Gerard Alleng y Sara Valero*
Guyana es un ejemplo de cómo usar la tecnología para monitorear la deforestación y proteger los bosques tropicales.
Guyana es un país relativamente pequeño, con grandes superficies forestales, situado en la costa norte de América del Sur. Tiene una población de 750.000 habitantes, establecidos principalmente a lo largo de la costa.
En 2009, el gobierno de Guyana emprendió su primera evaluación nacional de las existencias forestales para la década. Esta evaluación reveló que Guyana había perdido casi 75.000 hectáreas de bosques, es decir, un promedio de 6.800 hectareas de bosques perdidas al año, debido fundamentalmente a las actividades mineras, agrícolas y madereras.
Las tasas más altas de deforestación en el país se produjeron en el noroeste, donde existe la mayor densidad de caminos secundarios, junto con importantes depósitos de oro y diamantes.
Para manejar la tasa de deforestación y mantenerla baja a largo plazo, Guyana decidió centrarse en encontrar mecanismos que le permitieran monitorear aquellos sectores motores de la deforestación de una manera sostenible.
La agricultura, la minería y la industria forestal son motores económicos en Guyana que representan casi el 50% del total del PIB. Si bien la ampliación de la explotación de recursos naturales es una vía de desarrollo plausible para Guyana, donde el 86% de los bosques todavía están intactos con grandes reservas de minerales aún por explorar, esto tendría consecuencias negativas importantes relacionadas con el tratamiento del cambio climático y la gestión de la biodiversidad.
Por lo tanto, para abordar el problema del cambio climático, el país lanzó una estrategia de desarrollo baja en carbono y se integró en la asociación REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación y Gestión Sostenible de los Bosques Tropicales) con el doble objetivo de evitar la deforestación y las emisiones de CO2.
Para lograr esto, el BID apoyó los esfuerzos del país para convirtirse en uno de los primeros de la región del Caribe en desarrollar y adoptar un Sistema Nacional de Monitoreo, Reporte y Verificación, conocido como MRV, con el fin de llevar a cabo una evaluación integral del cambio de la superficie forestal.
Después de establecer una referencia del nivel de deforestación, Guyana ha utilizado datos de transmisión por satélite y un Sistema de Información Geográfica (GIS) para evaluar los cambios en el uso del suelo y la cubierta forestal. El monitoreo del bosque contribuirá a protegerlo y asegurará que la tasa de deforestación siga siendo baja a largo plazo.
El hecho de que un pequeño país en vías de desarrollo como Guyana haya establecido un protocolo mundialmente aceptado para monitorear sus bosques es un hito importante, dado que el MRV permite a Guyana supervisar el progreso para alcanzar un desarrollo bajo en carbono y, a la vez, proporciona una base para qué el país participe en el financiamiento de la lucha contra el cambio climático, en la medida en que facilita la verificación del valor financiero del carbono almacenado en los bosques.
Guyana puede ser un modelo para otros países en la región, como Brasil, Colombia, Perú y Venezuela, para mejorar el monitoreo de la deforestación o la degradación de los bosques en sus territorios. El modelo de Guyana es un sistema transparente e impulsado por terceras partes que sigue un protocolo bien establecido que otros países pueden seguir fácilmente.
El desafío actualmente para Guyana es cómo divulgar los conocimientos en todo el país para facilitar la incorporación y el uso de la metodología en la toma de decisiones en diferentes sectores. Y asimismo asegurar la sostenibilidad a largo plazo del sistema MRV, junto con el desarrollo de un marco de acción que contribuya a identificar acciones específicas que se deberían implementar, con el fin de reducir la deforestación y degradación de los bosques tropicales.
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Esta entrada hace parte de una serie de artículos en este blog sobre efectividad en el desarrollo que resaltan los aprendizajes y experiencias de proyectos y evaluaciones del BID.
*Gerard Alleng ingresó al BID en 2008 como especialista en energía limpia y cambio climático y en la actualidad trabaja como especialista sénior de la División de Cambio Climático y Sostenibilidad del Banco. Gerard coordina las actividades de adaptación y mitigación la División en la región del Caribe.
Sara Valero hace parte de las División de Cambio Climático y Sostenibilidad del BID desde 2009. Sara es integrante del grupo de adaptación y mitigación y sus áreas de trabajo se centran en eficiencia energética, uso de energías renovables, eficiencia energética, uso de energías renovables, reforma de políticas y creación de capacidad adaptiva y resistencia al cambio climático en países del Caribe.
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