Una alternativa sostenible de transporte urbano
Primer escenario. Celia proviene de una pequeña comunidad en las inmediaciones del Lago Tititaca pero se tuvo que mudar a El Alto con sus tíos para poder estudiar y trabajar. Comienza su jornada a las 6 de la mañana. Sale de casa, camina 15 minutos hacia la parada del autobús, logra entrar y, con suerte, sentarse. Después de 60 minutos con tráfico y baches además de un nivel de ruido sensiblemente alto se baja en el centro de La Paz donde, tras 15 minutos de espera, toma otro bus que la acercará a su trabajo 30 minutos después. Son las 8 de la mañana y han pasado dos horas desde que salió de casa.
Por la tarde, el recorrido inverso se alarga 15 minutos más debido a la congestión de la hora pico.
En total, 4 horas y 15 minutos diarios, a un coste total de 11 bolivianos (1,59 dólares). El caso de Betty es parecido. También está acostumbrada a los múltiples trayectos y rutas para llegar a La Paz, donde estudió y ahora trabaja. Gasta unos 16 bolivianos (2,32 dólares) y se pasa casi 4 horas y veinte al día en diferentes modos de transporte.
Segundo escenario. Celia y Betty salen de sus casas a las 6:30 am. Toman un autobús cuyo trayecto dura 30 minutos. Caminan hasta la estación de teleférico que las acerca en 25 minutos al centro. Se bajan y vuelven a tomar otro autobús hasta llegar al trabajo 20 minutos más tarde. Son las 8 de la mañana y han pagado 21 bolivianos cada una (3,04 dólares). En tiempo, 1 hora y 15 minutos. Contando la vuelta, 2 horas y media diarias.
¿Qué escenario escogerías en cada caso? Para Celia, con el segundo ahorra alrededor de una hora y media a un coste promedio adicional de 10 bolivianos (1,45 dólares). En el caso de Betty, el ahorro en tiempo se sitúa en una hora y cincuenta minutos con un coste promedio adicional de 5 bolivianos (0,72 dólares). La elección de cada uno de nosotros dependerá del valor que cada uno le demos a nuestro tiempo. En promedio, los habitantes de América Latina viajan durante hora y veintiocho minutos al día en sus trayectos al trabajo. Y un 40% de la población tardan más de hora y media.
Celia y Betty forman parte del programa de pasantes que ha desarrollado la Oficina del BID en Bolivia en los últimos años con el objetivo de apoyar la integración profesional de jóvenes provenientes de grupos indígenas y afrodescendientes.
Ello supuso la llegada de nuevos compañeros a la Representación del BID que tuvieron que desplazarse desde sus poblaciones a vivir y trabajar a las ciudades de La Paz y El Alto.
En Bolivia, así como en otras zonas de la región, la necesidad de proveer de una mayor movilidad a comunidades urbanas con escasos recursos a partir de mejoras en la conectividad y la accesibilidad ha llevado a proyectar modelos de transporte alternativos. Los teleféricos han sido planteados como una alternativa de transporte urbano en América Latina y el Caribe. Inicialmente diseñados como un transporte recreativo en pistas de ski, este modo de transporte se ha presentado como una alternativa real para ciudades donde las condiciones orográficas resultan favorables y donde pueden resultar realmente competitivos.
Tras su implementación inicial en varios países como Colombia, Venezuela o Brasil, Bolivia desarrolló este sistema de transporte aéreo por cable uniendo las ciudades de La Paz y El Alto a mediados de 2014.
En un año, Mi Teleférico ha transportado a más de 10 millones de pasajeros a través de sus tres líneas iniciales, verde, roja y amarilla.
Esto ha llevado al desarrollo de nuevas líneas que continúen tejiendo una red de transporte urbano que complemente la actual oferta de transporte municipal compuesta por el Puma Katari en La Paz y el Sariri en El Alto, así como los tradicionales truffis, taxis, buses y demás modos de transporte.
Sin embargo, el ahorro de tiempo no resulta la única variable de interés a la hora de analizar estos novedosos medios. Este tipo de infraestructura impacta no sólo sobre los niveles de accesibilidad, asequibilidad y disponibilidad del servicio, sino también sobre el ingreso, el acceso al mercado laboral, la seguridad, la educación y el género y, en definitiva, sobre la calidad de vida de las comunidades urbanas. Por ello el sistema de teleférico debe ser analizado en profundidad para valorar de modo integral su éxito y sus posibilidades dentro de la región. El BID se ha propuesto esta apasionante tarea. Seguiremos informando.
* Javier Game es Jefe de Operaciones de la Representación del BID en Bolivia, y Gregoire Garsous es economista en la Gerencia de Infraestructura y Medio Ambiente del BID.

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