Aumentar los ingresos fiscales será clave para que la República Dominicana se recupere de la pandemia, retome la senda de la sostenibilidad fiscal y expanda su capacidad de invertir en su gente, incrementando los servicios públicos a sus ciudadanos.
La crisis sanitaria y económica causada por la pandemia del COVID-19 ha forzado al país a implementar medidas de emergencia, que se financiaron a través de un aumento del endeudamiento público. Esto llevó a que al cierre de 2020 la deuda pública de la República Dominicana alcanzara su nivel histórico más alto, llegando a representar cerca del 70% del PIB. El impacto de esta pandemia global sin precedentes agravó una situación que venía registrándose desde antes. Entre 2010 y 2019, al tiempo que la economía dominicana experimentaba uno de los procesos de crecimiento más constantes y acelerados de América Latina, el déficit del sector público consolidado se ubicó en promedio en un 4.3% del PIB, dando lugar a un nivel de endeudamiento público en continuo aumento.
A pesar de este aumento de la deuda, es muy difícil argumentar que ese recurrente desfase entre gastos e ingresos fiscales es producto de un nivel de gasto excesivo. De hecho, en 2019 el nivel de gasto público de República Dominicana fue el 16.6% del PIB, el segundo más bajo de América Latina, ubicándose muy por debajo del promedio regional de 27.2% del PIB. Un nivel de gasto público tan bajo limita la capacidad del Estado de brindar servicios públicos de calidad y de asegurar la igualdad de oportunidades en el acceso a los mismos. Por eso es necesario que el país aumente sus ingresos fiscales como parte de su estrategia de desarrollo sostenible.
Las consecuencias de un nivel de gasto público bajo y poco eficiente: La otra deuda
El bajo nivel de gasto ayuda a explicar por qué, mientras que la economía dominicana crecía a una de las tasas promedio más altas de la región, los índices globales de calidad de vida del país progresaron a un ritmo mucho más lento.
Por ejemplo, de acuerdo con las estimaciones del Informe de Desarrollo Humano 2020 del Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD), República Dominicana es el país de América Latina cuya posición en el ranking de desarrollo humano se encuentra más por debajo de lo que cabría esperar por su PIB per cápita. En contraste, Costa Rica, un país con ingreso per cápita similar, se encuentra seis posiciones por adelante de República Dominicana en términos del índice de Desarrollo Humano.
Esta brecha entre crecimiento económico y mejora en las condiciones de vida del conjunto de la población constituye de por sí también una deuda ‒ del país con sus ciudadanos; particularmente, con los que menos tienen ‒ que requiere ser abordada sin dilaciones y que sin duda se ha visto incluso agravada a raíz de la pandemia y sus consecuencias.

Fuente: Informe de Desarrollo Humano 2020.[1]
Para poder revertir la tendencia al endeudamiento creciente, será necesario reducir la brecha entre gasto público e ingresos fiscales. En ese sentido, continuar y profundizar los esfuerzos que ya se están haciendo para aumentar la eficiencia en el uso de los recursos públicos va a ser clave: de acuerdo con un estudio reciente del BID[2], las ineficiencias técnicas del gasto público en República Dominicana representan el equivalente al 3,8% del PIB.
Así todo, no sería realista esperar que la reducción del déficit fiscal estructural del país se pueda realizar a expensas del gasto público total. Dado el muy modesto nivel de gasto público y los volúmenes de inversión necesarios para cerrar las brechas de oportunidad y calidad de vida ya existentes[3], reducir el nivel de gasto público total habría sido ya sumamente difícil y desaconsejable en el contexto previo al inicio de la pandemia.
En el contexto actual, en que la necesidad de seguir dando respuesta a las consecuencias de la pandemia se mantiene en pie y con un horizonte temporal indeterminado, sería francamente impracticable. Entonces, la solución pasa por – además de aumentar la eficiencia del gasto –incrementar los ingresos fiscales para que el estado pueda atender las grandes demandas sociales por una mayor equidad que requieren, por ejemplo, sistemas de educación y salud que garanticen la igualdad de oportunidades.
Aumentando los ingresos fiscales
Por lo tanto, la reducción del recurrente déficit fiscal va a requerir un aumento significativo de los ingresos que, comparados con los demás países de América Latina son, de por sí, excepcionalmente bajos. En 2019, República Dominicana recaudó solamente 14.4% del PIB, comparado con un promedio de 24% para la región.
¿Qué lleva a que en República Dominicana el nivel de ingresos fiscales sea comparativamente tan bajo? Las razones son fundamentalmente dos:
- La primera es el elevado nivel de incumplimiento tributario. Gracias a las mejoras que se introdujeron en los últimos años en la administración tributaria, se ha comenzado a registrar, por ejemplo, un aumento en la recaudación del principal impuesto, el Impuesto sobre Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) o impuesto al valor agregado, por sobre los niveles de crecimiento en el PIB y en el consumo. Es de esperar que las mejoras todavía en curso y la introducción de otras nuevas, tales como la masificación de la factura electrónica, contribuyan a seguir reduciendo la evasión y la elusión en el pago de impuestos. Sin embargo, por el momento, el nivel de incumplimiento tributario sigue siendo muy alto.
- La segunda razón es la gran cantidad de exenciones y tasas reducidas de los principales impuestos. En el caso particular del ITBIS, por ejemplo, la proporción de la base imponible potencial que está exonerada asciende a más del 50% del total. Sumado a esto, la mayor parte de esos ingresos potenciales no gravados favorecen a los estratos sociales de mayor poder adquisitivo, con lo cual agudiza la desigualdad distributiva en un contexto en el cual amplios sectores de la población viven en la pobreza o en la indigencia. Por otro lado, las numerosas exenciones y alícuotas distintas de los principales impuestos complejizan el sistema tributario y dificultan enormemente la fiscalización del cumplimiento, funcionando en la práctica como un obstáculo muy grande en términos de en cuánto se puede aumentar la recaudación a través de mejoras en la administración tributaria.
Tanto la complejidad del sistema impositivo que dificulta el combate de la evasión y la elusión de las obligaciones tributarias como las exenciones y los demás beneficios impositivos que llevan a que la base imponible de República Dominicana sea una de las más reducidas de la región están plasmadas en la ley. Por lo tanto, para poder introducirles correcciones que permitan elevar la recaudación tributaria a niveles más cercanos a los del resto de la región, resulta inevitable encarar una reforma integral, sin la cual no va a ser posible revertir las dos grandes deudas que acarrea el país de manera sostenible.
La buena noticia es que el país ya ha anunciado su intención de revisar su estructura tributaria. Para que la reforma tenga el éxito deseado, además de asegurar la sostenibilidad fiscal y una mayor igualdad de oportunidades para los dominicanos y las dominicanas, resultará clave que la misma esté basada en un amplio consenso social, como el que se espera alcanzar a través del Pacto Fiscal.
Al mismo tiempo, será fundamental que el diseño de la reforma se base en una evaluación previa rigurosa del modo en que las distintas opciones bajo estudio impactarían ‒ tanto sobre la recaudación como sobre el crecimiento económico, la inversión y la distribución del ingreso, tomando debidamente en cuenta la situación posterior a la pandemia y su evolución esperada en el corto y mediano plazo.
Finalmente, y no menos importante, será indispensable contar con una estrategia de comunicación sólida que contribuya a generar conciencia en los distintos sectores de la sociedad acerca de la necesidad y los múltiples beneficios que la reforma traerá aparejados y el uso que se dará a la mayor recaudación en la atención de las necesidades básicas de la población a fines de mejorar su calidad de vida.
[1] http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2020_overview_spanish.pdf.
[2] https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/Mejor-gasto-para-mejores-vidas-C%C3%B3mo-Am%C3%A9rica-Latina-y-el-Caribe-puede-hacer-m%C3%A1s-con-menos.pdf.
[3] Ver, por ejemplo, https://mepyd.gob.do/wp-content/uploads/drive/DIGEDES/Publicaciones/Plan%20Nacional%20de%20Infraestructura.pdf.
Muy buen articulo en esa realidad dominicana,pero tengo algunas preguntas en mi mente:Qué otras cosas se podrían hacer en el presente mientras se hacen y se implementan esas reformas fiscales? Que planes específicos hay en RD para un desarrollo integral?Que facilidades garantizarían a las empresas del exterior que deseen invertir en proyectos de desarrollo a nivel nacional?Cuales son las áreas de prioridad de inversión en RD según sus estudios y criterios?
Muchas gracias por sus comentarios. Quisiéramos compartir con usted el siguiente enlace a una publicación que puede ayudar a responder las preguntas que nos plantea: https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/BIDeconomics-Republica-Dominicana-Oportunidades-para-un-desarrollo-sostenible-inclusivo-y-resiliente.pdf.
Desde mis conocimientos, la idea que tengo de una reforma fiscal, es la planteada por los columnistas, debe ser integral y equitativa, bajo el sentido que debe revisarse esa estructura legal de concesiones y gratificaciones.
Lo primero que debe surgir es un pacto politico de compromiso y continuidad para emanar una reforma fiscal de este tipo y a seguida el estudio o evaluación de la estructura fiscal, esto bien consensuado y comunicado puede dar un buen fruto de reforma fiscal.
Por esto es mi entender que debe iniciar por la concienciación política.
Muy interesantes y oportunas las justificaciones para una Reforma Fiscal en la RD. ” puntos, la “baja recaudación” la justifico en la informalidad de nuestra economía y en la baja retribución de los recaudos en la población. en sectores como: infraestructura, salud, seguridad, vivienda, etc. La impresión es que lo recaudado se diluye en pagos de compromisos de deuda y en gastos no productivos.
De seguro y por experiencia, toda reforma Fiscal se traduce en nuevos impuestos que desencantan a las fuerzas productivas y encarecen el costo de vida.
Finalmente, lo que sugiero primero es racionalizar el gasto y dirigirlo a crear riqueza peo no para unos cuantos sino para el pais. Gracias