Por Carlos Santiso
América Latina y el Caribe tiene una de las mayores diversidades culturales del mundo, con 150 millones de afrodescendientes y 40 millones de indígenas. También es una de las más violentas; el índice de homicidios equivale a tres veces el promedio mundial, seis veces la tasa de EEUU y 20 veces la del Reino Unido.
Un desafío clave es contar con buena información desagregada por raza y etnia. Las estadísticas sobre los delitos están mejorando, pero hay muchos países que no tienen en cuenta la dimensión de la etnicidad, no solo para los datos sobre los delitos sino también para otros sectores, como la salud, la educación y el mercado laboral. En algunos países, el censo de población no registra los grupos étnicos de los ciudadanos. Además, hay muy pocos datos sobre el delito más “silencioso” de todos: la violencia doméstica y la violencia contra la mujer.
En los lugares donde hay datos disponibles, la evidencia sugiere que la violencia interpersonal afecta de forma desproporcionada a los grupos étnicos y raciales. Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala y Trinidad y Tobago informan las estadísticas sobre los delitos por raza o grupo étnico y México solo informa una variable basada en la raza de las víctimas de homicidios (si la víctima habla una lengua indígena). La única estadística delictiva que se encuentra disponible públicamente es la de muerte por agresión (homicidio) que, generalmente, es publicada por el Ministerio de Salud de los países. En el caso de otros delitos, no está claro cuántas instituciones de seguridad que recopilan información tienen en cuenta la raza o el grupo étnico tanto de las víctimas como de los agresores.
¿Qué dice la evidencia?
Los datos disponibles describen una situación particularmente preocupante. Brasil y Trinidad y Tobago cuentan con las bases de datos más completas en términos de víctimas de homicidios desagregados por raza y grupo étnico. Los números revelan una disparidad racial de homicidios alarmante, lo cual pone de relieve las brechas de conocimiento que existen en toda la región.
En Brasil, los datos del informe de homicidios del Ministerio de Salud están divididos en cinco categorías de razas y grupos étnicos, según el Censo 2010 (IBGE, 2010): 1) Blancos (Branca); 2) Morenos (Parda); 3) Negros (Preta); 4) Amarillos (Amarella); 5) Indígenas (Indigena). Según el censo, los grupos raciales de Brasil son Blancos (47,7 %), Morenos (43,1 %), Negros (7,6 %), Amarillos (1,1 %) e Indígenas (0,4 %).
En 2012 se registraron 56.325 homicidios en Brasil, lo que representa un índice de 29 homicidios cada 100.000 habitantes. Los afrodescendientes (personas de piel “morena” o “negra”) representaron más del 70 % de las víctimas de homicidios, en comparación con el 26 % que representaron los blancos. Con un ajuste al tamaño de la población respectiva, la tasa de homicidios de los afrodescendientes fue de aproximadamente 42 por cada 100.000, en comparación con los 16 cada 100.000 de la población blanca (FLACSO. Mapa da Violencia. Os Jovens do Brasil 2014). Es importante resaltar que para cerca del 40 % de los homicidios no se registra ningún grupo racial.
Brasil: Tasas de homicidios cada 100.000 habitantes según el grupo étnico de la víctima y el grupo etario (2012)
Fuente: Flacso. Mapa da Violencia. Os Jovens do Brasil 2014
Si nos concentramos en cada grupo racial por edad, la diferencia entre los índices de homicidios es aún más asombrosa. Más del 50 % de las víctimas de homicidios en Brasil tenían entre 15 y 29 años, lo que representa una tasa de 57,6 homicidios cada 100.000 jóvenes. La tasa de homicidios entre los jóvenes afrodescendientes fue de 82,4 homicidios cada 100 000 jóvenes, en comparación con los 29,2 entre los jóvenes blancos. Esta diferencia significa que la probabilidad de ser asesinados que tienen los jóvenes afrodescendientes es tres veces mayor que la de los jóvenes blancos.
Trinidad y Tobago: Tasas de homicidios cada 100.000 habitantes según la etnia de la víctima (2013)
Fuente: Departamento de Análisis de Crímenes y Problemas (CAPA) del Servicio de Policía de Trinidad y Tobago
Al igual que Brasil, Trinidad y Tobago cuenta con datos sobre delitos desagregados por razas o etnias. Durante el período de 1990 a 2014 el promedio de asesinatos fue de 248 por año, según el Departamento de Análisis de Crímenes y Problemas (CAPA) del Servicio de Policía de Trinidad y Tobago. La tasas de homicidios promedio de Trinidad y Tobago fue de 19 homicidios cada 100.000 habitantes durante todo el período. Sin embargo, durante los últimos cinco años de ese período el índice de homicidios subió a 30,2. Según los perfiles de las víctimas del 2013, el 74,7 % de las víctimas eran de origen africano, el 17,9 % de origen indio oriental y el 6,4 % de origen mixto. Las tasas de homicidios más altos pertenecen a las personas de origen africano, mientras que las tasas de homicidios de las personas de origen indio oriental y mixto están por debajo del promedio nacional.
¿Qué se puede hacer?
Es fundamental comprender la naturaleza de la violencia en las comunidades que están formadas por grupos étnicos y raciales, junto con otros factores que generalmente prevalecen, como los niveles bajos de educación y la falta de acceso a los servicios públicos, incluida la seguridad pública y privada.
La generación de estadísticas desagregadas por raza o grupo étnico es importante para comprender no solo los factores de riesgo de las víctimas, sino también las características de los agresores. Fomentar la generación y la divulgación de datos desagregados ayudará a mejorar las políticas públicas y a determinar mejor al asignación del gasto en prevención social.
Además, existen estadísticas de seguridad de los ciudadanos y de justicia que provienen de auto-reportes de la población (como encuestas de victimización) y otras que provienen de los registros administrativos; por lo tanto, analizar las diferencias según la composición étnica también revelará posibles sesgos en el sistema de justicia penal. En estas líneas, el BID está trabajando en un proyecto para desagregar las estadísticas sobre delitos en Colombia, Brasil y Trinidad y Tobago.
Hace poco, se realizó en Cali uno de los talleres que el BID ha estado organizando en la región para promover el diálogo, utilizar información basada en mejores evidencias y datos e integrar la raza y la etnia con el fin de mejorar nuestra comprensión sobre cómo la inseguridad afecta de manera desproporcionada a estos gurpos, en especial a los grupos de afrodescendientes y a las comunidades indígenas. Próximamente, divulgaremos más información sobre este proyecto. Mientras tanto, se puede mirar un video resumen del taller.
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Este fue el primer blog de una serie de dos posts sobre el tema del impacto del crimen y la violencia en las minorías raciales y culturales
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