Por Cynthia Hobbs, Darrell Hull, Lincoln Williams y Carolyn Thomas
En Jamaica hay más de 120.000 jóvenes entre 16 y 24 años que ni estudian ni trabajan, es decir, “desarraigados”. El desempleo juvenil (30,3%) en Jamaica supera en más del doble el de los adultos (13,5%); entre tanto, las tasas de delincuencia más altas se registran entre los varones de 18 a 24 años de edad.
Muchos jóvenes en este grupo etario han abandonado la escuela porque no creen que estén aprendiendo el tipo de destrezas que les ayudarán a encontrar un empleo. Quieren trabajar pero no cuentan con la experiencia y la capacitación laboral necesarias.
A menudo carecen de las aptitudes adecuadas en comprensión de lectura y matemáticas, y de los puntajes requeridos en los exámenes que se exigen para ingresar a la educación superior o a programas de capacitación vocacional.
El gobierno de Jamaica ha diseñado dos programas para ayudar a estos jóvenes “desarraigados”; las dos iniciativas están parcialmente financiadas a través de un préstamo con garantía soberana del BID por un monto de US$11 millones:
- El Programa de Proyección Profesional (CAP por sus siglas en inglés) prolonga la educación secundaria por dos años para mantener a los jóvenes en la escuela y lejos de la calle. Se centra en aptitudes fundamentales de lectura y matemáticas, y en destrezas vocacionales y para la vida, junto con una práctica de tres semanas. El CAP comenzó en 2010 con 1.500 jóvenes en más de 60 escuelas secundarias, y desde sus inicios ha atendido a unos 53.800 alumnos.
- El Servicio Nacional de Jóvenes (NYS por sus siglas en inglés) ofrece formación en diversas localidades en todo el país, e incluye un programa intensivo de capacitación de un mes en aptitudes laborales y académicas básicas, seguido de una práctica de seis meses en el lugar de trabajo. A lo largo del tiempo, el NYS Corps evolucionó de un programa residencial a un programa no residencial centrado en el desarrollo de aptitudes laborales y voluntariado. Desde 2008, casi 60.000 jóvenes se han beneficiado de sus programas.
Estos dos esfuerzos se inspiraron en lo que se conoce como la teoría del desarrollo juvenil positivo (PYD por sus siglas en inglés), un ámbito de la ciencia aplicada al desarrollo que apunta a optimizar el progreso en el desarrollo de los jóvenes.
Los programas en Jamaica se han centrado en desarrollar las capacidades de los jóvenes y en ayudarles a alcanzar su potencial para participar activamente en la sociedad a través del trabajo productivo y en su calidad de buenos ciudadanos.
La efectividad de estos dos programas se determinó a través de dos evaluaciones de impacto, así como de estudios de investigación cualitativos realizados entre 2011 y 2013.
El análisis cualitativo comprendía grupos seleccionados (o focales) conformados por participantes y padres/tutores; allí se les ofrecía un canal directo a través del cual podían opinar acerca de sus experiencias y formular sugerencias para mejoras futuras de los programas.
El equipo de investigación de estas evaluaciones de impacto estaba conformado por especialistas de la Universidad de las Indias Occidentales y la Universidad de North Texas; para la recopilación de datos contaron con el apoyo de los funcionarios del NYS, los coordinadores del CAP, un equipo de la Fundación para el Aprendizaje Permanente de Jamaica (JFLL por sus siglas en inglés) y el equipo responsable de gestionar el préstamo del BID. Un comité directivo integrado por agencias del gobierno y personal del BID acompañó el proceso de evaluación.
Algunos retos de la evaluación
A lo largo de dos años se administraron 10 instrumentos diferentes –entre ellos pruebas y encuestas– en cuatro ocasiones. Estos medían el desempeño académico, las relaciones sociales, la confianza, el desarrollo de habilidades en el lugar de trabajo, e incluían beneficios económicos y sociales por participar en los programas.
En las dos evaluaciones de impacto se utilizó la metodología de emparejamiento por puntajes de propensión (propensity score matching) con el fin de comparar a los participantes del programa (grupo de tratamiento) con no participantes con características similares (grupo de control).
En este estudio, el seguimiento a los participantes de los dos programas a lo largo de los años fue difícil debido a la deserción y a la existencia de registros deficientes (de alumnos que dejaban el programa o se iban a otra escuela).
Más difícil fue el seguimiento de los que no estaban en ningún programa, dado que estos alumnos se mudaban de residencia o cambiaban sus números de teléfono y era difícil encontrarlos a lo largo de las cuatro etapas de la evaluación.
El análisis se tornó incluso más complejo debido al hecho de que ambos programas sufrieron cambios durante el período de evaluación. En 2012, una nueva administración trasladó el programa del NYS del Ministerio de Educación al Ministerio de Juventud y Cultura.
Además, a medio camino en la evaluación se cambiaron todos los coordinadores del CAP y el equipo de investigación tuvo que capacitar a la nueva cohorte para aplicar los instrumentos. La coordinación en el terreno, los retrasos en la programación y los cambios en las inscripciones constituyeron complicaciones adicionales.
¿Funcionó el programa?
A pesar de los retos, las evaluaciones arrojaron algunos hallazgos importantes. Los participantes del CAP mejoraron sus aptitudes de lectura y matemáticas (un aumento del 8% y 12% respectivamente) y de comunicación (un aumento del 14%), así como su capacidad de adaptarse al cambio (un aumento del 12%).
En general, los participantes del CAP –muchos de los cuales habían abandonado la escuela– se sentían agradecidos: “Me siento bien […] porque tengo una segunda oportunidad para mejorarme a mí mismo”, dijo un participante.
Los participantes de NYS también mejoraron en lectura (un aumento del 8%), matemáticas (un aumento del 10%) y solución de problemas (un aumento del 9%) al compararlos con el grupo de control. Asimismo mostraron una mayor confianza en su capacidad de conseguir empleo, aunque no se registraron diferencias importantes al final de la evaluación entre el número de participantes y no participantes en el programa que tenían empleo de tiempo completo.
En términos generales, las evaluaciones de impacto proporcionaron evidencia del potencial que tienen los programas basados en el PYD para influir positivamente en el desarrollo de los jóvenes en Jamaica.
En las evaluaciones se llegó a la conclusión de que ambos programas deberían ofrecer más oportunidades en que se promueva el trabajo en equipo de los jóvenes con sus pares y mentores, la construcción de relaciones que impulsa su desarrollo social y emocional, y prestar apoyo en la transición para mantener y aprovechar las aptitudes desarrolladas durante el programa.
Además, es necesario establecer más conexiones entre los programas y otras agencias clave tales como la Fundación para el Aprendizaje Permanente de Jamaica (JFLL por sus siglas en inglés) y la Agencia para el Empleo y la Capacitación de Recursos Humanos (HEART por sus siglas en inglés) con el fin de integrar mejor los servicios y aprovechar la formación de aptitudes.
En las evaluaciones también se encontró que una capacitación para la sensibilización de supervisores y otro personal en el lugar de trabajo podría aumentar las posibilidades de que los jóvenes participantes tengan una experiencia laboral –o durante sus prácticas— positiva. Por último, es fundamental centrar la atención en la transición del programa hacia el empleo.
Los programas que ofrecen formación de aptitudes, oportunidades y esperanza a los jóvenes jamaiquinos son sumamente importantes para el futuro del país. Los funcionarios de gobierno compartieron las recomendaciones descritas más arriba con el personal técnico de los dos ministerios con el objeto de moldear y mejorar los programas existentes y futuros.
Esta historia forma parte de las historias de proyectos del Panorama de la Efectividad en el Desarrollo, una publicación anual que resalta las lecciones y experiencias de los proyectos y evaluaciones del BID.
Acerca de los autores:
Cynthia Hobbs es especialista líder en educación del Banco Interamericano de Desarrollo.
Darrell Hull es profesor asistente del Departamento de Psicología Educativa de la Universidad de North Texas.
Lincoln Williams es director del Consortium for Social Development and Research de la Universidad de las Indias Occidentales: Campus abierto.
Carolyn Thomas es investigadora junior de la Universidad de las Indias Occidentales.
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