Blog post conjunto con Gustavo Crespi
La relación entre la innovación y el empleo nunca ha sido fácil. Por mucho tiempo, la innovación fue vista como una potencial amenaza para el empleo, llegando los economistas a señalarla como una enfermedad. El argumento era que el cambio tecnológico puede crear desempleo a través de la sustitución de trabajo por capital.
La discusión ha evolucionado desde entonces, teniendo en cuenta que los diferentes tipos de innovación en diferentes condiciones de mercado pueden generar diferentes efectos sobre el nivel y la composición del empleo.
Por ejemplo, la innovación de procesos puede inducir una sustitución de capital por trabajo, pero también puede dar lugar a una mayor productividad, precios más bajos y una mayor demanda, que a la larga, puede crear nuevos puestos de trabajo para los trabajadores desplazados (los conocidos efectos de compensación).
De esta manera, los efectos finales de la innovación en materia de empleo dependen del equilibrio entre los efectos de sustitución y compensación.
Hace unas semanas, un par de artículos en The Economist (“Coming to an office near you” y “The onrushing wave“) reabrieron el debate sobre cuánto deben preocuparse los empleados por las nuevas tecnologías que pujan para reemplazarlos.
Aunque reconocen que a largo plazo la innovación todavía parece beneficiosa tanto en términos de cantidad y calidad de los empleos, los artículos citan la opinión de economistas (incluyendo a Larry Summers), que creen que el cambio técnico en la actualidad está tomando cada vez más la forma de
“capital que efectivamente sustituye mano de obra “
y que podríamos estar frente a una fase temporal de desajuste tras las ganancias de productividad inducidas por la reciente y veloz serie de cambios tecnológicos.
¿Es la innovación una amenaza para el empleo en América Latina?
Esta pregunta no sólo tiene valor académico, sino que también tiene importantes consecuencias para los formuladores de políticas públicas. La mayor parte de las políticas destinadas a fomentar la innovación y la adopción de nuevas tecnologías en América Latina se han aplicado bajo el supuesto de que contribuyen al crecimiento económico en general y a la creación de empleo en particular.
Aunque rara vez sea cuestionado, este enfoque se basa en la premisa de que el cambio tecnológico no sólo conduce a una mayor eficiencia, sino también, con el tiempo, a la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo.
Según una serie de estudios recientes del BID, la respuesta a esta pregunta es no … con algunas salvedades.
Un primer conjunto de estudios en Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay relaciona el crecimiento del empleo con innovación de productos y procesos. Los resultados muestran claramente que prevalecen los efectos compensación, por lo que la introducción de nuevos productos genera crecimiento del empleo a nivel de las empresas.
Al mismo tiempo, la innovación de procesos tendría un efecto negativo en el empleo sólo en el caso de Chile.
Otro estudio va más allá, analizando el impacto de las distintas estrategias de innovación empresarial. En este trabajo se encuentra que los cambios tecnológicos resultantes de actividades desarrolladas al interior de la empresa son mucho más pro-empleo que los resultantes de la adopción de tecnologías desarrolladas fuera de la empresa.
Por último, el efecto de las políticas de innovación en materia de empleo también es abordado directamente en las evaluaciones de impacto de los programas destinados a promover la innovación.
Particularmente significativo es el estudio sobre el programa argentino PRE (publicado recientemente por la revista Small Business Economics).
En este caso, la evaluación logró analizar por separado los efectos de los subsidios destinados a promover la innovación de procesos y de productos. Los resultados muestran que tanto el apoyo a la innovación de procesos como a la de productos han contribuido a la creación de nuevos y mejores puestos de trabajo (es decir, trabajos mejor pagados), pero también confirman que el apoyo a la innovación de productos tiene la mayor rentabilidad en términos de calidad de los empleos creados.
En conclusión, parece que la innovación y el empleo son todavía buenos amigos en América Latina… al menos por ahora…
Me parece excelente este post,recomendado. Hace algunos años escribi sobre estos problemas en LatAm.
2009
http://projectfreemind.blogspot.com.ar/2009/12/vamos-la-sociedad-del-conocimiento.html
Saludos.
Ran Solano
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