Contar con datos es importante para la toma de decisiones y, en especial, para tomar buenas decisiones. Esto puede parecer obvio, aunque no siempre fue así. Hoy en día los datos están por todas partes, en gran volumen y variedad, y nos sirven para orientar las acciones de un sinfín de actividades, por lo que ya son parte de nuestra cotidianidad. Y los Estados no son ajenos a este contexto.
La abundancia de datos ha llevado a que los Estados desarrollen nuevas capacidades, de forma tal que estos datos puedan ser utilizados en la planificación, diseño, monitoreo y evaluación de las políticas públicas. De este modo, los Estados logran ganar en eficiencia y toman decisiones más asertivas para los objetivos propuestos.
Gestionar correctamente la abundancia de datos es un camino amplio por recorrer. Además de sus bondades para la gestión pública, contar con datos oportunos y de calidad genera confianza en la ciudadanía, al brindar transparencia y permitir la rendición de cuentas. Por eso, de nada sirve si estos datos no están disponibles para su uso o no resultan accesibles. Sobre esta y otras tantas dimensiones se centra el debate de los datos abiertos, como veremos a continuación.
Estado, ¿dónde están los datos?
Imagina un país que se enfrenta a una restricción de recursos, por ejemplo, suministros de energía, y quiere diseñar políticas públicas que aborden de manera justa a muchos sectores, desde el transporte hasta el impacto en la salud de las familias.
¿Adónde recurrirías para obtener datos sobre la situación actual con el fin de evaluar los posibles impactos de las políticas? El primer lugar natural para buscar estos datos sería la Oficina Nacional de Estadística (ONE) del país. Las ONE tienen la obligación de recopilar y compartir datos como un bien público, pero no siempre es fácil.
Los datos pueden estar dispersos en varios ministerios o en bases de datos que no se comunican entre sí. El acceso a los datos puede estar restringido o puede haber restricciones en su cobertura.
Para abordar estos desafíos, Open Data Watch, a través del financiamiento del Fondo de Transparencia del Banco Interamericano de Desarrollo, desarrolló en cinco países de América Latina y el Caribe (Chile, El Salvador, Panamá, Paraguay y Trinidad y Tobago) una serie de talleres con el fin de abordar elementos esenciales sobre la cobertura y accesibilidad de los datos, aplicar una encuesta sobre las brechas de datos existentes en varios sectores, generar una lista de verificación de aspectos centrales para la apertura de datos (como licencias y formatos de archivo), y realizar una revisión de cómo las personas utilizan los datos disponibles en las ONE.
Si bien esta serie de talleres se adaptó en gran medida a las circunstancias y desafíos específicos de cada país, surgieron cinco lecciones comunes sobre cómo los países de la región y, específicamente las ONE, pueden tomar algunos pasos prácticos para mejorar significativamente la accesibilidad, la cobertura, el uso y el impacto de datos.
¿Cómo las Oficinas Nacionales de Estadística pueden abordar los desafíos actuales en el uso, accesibilidad e impacto de los datos abiertos?
1. Definir los “datos abiertos” con claridad
Los datos abiertos son cruciales para asegurar la accesibilidad a los datos como un bien público. Durante el primer encuentro con cada país, se expusieron estándares técnicos (siguiendo las directrices establecidas por los principios de Open Definition)para asegurar que los datos puedan ser “abiertos” mientras se protege escrupulosamente la privacidad en términos de microdatos. Establecer y seguir estándares para los formatos de archivo y metadatos puede realizarse rápidamente, de modo que el intercambio de datos sea mucho menos complicado.
2. Entender a las personas usuarias de los datos
Si bien varios de los países ya contaban con herramientas de analítica web como Google Analytics, estas herramientas no estaban siendo utilizadas con regularidad para evaluar qué datos eran más importantes o para conocer qué grado de dificultad enfrentaban las personas en el acceso a los datos disponibles. Una vez entendido el contexto de la demanda de datos al que se enfrentaba la ONE de turno, los ajustes mínimos a un sitio web mostraron tener un gran impacto en la capacidad de las personas para encontrar la información con mayor facilidad.
Otras técnicas adicionales (aunque subutilizadas), como encuestas o feed-back de personas usuarias, otorgaron resultados prometedores como herramientas para que las ONE comprendan mejor a su público y así, adaptar mejor sus soluciones centrándose en las personas usuarias.
3. Desarrollar y compartir planes de acción para los sitios web de las Oficinas Nacionales de Estadística incorporando pautas para licencias y formatos de publicación
En cada país, como resultado de los talleres, se desarrolló un plan de acción. Las licencias fueron un tema particular. Se encontró, por ejemplo, que algunos países del Caribe estaban utilizando una política restrictiva sobre la reutilización de datos, lo cual podía solucionarse de forma sencilla mediante el uso de una plantilla de licencia personalizable, para ajustarse al estándar internacional de licencias “abiertas”. Este fue un paso importante hacia la apertura de datos y, quizá, un aspecto invisibilizado en su rol catalizador para el uso e impacto de los datos.
4. Coordinar la producción de datos para abordar la interoperabilidad y las brechas de datos
Los encuentros propiciaron un espacio para que los productores de datos hablaran entre sí. En Panamá y Paraguay, se invitó a otros ministerios a unirse al taller. En Trinidad y Tobago, otros ministerios se unieron a las instancias posteriores a las discusiones técnicas específicas de la ONE. En el caso de Chile y Paraguay, los talleres ofrecieron la oportunidad de centrarse en las brechas de datos de sectores específicos, como género. Pero en todos los casos, los intercambios entre los productores de datos sobre las brechas, los problemas de interoperabilidad y las necesidades de las personas usuarias se consideraron excepcionalmente útiles y mutuamente beneficiosas.
En este marco, se animó a los países a coordinar reuniones con otros productores de estadísticas para hablar de cuestiones relacionadas con los datos abiertos y acordar normas de difusión, de modo que la apertura de los datos gubernamentales no varíe entre productores.
Las buenas prácticas incluyen empezar con un grupo de trabajo para hablar sobre datos abiertos o difusión y normas en general, durante reuniones programadas regularmente. También se alentó a decidir, como mínimo, una licencia de datos común, los conjuntos de datos que deberían publicarse, los desgloses prioritarios y las clasificaciones comunes (en particular, normas geográficas, ya que se aplican a todos los tipos de datos).
5. Crear conciencia sobre el uso, la cobertura y la accesibilidad de los datos en las tareas diarias de las Oficinas Nacionales de Estadística
El liderazgo político y el compromiso con los datos abiertos en los niveles superiores de las ONE y los ministerios es importante. Estos elementos no solo facilitan la cooperación entre los productores de datos, sino que proporcionan una estructura para que los problemas de datos abiertos se integren al trabajo cotidiano, en lugar de ser considerados procesos adicionales.
Datos abiertos para mejorar vidas
Tal como señala el International Open Data Charter, los datos abiertos permiten a los gobiernos, a la ciudadanía, a las organizaciones de la sociedad civil y al sector privado tomar decisiones basadas en evidencia. El acceso efectivo y oportuno a los datos puede impactar en la generación de ideas innovadoras, cuyas externalidades redunden en beneficios sociales y económicos, mejorando la calidad de vida de las personas en todo el mundo.
La serie de Talleres de datos abiertos se enmarcan en un conjunto de acciones más amplias que buscan aumentar las capacidades técnicas para abrir y usar datos. Estas acciones permiten que se fortalezcan las capacidades estadísticas de los países y se proporcionen más y mejores datos para la rendición de cuentas. A medida que los países dan seguimiento a las discusiones en los talleres, estos pueden identificar su posicionamiento en la cadena de valor de los datos y ver cómo se modifica su puntaje en el Inventario de datos abiertos (ODIN), el cual evalúa la apertura, cobertura y accesibilidad de las estadísticas oficiales en más de 190 países.
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