Como es natural, la incertidumbre del futuro del trabajo suscita diversas preguntas. No es de extrañar que Argentina incluyera este tema como una de las tres prioridades que serán debatidas en la cumbre del G20 en Buenos Aires. ¿Será su impacto el mismo en todo el mundo? ¿Cuáles serán los empleos más afectados? ¿Qué nuevas habilidades se requerirán? Y, sobre todo, ¿cómo se pueden preparar los gobiernos y qué rol pueden jugar los bancos multilaterales de desarrollo?
Los cuatro bancos de desarrollo regionales líderes se reunieron recientemente en Washington para presentar algunas perspectivas clave en relación con los empleos del futuro, recogidas en el estudio El futuro del trabajo: perspectivas regionales. He aquí unas cuantas que merece la pena considerar:
Por un lado, Europa Emergente, Asia en vías de desarrollo, África y América Latina y el Caribe están siendo testigos de cómo la robótica, la automatización y la inteligencia artificial están disminuyendo los costos y aumentando la productividad, brindando así una oportunidad para un crecimiento acelerado. Hay países como Estonia que se han situado a la cabeza de la tecnología digital, los jóvenes en Nigeria y Etiopía están aprovechando la tecnología para aumentar la producción agrícola, en Vietnam y Bangladesh la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) está impulsando la industria de los servicios y en América Latina y el Caribe se prevé que la adopción del smartphone superará el 70% hacia 2020.
Por otra parte, a raiz de esta nueva ola de avances tecnológicos conocida como la Cuarta Revolución Industrial, surgen una serie de mitos que es importante aclarar.
Mito # 1: El impacto afectará a todas las regiones de la misma manera
La realidad es que la tecnología se adoptará a velocidades variables, dependiendo del desarrollo económico de la región y de las tendencias demográficas. Una población que envejece en Europa Emergente se enfrentará a diferentes retos que en África, donde entre 12 y 15 millones de jóvenes ingresan al mercado laboral cada año.
Mito # 2: El desempleo masivo es inevitable
La realidad es que la tasa de desempleo será inferior a lo originalmente previsto. Es poco probable que el desempleo masivo se convierta en una realidad. Sin embargo, los cambios en las oportunidades de empleo sin duda requerirán flexibilidad y acceso a nuevas herramientas de capacitación, que a su vez pueden ser proporcionadas por la propia tecnología.
Mito # 3: La automatización remplazará todos los empleos y tareas humanas.
La realidad es que la automatización sólo tiene lugar cuando es técnica y económicamente viable. En la mayoría de los sectores todavía se requerirá una fuerza laboral humana, sobre todo en aquellos relacionados con salud y educación.
Al mismo tiempo, sería un error ignorar las verdaderas amenazas del desempleo y de una mayor desigualdad del ingreso que genera la rápida expansión de nueva tecnología.
Ante todo, como bancos multilaterales de desarrollo, la pregunta que tenemos que hacer es cómo los gobiernos pueden facilitar esta transición. ¿Qué pueden hacer los gobiernos para asegurar que el mayor número de personas posible se beneficie de esta transición?
Un nuevo rol para los gobiernos y la banca multilateral
Los formuladores de políticas públicas pueden tomar cuatro medidas para facilitar la adopción de tecnología a la vez que mitigan efectos potencialmente adversos en los empleos y los ingresos.
- Ayudar a los trabajadores invirtiendo en educación para zanjar la brecha de habilidades, de modo que los empleadores tengan acceso a una fuerza laboral con las competencias que necesitan.
- Preparar a los trabajadores para los empleos del futuro asegurando que se sitúen por delante de las máquinas y brindándoles oportunidades de capacitación a lo largo de la vida que les permitirá adaptarse a un mercado laboral siempre cambiante.
- Proporcionar redes de seguridad fortaleciendo la protección social, la atención de salud y las pensiones e incluyendo a los trabajadores informales y a aquellos en la “economía del compartir”.
- Diseñar e implementar mejores políticas tributarias y de redistribución del ingreso. Éstas pueden incluir impuestos sobre los robots o instrumentos como la renta básica universal.
Es evidente que los bancos multilaterales de desarrollo tienen su propio rol que jugar, no sólo actuando como centros de investigación para iniciativas sobre cómo sacar provecho de las nuevas tecnologías y mitigar sus efectos negativos, pero también coordinando respuestas globales o regionales de las políticas públicas, fortaleciendo las alianzas entre gobernantes, legisladores y empleadores para identificar y abordar juntos los retos.
Nuestros productos y servicios tendrán que adaptarse. Un reciente proyecto de salud del BID en la República Dominicana, que utiliza drones para poner en contacto clínicas rurales remotas con los laboratorios de los hospitales, es un ejemplo destacado de este rol. También se producirán cambios en nuestra fuerza laboral. La externalización del Departamento de Recursos Humanos del BID de Washington a Costa Rica para asegurar la eficiencia y reducir costos fue sin duda una medida en la dirección correcta.
Es importante que nos demos el tiempo para identificar seriamente las oportunidades y riesgos que el mercado laboral global del siglo XXI presenta de modo que juntos podamos configurar el futuro del trabajo. Entre tanto, también debemos seguir siendo pertinentes para nuestros clientes y situarnos en la vanguardia de la innovación.
De nosotros depende el éxito de esta cuarta revolución en nuestras regiones.
Para descargar el estudio El futuro del trabajo: perspectivas regionales, haga click aquí. Si desea recibir el estudio en español el día 7 de mayo, por favor envíenos un correo a spd@iadb.org con sus datos.
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