por Claudia Piras
El acceso a guarderías gratuitas no registra aumentos significativos en el número de mujeres que trabaja. ¿Por qué? Los resultados de un programa de actividades extraescolares gratuitas en Chile quizá tienen la respuesta.
![Imagen: BID](https://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/files/chile-children.jpg)
¿Cuál es el motivo que las mujeres aducen con mayor frecuencia cuando se les pregunta por qué no están buscando empleo? Justo lo que usted se imagina: porque tienen que cuidar a sus hijos.
Esta fue la respuesta de casi el 40% de las mujeres que no trabajan y tienen hijos menores de 14 años que fueron encuestadas como parte de un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Chile. Los resultados del estudio están incluidos en el Panorama de la Efectividad en el Desarrollo (DEO), una publicación anual del BID que describe lo que funciona y lo que no funciona en el desarrollo.
¿Y cuál es la recomendación más habitual de políticas públicas que se le da a los gobiernos que quieren promover la inserción laboral de las mujeres? En este caso también es justo lo que usted se imagina: invertir en programas de guarderías.
Esto conduce a una pregunta más complicada: ¿por qué entonces los países no registran un aumento significativo en la participación de las mujeres en el mercado laboral cuando se invierte en ampliar el acceso a guarderías?
Parte de la respuesta tiene que ver con el hecho de que la necesidad de cuidado no acaba cuando los hijos cumplen seis años y empiezan a asistir a la escuela tiempo completo.
Para entender mejor el problema, sería útil tener en cuenta algunas circunstancias fundamentales:
- La jornada escolar: En la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, la jornada escolar tradicionalmente dura entre cuatro y cinco horas, ya sea en la sesión de la mañana o en la de la tarde.
- La jornada laboral: La jornada laboral promedio en la región es de aproximadamente ocho horas, sin tener en cuenta el tiempo del traslado. Esto es incompatible con el horario escolar.
- Niños no atendidos: A menos que los padres no tengan otra alternativa, piensan que no es seguro dejar a los niños pequeños solos en la casa.
- Las madres: Las mujeres son las principales cuidadoras de los niños, independientemente de la edad de estos últimos.
En su conjunto, estos factores contribuyen a explicar por qué, exista o no oferta suficiente de guarderías, muchas mujeres todavía tienen dificultades para trabajar fuera del hogar, incluso cuando sus hijos comienzan la escuela primaria.
![Imagen: BID](https://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/files/children-3.jpg)
Estos factores también contribuyen a explicar lo que ha sido el gran enigma de Chile, donde las mujeres tienen tanta educación como los hombres y exhiben el nivel más alto de escolarización en América Latina y el Caribe.
Aun así, allí su participación promedio en la fuerza laboral, de 43,5% en 2011, se situaba nueve puntos porcentuales por debajo del promedio regional.
En 2011, el gobierno de Chile lanzó el Programa “4 a 7”, que ofrecía actividades extraescolares para niños entre los 6 y los 13 años entre las 4 p.m. y las 7 p.m.
Con ello se busca ayudar a las mujeres a que participen en el mercado laboral proporcionando un lugar seguro en las escuelas públicas adonde los niños puedan acudir después de la jornada escolar, contar con ayuda para hacer sus deberes y participar en una variedad de actividades como arte y cultura, deportes, y clases de informática.
Actualmente hay 196 escuelas y 11.500 niños inscritos en todo el país, y más de 8.000 mujeres beneficiarias.
El BID, en asociación con el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) de Chile, llevó a cabo una evaluación de impacto experimental para medir los resultados de este esfuerzo. Dado que la demanda del Programa “4 a 7” superaba su capacidad, fue posible ofrecer aleatoriamente cupos en las guarderías a algunas de las madres que solicitaban el servicio.
![img_4190-4](https://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/files/IMG_4190-4.jpg)
A su vez, esto facilitó la realización de la evaluación de impacto y de la encuesta de seguimiento en los hogares para determinar el efecto del programa en la inserción laboral de las madres, en el empleo y en el uso de las guarderías.Las mujeres a quienes se ofrecieron cupos en las guarderías para sus hijos se convirtieron en el grupo de tratamiento, mientras que aquellas que no recibieron la oferta conformaron el grupo de control.
La evaluación mostró efectos positivos del programa: el empleo de las madres a cuyos hijos se les ofreció cupo en una guardería aumentó en un 5%, mientras que su participación en la fuerza laboral creció en un 7% en relación con el promedio del grupo de control.
No se encontraron efectos estadísticamente significativos en términos de las horas de trabajo de las madres, como tampoco del ingreso laboral en relación al último empleo que tuvo la madre.
![participacion laboral femenina actividades extraescolares chile](https://blogs.iadb.org/desarrolloefectivo/files/infografia-hijos-solo-en-casa-chile.png)
El hallazgo más sorprendente fue que el subgrupo que más aumentó su participación en la fuerza laboral y en los resultados de empleo fue el de mujeres que, además de tener hijos en el programa, también tenían otros menores de cinco años.
¿Por qué el Programa “4 a 7” habría de tener un impacto mayor en las mujeres con hijos pequeños, cuando la oferta de guarderías en Chile se ha multiplicado por seis en los últimos siete años?
La explicación radica en que esas madres, aun cuando podrían haber tenido acceso a la guardería para sus hijos más pequeños, debían quedarse en casa para supervisar a los niños en edad escolar durante la tarde.
Gracias al programa ofrecido después del horario escolar para los niños mayores, la inscripción de niños pequeños en guarderías formales por parte de esas familias se duplicó.
Este hallazgo destaca la necesidad de que las políticas públicas adopten un enfoque integrado y coordinado para ofrecer servicios de cuidado del niño que abarquen no solo la guardería en la infancia temprana sino también los programas antes y después del horario escolar para niños entre los 6 y los 13 años.
Queda claro –y es comprensible– que las madres en Chile, como en cualquier otro país de América Latina y el Caribe, y del mundo en general, no quieren dejar a sus niños solos en casa.
Esta historia forma parte de las evaluaciones de impacto del Panorama de la Efectividad en el Desarrollo, una publicación anual que resalta las lecciones y experiencias de los proyectos y evaluaciones del BID.
Descargue aquí el estudio completo “Childcare Indivisibility and Maternal Employment“.
Acerca de la autora:
Claudia Piras es especialista líder en desarrollo social en la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo.
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