En la última década, se le ha prestado mucha atención a medir los impactos y establecer la causalidad que los proyectos – públicos o privados – tienen sobre el bienestar.
En muchas áreas como salud, educación y protección social hay cada vez mas acuerdo sobre cómo estimar el impacto causal de proyectos.
En otras áreas como agua, saneamiento o transporte, donde es más difícil la aleatorización o la cuasi-experimentación, hay también cada vez más evidencia.
Inclusive en áreas “blandas” como reformas institucionales, gobernabilidad o seguridad ciudadana, la evidencia se está “endureciendo”.
Es incuestionable que este surgimiento de evaluaciones de impacto rigurosas está teniendo un efecto profundo en la formulación de políticas y en el diseño de proyectos de desarrollo, tanto públicos como privados.
Una revisión superficial de sitios web gubernamentales, de ONGs o de bancos de desarrollo así lo revela y cada vez son más las instituciones públicas y privadas que basan su financiamiento en evaluaciones de impacto rigurosas.
Una mirada a los programas académicos de muchas universidades sugiere que este crecimiento posiblemente será sostenido en la medida que los nuevos economistas, politólogos o sociólogos son formados en análisis de impacto rigurosos.
Y si uno conecta esto con el avance en la economía del comportamiento, debe concluirse que la teoría y práctica del desarrollo ha sido codeada suavemente hacia un nuevo y mejor nivel.
¿Nos estamos durmiendo en los laureles?
Es interesante anotar que esta convergencia ha estado en el corazón del éxito de muchos negocios privados, como los que se describen en el libro Super Crunchers.
En el sector privado, no importa qué tan efectivo es un tratamiento si éste no se traduce en ganancias y en valor. Paradójicamente la creciente literatura en análisis de impacto, no ha estado acompañada del mismo rigor en el análisis Costo Beneficio o Costo Efectividad para proyectos de desarrollo.
Sin información de costos, las estimaciones de impactos no son tan útiles para saber si una inversión vale la pena o no. Hay relativamente poca discusión sobre cómo comparar rigurosamente el costo efectividad (o el costo beneficio) entre proyectos.
El decaímiento del análisis Costo Beneficio ha sido resaltado tanto por parte de su Grupo de Evaluación Independiente en el contexto de los proyectos del Banco Mundial, como en la formación de economistas por el Profesor Tony Atkinson en la última reunión de la Asociación Americana de Economistas en Denver.
En su artículo, Atkinson arguye que la economía del bienestar debería volver a tener más importancia y ocupar un papel central en el aprendizaje de economía.
Sin embargo, el declive del análisis Costo Beneficio fue parcialmente el resultado de supuestos cada vez más elásticos – demasiado para muchos – sobre beneficios, su atribución y los vínculos de causalidad con los proyectos bajo análisis.
Pero este problema de atribución y de identificación de beneficios, puede ser abordado no solamente desde la teoría de la economía del bienestar sino también desde la estimación y valoración de efectos derivados de evaluaciones de impacto, como arguye el libro de texto sobre Costo Beneficio de Anthony Boardman.
Más recientemente, esta discusión ha resurgido re-enfocada en temas como validez externa, atribución, distribución (intra e inter-temporal), sesgos optimistas, valoración de resultados simultáneos, varianza en estimados de costos, medidas heterogéneas de impacto, y escala, entre otros.
Dos buenos y recientes ejemplos de esta literatura – aunque limitados a salud y educación – son los papers de Patrick McEwan y de Dhaliwal, Duflo, Glennerster y Tulloch.
Ambos subrayan los retos del análisis costo efectividad y la bondad de volver al futuro sobre la base de análisis costo beneficio y costo efectividad más rigurosos basados en evidencia experimental o cuasi-experimental.
La estimación del impacto (la E de Efecto) nos da la mitad de lo que requerimos saber. Su costeo nos da la otra mitad del Costo Efectividad, la C. Su valoración sobre la base de la evidencia nos podría proveer de una mejor B, de Beneficios.
Kathleen B. Dice
Buen contenido, gracias por su aporte.