Por Julián Aramburu y Lina Salazar
No hay nada más molesto que una mosca zumbándonos alrededor de la cabeza. Sin embargo, las moscas pueden ser mucho más que una simple molestia. Las de la fruta, por ejemplo, constituyen una de las peores amenazas para la producción frutícola en Perú, y arruinan los cultivos depositando sus huevos dentro de las frutas.
Desde 1990, las exportaciones de frutas y vegetales de Perú han aumentado en un 16% anual en promedio, un ritmo de crecimiento más rápido que el conjunto de las exportaciones de mercancías peruanas como un todo.
Sin embargo, según el Servicio Nacional de Sanidad Agrícola (SENASA), al menos un 30% del total de la producción agrícola se pierde cada año debido a la plaga de la fruta de la mosca.
Cerca de 233.000 agricultores en la región costera de Perú han tenido que implementar medidas de control de plagas que aumentan sus costos de producción. En algunos casos, su acceso a los mercados internacionales se ha visto limitado por las restricciones fitosanitarias impuestas a las zonas infestadas.
Por lo tanto, la erradicación de la mosca de la fruta es esencial para proteger a un sector exportador agrícola en pleno crecimiento y garantizar los beneficios económicos para los agricultores peruanos.
En las últimas dos décadas, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha apoyado al gobierno de Perú en la realización de actividades fitosanitarias, entre las cuales figuran el control y la erradicación de la mosca de la fruta.
En 1998, el Programa de Desarrollo de la Sanidad Agropecuaria (PRODESA) fue el primer proyecto implementado con tal propósito (mediante un préstamo con garantía soberana de US$45 millones), seguido por el Proyecto de Control y Erradicación de la Mosca de la Fruta (mediante un préstamo con garantía soberana de US$15 millones).
Por último, en 2009 el Banco aprobó un tercer préstamo con garantía soberana por US$25 millones, cuyos resultados son analizados en una evaluación de impacto incluida en el documento Panorama de la Efectividad en el Desarrollo (DEO), una publicación anual del BID.
Los esfuerzos para erradicar la mosca de la fruta, a cargo del SENASA, incluían asistencia técnica, aplicación de insecticidas orgánicos, liberación de machos estériles para reducir la reproducción e implementación de centros de cuarentena para monitorear, detectar y limitar el transporte de frutas infestadas de zonas tratadas a zonas no tratadas.
El programa se llevó a cabo en tres fases entre 1998 y 2014, y abarcó más de 1.000.000 de hectáreas de tierras agrícolas y 150.000 hectáreas de cultivos huéspedes–aquellos donde la mosca de la fruta puede alimentarse y reproducirse–en la zona costera.
¿Funcionó el programa?
En 2010, el BID apoyó a SENASA en el diseño y realización de una evaluación de impacto para medir los efectos de corto plazo de la tercera fase del programa de la mosca de la fruta. Con este estudio se trataba de responder a dos preguntas fundamentales.
En primer lugar, ¿este tipo de programas aumenta la adopción de prácticas preventivas y de control entre los pequeños agricultores? Y, segundo, ¿el programa genera el impacto previsto inicialmente medido por el uso de insecticidas, así como por el valor de la producción y las ventas?
La implementación del programa en fases permitió identificar con claridad las fronteras de las zonas tratadas y no tratadas.
Esto, a su vez, hizo que se considerara la metodología de regresión discontinua geográfica como la más adecuada para la evaluación de impacto, dado que los investigadores podían comparar a los agricultores de zonas similares tratadas y no tratadas a lo largo de la frontera.
Para probar la efectividad del programa, el BID y el SENASA diseñaron una prueba que apuntaba a medir los conocimientos de los agricultores sobre las características de la mosca de la fruta, y sobre las medidas de prevención y control.
A través de la prueba se determinó que los agricultores que participaron en el programa aumentaron sus conocimientos sobre las moscas de la fruta en un 10%, y que tenían un 35% más probabilidades de adoptar mejores prácticas contra la infestación, así como medidas de prevención y control. El valor de su producción frutícola y sus ventas también aumentaron.
Sin embargo, a diferencia de lo que se esperaba inicialmente, los agricultores se han resistido a reducir el uso de insecticidas, aparentemente debido al temor a un nuevo brote de la plaga; de ahí que no hayan adaptado el uso de este insumo en el corto plazo.
Con el fin de sostener los resultados de largo plazo listados anteriormente, es importante entender cómo funciona este tipo de programa agrícola en el corto plazo. Entonces, ¿cuáles son las lecciones que deja esta evaluación?
La primera lección es que la asistencia técnica y la capacitación de los agricultores son cruciales y se reflejan en la adopción de mejores prácticas para limitar las infestaciones de plagas entre el grupo de tratamiento y de control.
Los agricultores que aumentaron sus conocimientos sobre las infestaciones de las plagas sí implementaron lo que aprendieron como resultado de la asistencia técnica ofrecida por el programa.
Las probabilidades de implementar la prevención de plagas y las medidas de control eran mucho mayores entre los agricultores que recibieron la capacitación (el grupo de tratamiento) que entre los que no la recibieron (el grupo de control).
La segunda lección es que la capacitación y la asistencia técnica, combinadas con los otros componentes del paquete ofrecidos por el programa, tuvieron un impacto significativo en la producción agrícola.
Los cultivadores que recibieron el paquete completo de asistencia registraron un aumento del 65% en la producción frutícola, más de un 100% de aumento en las ventas y un incremento del 15% en el valor de la producción por planta.
En general, la evaluación de impacto confirma que el programa de la mosca de la fruta logró con éxito sus principales objetivos de corto plazo. Aunque se necesitan más estudios para verificar si este programa es una solución de largo plazo, sin duda ha tenido un buen comienzo.
Esta historia forma parte de las evaluaciones de impacto del Panorama de la Efectividad en el Desarrollo, una publicación anual que resalta las lecciones y experiencias de los proyectos y evaluaciones del BID.
Descargue aquí el estudio completo “Estimando los Impactos de un Programa de Erradicación de la Mosca de la Fruta en Perú: Un Enfoque de Regresión Discontinua Geográfica“.
Acerca de los autores:
Julián Aramburu es, actualmente, estudiante de doctorado en la Universidad de Yale. Antes de unirse a Yale, fue consultor de evaluación de impacto en la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Administración de Riesgos por Desastres del Banco Interamericano de Desarrollo.
Lina Salazar es especialista senior en la División de Medio Ambiente, Desarrollo Rural y Administración de Riesgos por Desastres del Banco Interamericano de Desarrollo.
DAVID R. HAQUIM JUSTINIANO Dice
Un proyecto de control de la mosca de la fruta requiere, a mi juicio, complementariamente, de aumentar los controles fronterizos. Mas efectivo seria si fuese un proyecto regional por ejemplo Peru-Bolivia-Ecuador. Bolivia no ha efectuado programas de control de la mosca de la fruta (y se convierte así en exportador de la plaga). Además, el insecto esta migrando hacia nuevas zonas por efecto del cambio climático.
gladys suárez Dice
Een el distrito de Tipan Arequipa Perú está incrmentándose la mosca de la fruta los productores estan alarmados y no pueden sus fruta ni siquiera a nivel local, por lo que el senasa debería evaluar y gestionar se apruebe un programa permanente para el control de mosca de la fruta.