Safety y security son dos términos que en español se traducen por una misma palabra: seguridad. Sin embargo en el ámbito del transporte cada uno tiene un significado diferente, y esto tiene especial importancia a la hora de garantizar el éxito de dicha seguridad. Hablamos de dos términos diferentes, “prevención” (safety) y “protección” (security) o dicho de otra forma la seguridad operacional y la seguridad física.
La seguridad frente a riesgos accidentales (safety) o seguridad operacional surge como una necesidad para prevenir muertes y lesiones accidentales causadas por actividades de origen técnico, laboral o natural que, por lo general, se pueden evitar con buenos procedimientos (prevención). En el transporte, esta acepción incluye la seguridad de los operadores y los pasajeros mientras utilizan el medio de transporte (Seguridad Vial). La seguridad operacional, si bien se basa en las mejores prácticas, tiene en la mayoría de los países mandatos legales claros y jurisprudencia que rige su práctica.
En cambio, la seguridad física o frente a riesgos malintencionados (security) se refiere a proteger algo valioso de una interferencia deliberada (protección). Está relacionada con riesgos de origen antisocial (terrorismo, secuestros, piratería, actos de interferencia ilícitos, etc.) y requiere una respuesta física ante esa amenaza externa. Normalmente, se trata de un problema provocado intencionalmente por personas para causar daño a otras personas, a bienes patrimoniales, a medios de transporte, a infraestructuras, etc. aunque también incluye los desastres naturales o los riesgos materializados debido a la falta de mantenimiento de vehículos o infraestructuras.
¿Cómo afectan el terrorismo y las actividades ilícitas al transporte?
Los sistemas de transporte, pasajeros y mercancías han sufrido históricamente inseguridad física por lo que los sistemas de seguridad y protección han evolucionado en respuesta a la presencia (o ausencia) de incidentes de alto perfil, que involucran actos de terrorismo y actividades ilícitas. Aunque ambos buscan explotar las debilidades del transporte, lo hacen por razones diferentes:
- para el terrorismo, como actividad que busca formas de destrucción e interrupción para forzar una agenda política, ideológica o religiosa, el transporte es un objetivo.
- para las actividades delictivas, que buscan un rendimiento económico de las transacciones ilegales como drogas, armas, piratería e inmigración ilegal, el transporte es una herramienta.
Además, los cambios tecnológicos plantean nuevos escenarios en los que la cantidad de información disponible puede mejorar la seguridad física de la carga, los pasajeros y la infraestructura, pero, en contrapartida, el hecho de acceder digitalmente a más información plantea retos sobre quién y cómo maneja de forma ‘’segura’’ esa información. En este sentido, las agencias reguladoras y operativas de transporte tienen oportunidades y responsabilidades importantes relacionadas con la seguridad y la ciberseguridad.
¿Por qué es tan importante la seguridad física?
La infraestructura de transporte es fundamental para el funcionamiento de la economía y los terroristas pueden tener motivos para interrumpirla. Proteger los sistemas de transporte es un reto grande. Los inspectores de aeropuertos, puertos, agentes de aduanas, operadores de tránsito, inspectores de seguridad, policías, oficiales de inteligencia y otras personas involucradas en la implementación de medidas de seguridad se enfrentan a la misión de asegurar una red ampliamente conectada y globalmente abierta sin afectar a los usuarios o al servicio de transporte como tal. El objetivo es minimizar las interrupciones en el comercio, inconvenientes a pasajeros y costes para generadores de carga y sus clientes.
Siempre se había pensado que tener medidas de seguridad en sistemas de transporte público, parecidas a las de aeropuertos sería contraproducente y que debería primar un sistema eficiente y efectivo, abierto a todos los usuarios, accesible y enfocado en el nivel de servicio. La teoría era que, si una persona tenía que llegar dos horas antes a la estación de bus o metro para cumplir requisitos de seguridad e inspección, fácilmente tomaría su vehículo privado.
Esta creencia parece estar a punto de cambiar. La Autoridad Metropolitana de Transporte de Los Ángeles sería la primera ciudad en Estados Unidos en utilizar escáneres portátiles en su sistema metro y tren ligero para detectar explosivos (Pekín ya los tiene en funcionamiento). Este proyecto piloto, puesto en marcha bajo la coordinación del Transport Safety Authority (TSA) de EEUU se está también trabajando con la Bay Area Rapid Transit de San Francisco, el sistema de tránsito de Nueva Jersey, estaciones de Amtrak en la Penn Station de Nueva York y en la Union Station de Washington DC. Este avance significativo en la protección de usuarios del transporte público no reemplaza, sin embargo, a personal de seguridad, cámaras de circuito cerrado y otras medidas.
¿Cómo está América Latina y el Caribe en términos de seguridad física del transporte?

Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos nuevas y más estrictas medidas de seguridad fueron puestas en marcha alrededor del mundo, especialmente en transporte aéreo y marítimo. América Latina y el Caribe no fueron la excepción. Sin embargo, aún tenemos problemas por pérdidas y daños a la mercancía y a los vehículos, por tráfico ilegal de personas, drogas y armas, entre otros. En el ámbito del transporte de pasajeros predomina la sensación de inseguridad, especialmente por parte de mujeres, existen vehículos de transporte público (y privado) que no cumplen las condiciones mínimas de seguridad, algunas estaciones o vehículos no tienen cámaras CCTV, lo que resta confiabilidad al sistema en caso de que se presente un acto ilícito.
Según el Índice de Competitividad Global (ICG 2017–2018) la percepción de seguridad en el transporte en América Latina y el Caribe en general es baja, siendo el terrorismo, el crimen organizado, la violencia y la poca confianza que inspira la policía los principales factores que influyen en esta percepción, que termina impactando la economía.
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