Las transferencias en efectivo son probablemente una de las intervenciones más estudiadas en el mundo. La gran mayoría de estas investigaciones se han concentrado en los impactos a corto y mediano plazo. Esto no es sorprendente, ya que el primer programa moderno de transferencia de efectivo, Progresa (ahora llamado Oportunidades), tiene apenas 16 años. Además la evidencia sobre los efectos de “largo plazo” es todavía débil.
Un estudio reciente, usando datos del Fondo de Pensiones para madres, programa que fue creado hace más de 100 años en los Estados Unidos, arroja nueva luz sobre esto:
Estimamos que el impacto a largo plazo de transferencias en efectivo a las familias pobres, sobre la longevidad infantil, el nivel educativo, el estado nutricional y el ingreso en la edad adulta. Para ello, recogimos los registros administrativos a nivel individual de los solicitantes al “Mothers’ Pension program” -el primer programa de bienestar en los EE.UU. (1911-1935)-y los cotejamos con datos censales y registros de defunciones, incluyendo los de la segunda guerra mundial. Los hijos varones de las solicitantes aceptadas al Programa vivieron un año más que los de madres que no fueron aceptadas. Los hijos varones de madres aceptadas recibieron un tercio más años de escolaridad, fueron menos propensos a tener bajo peso, y tuvieron ingresos mayores en la edad adulta que los niños de madres rechazadas.
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