Por Leopoldo Fergusson* y Juan Fernando Vargas **
Generalmente se reconoce que contar con un periodismo activo y libre es fundamental para la rendición de cuentas en la política. Al proveer información, los medio masivos ayudan a los votantes a exigir más de los políticos. Muy a menudo, los periodistas ayudan a descubrir casos de corrupción e influencias nocivas de grupos de presión. En la historia americana, un ejemplo es la llamada ´Era Progresista´, cuando muchos arguyen que la existencia de una prensa activa redujo la corrupción y movilizó a la población en contra de los abusos y el poder de los grandes magnates. Fue justo en esta época que Louis Brandeis pronunció su famosa frase, “se dice que el sol es el mejor desinfectante.” Mucho antes, Thomas Jefferson llegó a afirmar que un periodismo libre es suficiente para hacer más responsable a la política: “Todo está seguro cuando la prensa es libre y todos pueden leer.”
En un artículo reciente escrito con Mauricio Vela (del BID), aducimos que la frase de Jefferson es incompleta: un periodismo libre no es garantía de una rendición de cuentas política. Más específicamente, a menos que el periodismo libre opere en un medio institucionalmente fuerte, la disponibilidad de información sobre los políticos puede perfectamente no fortalecer la rendición de cuentas e incluso tener resultados no deseados.
Para entender el núcleo de nuestro argumento, imagine una situación en la que dos políticos compiten en una elección. Sin embargo, uno de ellos obliga por la fuerza a una fracción de los votantes a hacerlo por él. Una prensa activa y libre, a su vez, podría desenmascarar a este político, poniendo sobre el tapete sus prácticas electorales de dudosa ortografía. ¿Qué sigue? Supuestamente, al aflorar esta información el político perdería popularidad entre los votantes que tienen libertad de votar por cualquiera. Pero el político corrupto podría también intensificar sus esfuerzos de coerción para contrarrestar el impacto del escándalo mediático. Y por supuesto que el aumento en coerción es ya un resultado negativo y no intencional de la exposición adicional a los medios. Y para empeorar, si la respuesta a la coerción es lo suficientemente fuerte, el escándalo periodístico podría incluso no reducir la votación por el político denunciado.
En nuestra investigación mostramos que esto no es sólo una posibilidad teórica. Es exactamente lo que pasó en las elecciones legislativas colombianas entre el 2002 y el 2010. En el curso de los escándalos de la “parapolítica”, los medios de comunicación nacionales denunciaron los acuerdos de políticos con grupos armados paramilitares ilegales, buscando obtener votos mediante la coerción violenta. Nuestra investigación muestra primero que los ‘parapolíticos’ tienen una distribución de votos distinta a la de los que no son parapolíticos, lo cual es consistente con lo que debería esperarse. Los candidatos a Senado involucrados en el escándalo obtuvieron significativamente más votos en áreas donde hay mayor presencia de paramilitares, menor presencia de las instituciones (judiciales), y donde las que existen, son ineficientes.
Y lo que es aún más importante, presentamos un ejercicio adicional que examina directamente los efectos del escándalo y que es difícil de reconciliar con otras explicaciones posibles. Esto es, estos patrones de distribución de votos son similares cuando se comparan, entre parapolíticos, a los candidatos expuestos a los medios antes de las elecciones con aquellos que son expuestos una vez que son electos. De forma consistente con nuestro argumento, los parapolíticos que son expuestos antes de elecciones desplazan su distribución de votos a las áreas donde es más fácil coercer (por ejemplo, sitios con mayor presencia paramilitar, menor presencia estatal, o más ineficiencia judicial).
Más aún, los parapolíticos son más exitosos que sus competidores limpios en términos de su proporción de votos. Esto es poco sorprendente ya que estos políticos pueden, al fin y al cabo, amenazar a algunos votantes. Pero incluso aquellos que estuvieron envueltos en los escándalos antes de ser electos, pudieron contrarrestar la información negativa, y su participación en el voto no difiere significativamente de aquellos candidatos que fueron expuestos por los medios, una vez electos.
Es claro que el poder de los medios es un cuchillo de doble filo. Los medios imparciales y libres, como aquellos imaginados por Jefferson ayudan a lograr responsabilidad y rendición de cuentas, pero ocurre lo contrario cuando la captura política, el deseo de enriquecerse, y otras razones, sesgan su contenido. Pero nuestros resultados van más allá de esta idea, y subrayan la complementariedad de las diversas dimensiones de las instituciones en una democracia: aún si los medios masivos proveen información valiosa que aumenta la transparencia, podría no promover la rendición de cuentas política en un medio institucionalmente débil, donde no están garantizadas elecciones libres.
Complementando la famosa frase de Brandeis, el sol bien puede ser el mejor desinfectante, pero no cuando el germen se puede esconder en la sombra.
En Colombia, la exposición mediática de los parapolíticos los empujó aún más a las sombras.
Andrés García Dice
Excelente análisis, es una visión macro que tiene efectos reales y con costos altísimos para países pobres como el mío (Guatemala). Sin embargo, artículos e investigaciones como esta genera el cambio mental en el ciudadano y creo que ayuda a la participación y al fortalecimiento de la democracia y la justicia.
Saludos…