Prevenir la violencia es una tarea que comienza desde la infancia. Según las estadísticas más recientes, dos de cada tres niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe son víctimas de maltrato infantil o disciplina violenta en el hogar. Esto promueve la transmisión intergeneracional de la violencia y tiene un estrecho vínculo con otras conductas delictivas. Una clave para erradicar este tipo de violencia está en mejorar las prácticas de crianza, para lo cual se requiere el fortalecimiento de las capacidades institucionales para poder implementar intervenciones sociales de manera efectiva.
La exposición a la violencia durante la niñez es una vulneración de los derechos humanos que se asocia con dramáticas consecuencias a lo largo de la vida, por ejemplo:
- El maltrato infantil tiene una correlación con afectaciones a la salud, tanto físicas como psicológicas para las víctimas.
- La violencia a niños, niñas y adolescentes incrementa el riesgo de que las personas menores se expongan a prácticas delictivas, tengan bajo rendimiento académico y/o estén sin empleo.
- La violencia infantil incrementa la probabilidad de que la niñez reproduzca prácticas violentas o se exponga a ellas en su adultez, perpetuando el ciclo intergeneracional de la violencia.
Por estos motivos, no es de sorprender que uno de los objetivos de desarrollo sostenible sea poner fin al maltrato y toda forma de violencia contra los niños y las niñas (ODS n°16.2).
La consecución de este objetivo no es sencilla. Por ejemplo, una elevada proporción de personas adultas que tienen menores de edad a su cuidado justifican la violencia y afirman que el castigo físico es necesario para una adecuada educación.
¿Cómo se puede promover la mejora en las prácticas de crianza para erradicar la violencia por parte de padres, madres y cuidadores?
La capacidad institucional para implementar intervenciones sociales de manera efectiva es fundamental. Por ello, el Banco Interamericano de Desarrollo ha evaluado recientemente dos intervenciones que brindan variadas enseñanzas para avanzar en esta dirección.
Una de ellas fue realizada en Jamaica y su objetivo fue reducir las prácticas coercitivas entre personas cuidadoras de niños, niñas y adolescentes de los 6 a 15 años por medio de visitas a domicilio y las participación en talleres grupales; y la segunda se realizó en El Salvador, para fomentar prácticas de crianza positivas y gestionar el estrés en tiempos de incertidumbre entre personas cuidadoras de niños y niñas menores de 8 años por medio del canal de comunicación WhatsApp.
1. Jamaica: de la coerción al estímulo positivo en niños, niñas y adolescentes
La elevada prevalencia de prácticas disciplinarias violentas es un serio desafío en Jamaica. Para enfrentar este reto, el Ministerio Nacional de Seguridad de Jamaica puso en marcha una intervención orientada a reducir las prácticas parentales coercitivas entre personas cuidadoras de niños y niñas de 6 a 15 años (disponible en inglés).
¿En qué consistió la iniciativa para la reducción del maltrato infantil en Jamaica?
La iniciativa ofreció visitas a domicilio de una persona formadora en crianza durante seis meses y la invitación a tres talleres grupales en los que trabajadores sociales compartían prácticas de crianza positivas con padres, madres y cuidadores.
Para favorecer la recepción y efectividad de la intervención, las y los formadores en crianza fueron seleccionados entre las personas de las mismas comunidades y recibieron 60 horas de instrucción en temas que incluyen auto-cuidado, comprensión de los niños y niñas, y cómo brindarles orientación y motivación.
¿Qué resultados tuvo la intervención sobre las prácticas de crianza y el maltrato infantil en Jamaica?
Con el fin de evaluar el impacto de la iniciativa, se midió la prevalencia de prácticas de crianza coercitiva, antes y después de las intervenciones, entre aquellas personas que recibieron la intervención y un grupo de control.
El estudio demostró una reducción significativa del maltrato. En particular, la intervención bajó entre 32% a 35% la probabilidad de que los padres gritaran y golpearan a sus hijas e hijos por mal comportamiento.
Además, a partir de la intervención, las prácticas para alentar positivamente a sus hijos e hijas aumentaron en un 8%. Por su parte, los niños y las niñas también reportaron recibir menos gritos y golpes (8% y 12% de mejor en índices de ocurrencia de estos hechos, respectivamente).
Inclusive, las mejoras fueron aún mayores en las familias con las prácticas más disfuncionales, lo que da cuenta de su potencial para ser replicado en comunidades y entre grupos vulnerables.
2. El Salvador: promoviendo un mejor cuidado infantil por medio de WhatsApp
La pandemia de COVID-19 empeoró y aumentó los casos de violencia doméstica, tanto a mujeres como niños, niñas y adolescentes. El confinamiento, el distanciamiento social y la disponibilidad restringida de los servicios de atención social impactaron negativamente en la salud mental de los cuidadores y cuidadoras, aumentando el riesgo de maltrato infantil.
¿En qué consistió la iniciativa para la reducción del maltrato infantil en El Salvador?
Para reducir el impacto de esta difícil coyuntura, la organización Glasswing International realizó una intervención digital gratuita en El Salvador, documentada y evaluada por el BID en este estudio. Su objetivo era ayudar a gestionar el estrés y entregar técnicas de crianza positiva a los cuidadores y cuidadoras de niñas y niños menores de 8 años.
La intervención tuvo dos componentes:
- Habilidades para gestionar el estrés generado por la crianza de niños y niñas: En este componente, se entregaban herramientas a los cuidadores y cuidadoras para identificar factores estresantes y técnicas para poder mejorar su bienestar mental, a través de ejercicios como la meditación, la respiración y el autocontrol.
- Técnicas de crianza positiva: En este componente, se entregaron guías para fomentar una vida familiar armoniosa, mediante técnicas como la anticipación y la perspectiva, que ayudan a evitar el castigo como recurso para controlar a los y las menores.
El grupo recibió toda la información vía mensajes de texto y/o WhatsApp, lo que permitió monitorear quiénes abrían los mensajes y los contenidos.
¿Qué resultados tuvo la intervención contra el maltrato infantil en El Salvador?
La participación de la audiencia fue alta, siendo más del 70% de las personas cuidadoras quienes abrieron los mensajes a lo largo de toda la intervención.
Pese a que los cuidadores y cuidadoras mostraron más estrés después del curso, a través de encuestas de seguimiento, mostraron una probabilidad 48% mayor de comprender el estrés y utilizar técnicas para gestionarlo, y una adopción de 7% mayor en técnicas de crianza positiva en comparación con quienes no recibieron los contenidos.
¿Qué podemos aprender sobre estas intervenciones para combatir el maltrato infantil en América Latina y el Caribe?
Los ejemplos estudiados anteriormente dan cuenta de intervenciones que pueden adoptar los distintos países de América Latina y el Caribe para reducir el maltrato infantil. Entre los principales desafíos está encontrar formas para que estas iniciativas sean escalables a nivel nacional y en toda la región, tarea que resulta imposible sin el apoyo de los gobiernos.
Además de poder generar servicios de información, orientación y referencia para cuidadores y cuidadoras, y mecanismos de ayuda y denuncia en casos de violencia contra niños y niñas, es vital seguir implementando intervenciones para mejorar las prácticas de crianza en hogares y prácticas de enseñanza en las escuelas. Para reducir el crimen y la violencia de raíz, es fundamental, y constituye un gran reto, medir adecuadamente la prevalencia de este tipo de violencia para detectar los casos de maltrato infantil de manera oportuna.
La erradicación de la violencia en América Latina y el Caribe requiere de mecanismos holísticos que ayuden a terminar con el maltrato desde la infancia. Necesitamos programas de asistencia integral, con apoyo legal, psicológico, médico, financiero, de vivienda y otros servicios complementarios como alimentación, acompañamiento, y referencia. Para esto es clave que tanto las instituciones de seguridad y justicia como las del sector salud y de protección de la infancia trabajen juntas y desarrollen políticas públicas basadas en evidencia.
Para saber más sobre estas iniciativas descarga nuestras nuevas publicaciones: “¿Ayudar a las familias a ayudarse a sí mismas? Efectos (in)deseados de un programa digital de crianza” y “Mitigación de la crianza coercitiva a través de visitas domiciliarias: los impactos de un programa de crianza dirigido a comunidades vulnerables en Jamaica” (en inglés).
Leave a Reply