Por Fabián Koss
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Recientemente tuve una conversación por Skype con Alejandra Villafuerte, en preparación para nuestra conferencia sobre Deportes para el Desarrollo en la sede del BID. Ella maneja el programa de Salvemos a los Niños Internacional en La Paz, Bolivia.
Me contó que el programa estaba “salvando a muchas niñas que estaban encaminadas a sumarse a las pandillas, otorgándoles una nueva perspectiva, y más importante, la importancia de que sumen a otro tipo de equipo”.
“Es un proyecto transformacional”, agregó, y dijo tener muchas ganas de presentar sus resultados en Washington.
Salvemos a los Niños Internacional es uno de muchos programas que usan deportes como herramienta para ayudar a prevenir el crimen en algunas de las regiones más violentas del mundo. Compartiendo las mejores prácticas para asegurar que estos programas sean efectivos es uno de los temas centrales de la conferencia el próximo 31 de enero.
A título de ejemplo, dos programas para destacar.
MIFALOT, basado en Tel Aviv, utiliza el fútbol para fomentar una cultura de paz y coexistencia entre israelíes, palestinos y jordanos. Las partes en conflicto tienen la oportunidad de jugar, interactuar y trabajar juntos como equipo. MIFALOT ya tiene más de 300 programas atendiendo a 20.000 niños en el medio oriente. Están expandiéndose internacionalmente en países como Camerún, Ruanda, Angola, Benín, India y Haití. Jóvenes palestinos e israelíes jugaron un partido de fútbol ante un estadio lleno en Los Ángeles, previo un encuentro amistoso entre el Real Madrid y LA Galaxy. MIFALOT se encuentra en conversaciones con Fútbol con Corazón, un exitoso programa de Deportes para el Desarrollo en Barranquilla, para posiblemente aterrizar su modelo en Colombia.
Otro ejemplo es el programa A Ganar del BID, que ha sido utilizado en Ciudad Juárez, entre otras áreas vulnerables a la violencia. Casi 9.000 jóvenes han participado. En Brasil, Ecuador y Uruguay, más de 70 por ciento de los participantes regresan a la escuela, o fundan su propia empresa o logran tener un empleo tras su participación en A Ganar.
Una evaluación de impacto del programa (inglés) realizado conjuntamente con la Ross School of Business at the University of Michigan, señaló que de cada dólar invertido, el retorno a la inversión social (en sueldos más altos, tiempo de permanencia en la escuela, etc.) es de US$1.49.
Aún queda mucho por aprender, pero de una cosa hay certeza: hay un creciente apetito de los sectores públicos, privados y de la sociedad civil para explorar cómo sus programas en el futuro pueden incorporar componentes deportivos en sus iniciativas para prevenir la violencia juvenil.
Si se encuentra en DC el próximo 31 de enero, averigüe sobre nuestra conferencia sobre Deportes para el Desarrollo, realizada conjuntamente con el Consejo de las Américas.
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