Cuando estamos por tomar un avión, hay muchos pensamientos que invaden nuestras mentes, desde la alegría del viaje y destino por delante hasta el temor de cualquier accidente que nos hace rezar al despegar. Sin embargo, pocos solemos pensar en cómo se coordinan los aterrizajes y despegues, y en la tecnología necesaria para cumplir esta tarea. Estas labores diarias requieren de infraestructura, equipos y personal especializado para enfrentar el desafío de operar y abastecer una gran demanda de vuelos. Bolivia no es excepción, y nos recuerda de la importancia de mantener los aeropuertos en estado óptimo o rehabilitarlos para garantizar operaciones seguras y eficientes.
Los departamentos de Pando y Beni están ubicados en un geografía desafiante, con poca conectividad vial con el eje troncal y el resto del país, lo que representa desventajas en términos de competitividad.
Durante el paso del tiempo, los aeropuertos de Cobija (Pando) y Trinidad (Beni) se fueron deteriorando, alcanzando la vida útil de pistas, plataformas e instalaciones, dificultando que las operaciones mantengan un buen nivel de servicio. Asimismo, en Cobija se identificaron a 136 familias que habitaban próximos a los umbrales y muy cerca a los predios del aeropuerto. Esto no solamente representaba un riesgo en las operaciones, sino también un riesgo para la vida de estas familias. En el caso de Trinidad, se identificaron a 9 familias que solían vivir en condiciones precarias dentro de los hangares del aeropuerto.
Ante esta situación, el Gobierno de Bolivia planteó una propuesta para responder a las necesidades mediante la elaboración de un plan integral para rehabilitar, ampliar y modernizar los aeropuertos de estas ciudades. Las necesidades más inmediatas se financiaron a través del contrato de préstamo 2951/BL-BO con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual además incorporó innovaciones adicionales en las áreas del medio ambiente, tecnología y digitalización, creando así el Programa de Infraestructura Aeroportuaria, Etapa I.


A inicios del año 2021, se finalizaron las obras del aeropuerto de Cobija y, un año después, las obras en Trinidad.
Actualmente, ambos aeropuertos cuentan con pistas nuevas, diseñadas para operaciones comerciales de gran capacidad. Poseen plataformas ampliadas y equipamiento contra incendios; se mejoraron los sistemas de balizamiento y ayudas visuales con tecnología LED, los cuales permiten tener operaciones nocturnas que antes no eran posibles. Adicionalmente, en Trinidad se amplió la terminal de pasajeros y se rehabilitó la terminal antigua.

Hoy, ambos aeropuertos cuentan con altos estándares de calidad, basados en las recomendaciones de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC). De esta manera, se priorizaron las mejoras en seguridad operacional y la posibilidad de a futuro contar con operaciones internacionales.
Beneficios adicionales del programa resultaron a partir de la reducción de costos de viajes de los pasajeros; la generación de empleo de manera directa e indirecta y las nuevas capacidades técnicas desarrolladas para la operación aérea. Otros beneficios se revelarán a lo largo del tiempo, resultantes de nuevas oportunidades, aumento del tráfico de pasajeros, destinos y nuevas aerolíneas asociadas. Finalmente, uno de los mayores beneficios fue el valor humano detrás del proyecto.
El rostro humano detrás del proyecto

Como se mencionó antes, las familias que habitaban alrededor de los aeropuertos eran de escasos recursos y vivían de forma muy precaria. Tomando en cuenta la posibilidad de generar mejores oportunidades para estas personas se implementó el Plan de Reasentamiento Involuntario del Programa. Este permitió que un total de 145 familias en urbanizaciones de Trinidad y Cobija fueran relocalizadas; convirtiéndose en propietarias de terrenos y viviendas unifamiliares con todos los derechos reales garantizados.
Este reasentamiento de 145 familias logró un cambio tangible en la calidad de vida de estos hogares, transformando su diario vivir, y ejemplifica la integralidad de los proyectos financiados por el BID en busca de mejorar vidas, de todas las maneras posibles y en cada rincón de la región.
La próxima vez que volemos, tal vez pensaremos en las vidas que toca y sostiene el aeropuerto de donde partimos, sus empleados y personas que habitan en su alrededor. Y nos llevaremos un pedacito de sus sueños y logros por encima de las nubes, pues sin ellos no habría despegue.
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