Por: Rosangela Bando, Francisco Gallego, Paul Gertler
Imaginemos el siguiente dilema: Fernanda, directora de una escuela primaria en México, está pensando en comprarle una computadora portátil a su hija, que cursa su quinto año de educación básica. Fernanda piensa que es un buen momento para introducir a su hija en el mundo digital: una computadora debería permitirle obtener excelentes resultados en el colegio. Sin embargo, ¿es una buena idea?
Luego, Fernanda piensa en su rol como directora de escuela. En lugar de comprarle una computadora portátil a su propia hija, ¿debería intentar reunir fondos para comprar computadoras portátiles a todos sus alumnos de quinto y sexto grado? Fernanda quiere que los niños y su escuela tengan excelentes resultados académicos, pero ¿este esfuerzo de captación de fondos vale la pena el tiempo y los gastos en que se incurre?
Los educadores y los responsables de las políticas públicas se enfrentan a preguntas cómo estas todos los días. En 2015, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó un informe que se mostraba muy escéptico a propósito de las tecnologías de la información (TI) en educación, y planteaba que el uso de computadoras en el aula generalmente no ha producido mejoras en lectura, matemáticas o ciencias en los países que invirtieron profusamente en ellos. Se trataba de un mensaje decepcionante, si se tiene en cuenta que entre 2006 y 2012 algunos de los países miembros del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) distribuyeron más de 10 millones de computadoras portátiles en las escuelas públicas de América Latina. A la luz de este informe, a primera vista, puede que estas inversiones en computadoras portátiles no parezcan una inversión bien hecha.
No obstante, el cambio del aprendizaje del texto impreso al digital puede ser efectivo si se tienen en cuenta otros beneficios potenciales, como una mejora del alfabetismo digital, una disminución de los costos de comunicación, mejor acceso a Internet y costo-efectividad. Para investigar esto, en conjunto con Darío Romero, actualmente alumno de Doctorado en la Universidad de Columbia, llevamos a cabo una evaluación aleatoria para medir el impacto de un programa en Honduras denominado Educatrachos en el desempeño educativo de los alumnos.
El programa Educatrachos y la evaluación
El programa Educatrachos, lanzado por el ministerio de educación de Honduras en 2013, reemplazó los libros de textos tradicionales de matemáticas y castellano por computadoras portátiles XO 1.75 en zonas de un alto nivel de pobreza en Honduras. Estas computadoras, desarrolladas por el programa Una computadora portátil para cada niño, estaban equipadas con programas de software gratuitos y las versiones digitales de los libros de textos de matemáticas y castellano. Dado que las escuelas que recibieron computadoras no recibieron libros de texto, este estudio fue uno de las primeras evaluaciones aleatorias que analizaron la tecnología como sustituto, en lugar de complemento, de los materiales tradicionales de enseñanza.
El gobierno seleccionó clases de tercero y sexto grado en 271 escuelas para participar en este estudio (un total de 9600 alumnos). Asignamos aleatoriamente la mitad de las escuelas para que recibieran las computadoras, la otra mitad recibió los libros tradicionales de texto, y llevamos a cabo pruebas para evaluar el impacto del programa en el desempeño académico. Al asignar aleatoriamente las escuelas al programa, sabíamos que las escuelas que recibían las computadoras eran estadísticamente similares a las que recibían los libros de texto, de modo que podíamos saber que cualquier diferencia entre los dos grupos de escuelas era un resultado directo del programa de computadoras portátiles.
Los resultados muestran que el programa Educatrachos aumentó efectivamente el acceso a y el uso de computadoras en la escuela. De manera similar al informe de la OCDE, llegamos a la conclusión de que las computadoras y los libros de texto tradicionales no arrojaban diferencias en el desempeño de los alumnos. En otras palabras, el cambio de los medios de presentación del contenido de lo impreso a lo digital no generó ninguna diferencia en el aprendizaje de los alumnos. Sin embargo, los alumnos no tuvieron peores resultados como resultado del programa y, si se piensa a gran escala, las computadoras básicas que almacenan múltiples copias electrónicas de los libros de texto en sus discos duros podían, en realidad, ser más costo-efectivas que los libros de texto físicos. Esto significa que a pesar de que no hubo diferencias significativas en el aprendizaje de los alumnos, las escuelas podían beneficiarse del uso de computadoras en lugar de libros de texto.
Nuestro análisis de costo efectividad
Llevamos a cabo un análisis preliminar utilizando datos administrativos sobre los costos de las computadoras utilizadas en el programa Educatrachos para determinar si el cambio era costo efectivo para las escuelas. El costo total de Educatrachos era de 95 dólares por niño, lo cual incluía el costo de las computadoras (que debían durar cuatro años), la asistencia técnica, Internet y el funcionamiento de las computadoras, además de la capacitación de las directivas. Es importante mencionar que, para medir los beneficios, incluimos no sólo los ahorros de costos de dos libros de texto (14 dólares cada uno), sino también los incrementos de los futuros ingresos laborales debido a un mayor alfabetismo digital de los alumnos que utilizaron computadoras (una modesta prima de 1%, o 35 dólares, a lo largo de la vida laboral del alumno).
Sin embargo, aún cuando tuvimos en cuenta estos beneficios se registró un costo neto de 32 dólares por alumno. Esto indicaría que el programa Educatrachos no era costo efectivo.
Sin embargo, pensemos en la capacidad de las computadoras. Hasta la computadora portátil más básica puede almacenar mucho más que dos libros de texto en su disco duro. De hecho, las computadoras de Educatrachos venían con 23 libros ya descargados además de los libros de texto de matemáticas y castellano. En el caso de este programa, el cambio del texto impreso al digital de tres libros más sería suficiente para que, en principio, el programa fuera costo efectivo.
Hay otros numerosos factores que también pueden influir en esta comparación de costos. Por ejemplo, ¿qué pasaría si el programa de estudios de Honduras tiene previsto digitalizar tres libros de texto más? Nuestra investigación sólo probó los efectos de los libros de texto de matemáticas y castellano; ¿tendría un efecto positivo, neutro o negativo en el aprendizaje la digitalización de libros de texto para otras asignaturas, como ciencias o historia? Además, es importante tener en cuenta la vida útil de los libros de texto: si éstos son útiles durante un período más largo (en este contexto, los libros de texto eran reemplazados cada año), su costo sería muy inferior a 14 dólares.
Mirando hacia el futuro
Volvamos a Fernanda, nuestra directora de escuela primaria, que intenta decidir si debería reunir fondos para las computadoras en sus aulas. Contando con la evidencia, puede que Fernanda decida seguir adelante, pero sabiendo que las computadoras sólo pueden mejorar el aprendizaje de los alumnos con un uso adecuado, también invertirá en una capacitación efectiva y en los contenidos.
Los sistemas educativos están cambiando rápidamente hacia una mayor digitalización. Como Andreas Schleicher, de la OCDE, se preguntó en 2015: “¿Por qué deberían limitarse los alumnos a un libro de texto que fue impreso hace dos años, y que quizá fue diseñado hace 10, cuando podrían tener acceso al mejor libro de texto y al más actualizado [digitalmente]?”. Además, evaluaciones de programas de software educativos (de instrucción asistida con computadoras y en India) que permiten una enseñanza individualizada han revelado grandes aumentos en las puntuaciones de las pruebas tanto entre los alumnos más capaces como los menos capaces en las mismas aulas. La oficina de J-PAL en América Latina y el Caribe, que prestó su apoyo a nuestra evaluación, actualmente elabora proyectos sobre este tema con la esperanza de que los esfuerzos invertidos en llevar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a las aulas podrían por fin traducirse en aumentos perdurables y significativos del aprendizaje de los alumnos.
Nuestro estudio demuestra que los alumnos que utilizaron computadoras no tuvieron peores resultados que los que utilizaron libros de texto, y que hay otros beneficios en juego. A pesar de que el programa Educatrachos no era efectivo en su forma actual, la provisión de computadoras con más contenidos podría hacerlas más costo-efectivas en el futuro. Se requiere llevar adelante más estudios sobre los beneficios potenciales (o sobre los efectos dañinos) del uso de las computadoras, pero esperamos que estas conclusiones sean un paso hacia adelante pará contribuir a orientar las futuras políticas públicas
Acerca de los autores:
Rosangela Bando es economista en la Oficina de Planeación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo del BID.
Francisco Gallego es profesor asociado de economía en la Pontificia Universidad Católica de Chile y se desempeña como Director Científico de la Oficina Regional del Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab (J-PAL) para América Latina y el Caribe.
Paul Gertler es profesor de economía de la Cátedra Li Ka Shing en la Universidad de California Berkeley, donde se desempeña en el Haas School of Business y en la Escuela de Salud Pública, y es afiliado de J -PAL.
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