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Si se realizara una encuesta en muchos países de América Latina y el Caribe sobre qué se debería hacer para reducir los delitos y la violencia, probablemente, gran parte de la población respondería que solo son necesarios más policías en las calles dedicados a prevenir el crimen y atrapar a los delincuentes. Sin embargo, la evidencia indica que esta medida por sí sola no alcanza y que las fuerzas de seguridad no son las únicas responsables de prevenir y controlar el delito.
Un desafío tan complejo necesita de la participación de otros actores de la sociedad, estatales y no estatales, e incluso, las mismas fuerzas de seguridad pueden realizar otras tareas muy significativas para bajar los índices de criminalidad.
En esta línea, el concurso del BID Gobernarte: el Arte del Buen Gobierno, en su categoría Gobierno Seguro ha premiado tres buenas prácticas de gestión de la seguridad ciudadana contribuyendo con la evidencia que concluye que la convocatoria a diferentes actores –más allá de las fuerzas de seguridad- es clave para prevenir el crimen y la violencia. Sus conclusiones han sido resumidas en una publicación técnica del Banco.
El modelo de Gestión por Resultados del Pacto por la Vida de Pernambuco, Brasil, que ha permitido disminuir los índices de criminalidad en uno de los estados más violentos del país, fue premiado por presentar algunas características innovadoras. Entre ellas, se destaca la generación de información clave para el análisis delictual almacenado a partir del sistema Compstat –implementado originariamente en Nueva York en 1994–, el cual ha contribuido a una mejora en la calidad de la información, tanto de registros estadísticos como de indicadores intermedios y de procesos; y el monitoreo constante y la evaluación de las acciones llevadas a cabo, buscando alcanzar los resultados comprometidos a través de diferentes metas. Un aspecto fundamental del modelo ha sido la participación de diferentes actores, tanto de órganos de seguridad del Estado, como también del Poder Ejecutivo y Judicial, y la integración operativa de la Policía Militar y la Policía Civil que tienen una trayectoria de mucho distanciamiento e, incluso, rivalidad en Brasil, quienes lograron alcanzar un alto nivel de coordinación.
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La Red de Asistencia de seguridad pública para la Lucha contra la Violencia Doméstica y Familiar de Rio Grande do Sul,Brasil, es otro de los programas que ha sido premiado, no solo por sus resultados concretos, sino también por su carácter innovador y por ser fácil de replicar, particularmente en el contexto brasileño. El proyecto se caracteriza por la constante capacitación de sus profesionales, la participación de la comunidad, la transversalidad en los servicios ofrecidos por las instituciones y la efectiva coordinación de acciones entre diferentes poderes del Estado, particularmente entre el Ejecutivo y el Judicial y entre la Policía Civil y la Policía Militar que, al igual que en el caso de Pernambuco, han demostrado que son capaces de trabajar en forma coordinada y exitosa. El Programa se destaca, además, por la prestación de atención especializada a las mujeres víctimas de violencia y el empoderamiento de estas, promoviendo su inclusión social a través de políticas de seguridad ciudadana.
Finalmente, el Programa Vínculos, de Santa Fe, Argentina, parte de un enfoque sobre la prevención social primaria de la violencia, que involucra tanto la violencia juvenil, como la de género y a nivel de la comunidad, y también hace foco en la seguridad vial. Fue premiado por ser un proyecto promisorio para la región, dado que promueve el desarrollo de capacidades con un enfoque bottom-up, es decir desde abajo hacia arriba, e incorpora a gran cantidad de sectores gubernamentales –no solo a la Policía– y no gubernamentales evitando que los aspectos burocráticos interfieran en la ejecución del programa reduciendo su eficiencia y efectividad. El gobierno provincial, en lugar de concentrar los recursos, decidió promover un proceso de descentralización que permite que los municipios manejen sus recursos, diseñando, ejecutando y evaluando los proyectos, y transfiriéndoles conocimiento y capacidades desde el nivel administrativo más alto. En este sentido, una característica destacable es la participación ciudadana, dado que el programa pudo apoderarse de la idea de que a medida que desciende el nivel administrativo, aumentan las probabilidades de que la ciudadanía colabore, apoye y se apropie de las iniciativas gubernamentales.
Los programas premiados presentan, por lo tanto, características similares entre sí, manteniendo sus rasgos específicos. Si bien definen su particularidad en los distintos focos poblacionales y territoriales, en las metodologías implementadas y en los marcos teóricos que hay detrás de cada uno de ellos, los tres tienen su génesis en asuntos que afectan la convivencia y la seguridad ciudadana, y buscan reducir el crimen y la violencia a partir del involucramiento de diferentes actores, quienes han demostrado que es posible trabajar en forma coordinada y efectiva.
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