En mayo pasado, los trabajadores del Ministerio de Transparencia, Monitoreo y Control de Brasil (antiguamente conocido como Contraloría General de la Unión) salieron a las calles para protestar en contra de la nominación de un Ministro que según ellos no representaba de manera adecuada los valores y misión del Ministerio por supuestos vínculos con tramas de corrupción. Aunque Brasil ha estado últimamente bajo el foco mediático por grandes escándalos de corrupción, la imagen es especialmente significativa: ¿Puede haber algo más simbólico que los propios encargados de prevenir y controlar la corrupción manifiesten su hartazgo escoba en mano, y en contra de su nuevo jefe?
Casos de corrupción involucrando altos funcionarios han ocurrido recientemente en otros países tan diferentes en lo institucional como Chile, México y Guatemala. Parecería que la corrupción es endémica en Latinoamérica y que la situación empeora. ¿O en realidad la corrupción siempre ha existido, pero ahora está saliendo a la luz?
Esta fue la pregunta que me motivo a escribir un artículo que fue recientemente publicado en la revista Foreign Affairs Latinoamérica (FAL). En el mismo he propuesto los elementos fundamentales que pueden ayudar a entender por qué se está dando esta situación de crecientes destapes de corrupción en nuestra región.
Cuatro claves para entender la corrupción en Latinoamérica
Primeramente, las reformas judiciales llevadas a cabo en los países están dando sus frutos, haciendo que la lucha contra la corrupción a nivel gubernamental sea más exitosa. Las reformas de los sistemas judiciales que los países de Latinoamérica y el Caribe han llevado a cabo en los últimos 20 años han permitido que, en muchos casos, la lucha contra la impunidad pase del dicho al hecho. Más allá de que aún existen grandes desafíos, la existencia de fiscales independientes y la modernización de las instituciones que encabezan los sistemas de justicia en varios países de la región son elementos claves para explicar el creciente procesamiento de funcionarios del gobierno y ejecutivos de negocios de alto nivel. En algunos casos, estos episodios están siendo aprovechados para sancionar a los responsables de conductas ilícitas, y para reforzar las instituciones.
Segundo, los ciudadanos están cada vez más empoderados, lo cual genera condiciones para una mayor transparencia y rendición de cuentas. Solo en los últimos 2 años se ha generado el 90% de los datos creados a lo largo de la historia de la humanidad, como recalca IBM en su informe Harness the Power of Big Data: The IBM Big Data Platform. Esta revolución de datos ha generado un caudal enorme de información disponible al público. Si bien algunos indican que como ciudadanos solo usamos una pequeña porción de los datos que podríamos usar para exigir que nuestros gobernantes rindan cuentas, la ola a favor de la transparencia es imparable.
Tercero, los estándares internacionales tienen dientes cada vez más filosos. Los estándares internacionales para prevenir y controlar la corrupción han evolucionado en los últimos años. Han pasado de un enfoque comúnmente denominado como name and shame y se han constituido prácticamente en una fuerza de inusitada intensidad para avanzar en el marco de reformas legislativas, marcos regulatorios e, incluso, implementación de prácticas que apoyen la integridad y la transparencia en el marco del manejo de los recursos públicos. Los mercados financieros internacionales también han servido para afilar estos dientes.
El último factor que ayuda a explicar lo que está ocurriendo es la economía. Desde el 2011, nuestra región ha entrado en una fase de desaceleración económica que se debe fundamentalmente a la contracción de la economía china, la emergencia de la crisis en Europa y la caída de los precios de las materias primas. El fin del “superciclo” (2003-2008) abrió una ola de destapes por los excesos cometidos en momentos de abundancia.
Como acabamos de ver, estos cuatro factores son fundamentales para entender por qué se ha recrudecido la caza al corrupto en Latinoamérica. En la segunda parte de este blog post, que publicaremos próximamente, nos centraremos en lo que podemos esperar en el futuro, con respecto a la ola de escándalos en nuestra región.
Puedes leer el artículo completo de FAL aquí, y seguir a Juan Cruz Vieyra @jcruzvieyra en Twitter.
Ricardo Torres dice
Es una triste realidad cotidiana, por esas y entre otras razones, nuestros países no prosperan ni se logran desarrollar, porque los funcionarios solo llegan a lucrarse mientras estén en de sus cargos.
Creo que esta situación siempre ha existido, la diferencia es que hoy con las leyes y políticas de acceso a la información pública, se han logrado conocer estos actos y funcionarios corruptos.
En mi país El Salvador, es lamentable y una vergüenza que seamos uno de tantos países donde se han descubierto a funcionarios corruptos, que en algunos casos han iniciado procesos judiciales, y que contrasta con tantas necesidades publicas que satisfacer a la población en general y luchar contra la delincuencia, etc.
El punto principal es el empoderamiento de la población para exigir transparencia en la gestión pública y poner a prueba al sistema judicial para procesar y encarcelar a los culpables.
Luis Roberto Hernández dice
Indudablemente que el cáncer de la corrupción es difícil de erradicar, pero se debe echar mano de todo lo que esté al alcance. Mejores normas de control y uso de recursos públicos, fiscalización puntual de los ciudadanos, sobre todo de los servidores públicos. Castigos ejemplares a irregularidades detectadas.
Mucho por hacer…