Por Jorge Oyamada*
Más de 10.000 hogares de las zonas rurales de Paraguay se han beneficiado de un sistema de agua potable gracias a la financiación del BID y FECASALC.
La Comunidad Virgen del Rosario cuenta con 111 familias que hasta hace poco más de un año no contaban con servicio de agua potable y, cada día, sus habitantes debían recorrer largas distancias en busca de agua.
Eleucadio Benítez cuenta que “antes, acarreaba el agua por 800 metros junto con mi familia, lo hacíamos en carretilla y en bicicleta poniéndola en botellas, en bidones…”. Y tanto Eleucadio, como los demás integrantes de esta pequeña comunidad rural ubicada a 200 kilómetros al noreste de Asunción, habían acarreado diariamente el agua durante 16 años.
A través del Programa de Agua potable y Saneamiento para Comunidades Rurales e Indígenas, financiado por un préstamo del BID y por un generoso aporte no reembolsable del Fondo Español de Agua y Saneamiento para América Latina y el Caribe (FECASALC), el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (SENASA), ha construido un sistema de agua potable y promocionado la creación de la Junta de Saneamiento Virgen del Rosario que gestiona el servicio de agua potable en la comunidad.
En Paraguay, la cobertura de agua potable se ha venido incrementando en la última década, sobre todo en el sector rural. No obstante, el desafío sigue siendo muy grande ya que más de 1 millón de personas en el sector rural aún no cuentan con acceso.
Y la respuesta se está dando con programas como este, que en casi 3 años de ejecución ya ha construido 99 sistemas como el de la Comunidad Virgen del Rosario y brindan agua potable a unos 10.888 hogares.
El programa no solo atiende la problemática del acceso a agua. También ha mejorado las instalaciones sanitarias de las familias con la construcción de 9.700 unidades básicas de saneamiento (ducha, lavamanos e inodoro) y ha capacitado a cerca de 75.000 personas en temas de salud, higiene, equidad de género, uso racional y protección de las fuentes de agua.
Gracias a los sistemas de agua potable construidos, mujeres como Selmira Velázquez, que anteriormente dedicaban gran parte de su tiempo al acarreo de agua, hoy pueden realizar otras actividades. “Ahora convivimos más los domingos, porque antes todos tenían su turno para ir a recoger el agua, pero ahora ya no, estamos contentos, nos quedamos en casa …” , relata Selmira.
O como Doña Lilian Ojeda y sus amigas de la Comunidad de Nacen que para lavar ropa se desplazaban dos veces por semana hasta el arroyo más cercano, ubicado a 2 km de sus casas; o el caso de Don Benito Milto, de la Comunidad de RI 4 Sur, quien con sus más de 60 años tiene ahora más tiempo de descanso pues “ya no acarreo más el agua, porque antes acarreaba después de venir de la chacra, y aunque estaba cansado igual tenía que hacerlo…”.
Para Mariano Martinez, profesor de la escuela y presidente de la junta de saneamiento de Virgen del Rosario, es “un logro muy importante para la comunidad, especialmente para los niños, porque anteriormente los niños tenían esos síntomas de Giardia por su cara, esa mancha y ahora desapareció totalmente ese síntoma de parasitosis…”.
El acceso al agua potable en forma sostenible sigue siendo un gran desafío en muchas áreas rurales del Paraguay y es por ello que resulta fundamental la participación comunitaria, tanto en el desarrollo del proyecto, como en la operación y mantenimiento de los sistemas construidos.
El esquema de juntas de saneamiento impulsado por el programa ha sido muy exitoso para dar acceso a las comunidades rurales e indígenas alejadas de los centros urbanos. Este esquema involucra a la comunidad en la implementación del proyecto, donde las familias también aportan su granito de arena, ya sea con aportes en efectivo o con mano de obra “la parte de red de distribución y eso nosotros hicimos la excavación, ahí nosotros nos involucramos…”, nos decía don Mariano.
Josefina Paredes, de la Comunidad de Tape Guazú, destaca que la falta de agua “principalmente nos afectaba en la salud, porque hay algunos niños que ya le agarran diarrea, hay otros que le agarran más o menos algún virus que le salen por la piel, porque cuando no hay agua tenemos que ir a higienizarnos en el arroyo que está contaminado”.
La provisión de agua potable ha mejorado la vida de las personas de las comunidades beneficiarias y con el avance del programa muchas más mejoraran su calidad de vida.
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Esta entrada hace parte de una serie de artículos en este blog sobre efectividad en el desarrollo que resaltan los aprendizajes y experiencias de proyectos y evaluaciones del BID. Para mayor información sobre el diseño, monitoreo y evaluación de los proyectos del BID visite: deo.iadb.org.
*Jorge Rubén Oyamada Kroug se desempeña como Especialista en Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desde el año 2010. Actualmente, trabaja en la Representación del Banco en Paraguay, donde es responsable de mantener el dialogo sectorial con las autoridades del país y de la preparación, ejecución y supervisión de los programas, proyectos y estudios del sector de agua potable y saneamiento.
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