promedio de interacciones 180% mayor al resto de los posts, y los Tweets que incluyen fotos reciben en promedio un 20% más de atención que los que no tienen.
Buena prueba de esta importancia de la imagen en la política a lo largo de la historia es que ciertos regímenes interesados en mantener su statu quo hayan puesto en marcha robustas campañas de gobierno orientadas a prohibir o manipular el uso de las fotografías, o ambas cosas a la vez. Por ejemplo, en la Unión Soviética, Stalin ordenó retocar en más de una ocasión fotos oficiales en la que figuraba algún subalterno suyo que había sido eliminado.
Foto: El Comisario Yazhov (a la derecha del camarada Stalin)… ¿se cayó al agua?
Dicho esto, las imágenes hoy en día son una herramienta fundamental para la transparencia y la rendición de cuentas. Veamos un ejemplo. En el año 2013, el gobierno de Colombia y el BID diseñaron la plataforma MapaRegalías. A través de ella, los ciudadanos pueden encontrar información actualizada sobre el ciclo completo de las regalías, de una forma intuitiva y geo referenciada. Actualmente, aproximadamente el 63% de los proyectos de inversión pública que se aprueban en Colombia cuentan con una galería fotográfica que da evidencia de los resultados de las inversiones. El crecimiento exponencial de la cantidad de fotografías a disposición del público habla por sí mismo de la importancia de esta herramienta. Según los datos del Departamento Nacional de Planeación (DNP), entidad que lidera la implementación de MapaRegalías, en solo 3 años se ha pasado de tener aproximadamente 300 fotos, a casi 28,000. Adicionalmente el DNP ya está incorporando en esta plataforma una serie de tomas aéreas a través de drones, lo cual aumenta las posibilidades de que los ciudadanos realicen control social en tiempo real.
La opción del seguimiento fotográfico ayudó a identificar numerosas anormalidades y abusos. Por ejemplo, los ciudadanos encontraron registros de fotografías de piscinas de recreación, museos y hasta velódromos en lugares con grandes necesidades en materia de educación y salud. Todo quedó registrado y a la vista del público.
¿Qué significa esto? La respuesta es simple: mayor evidencia. Queda en los ciudadanos la tarea no menor de transformar el acto de ver en creer (o no creer) y por ende preocuparse y tomar las acciones que consideren necesarias para ejercer su derecho a la rendición de cuentas.
Es posible que una fotografía que se recoja en MapaRegalías (o su sucesora MapaInversiones) no lleve a un ciudadano a la gloria, tal como le ocurrió a Lincoln con la foto de Brady. Pero esa misma fotografía sí puede hacer que un alcalde, el ejecutor de un proyecto de inversión pública, o la empresa contratada para llevar adelante las obras pasen a la fama… y no por las mejores razones.
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