El tratamiento de las aguas residuales tiene un potencial de desencandenar una revolución ambiental y económica en América Latina y el Caribe. Una revolución que ya despegó en otras zonas del planeta.
El futuro de las naciones sostenibles está en la reutilización de sus recursos. En América Latina y el Caribe, una de las regiones más ricas del mundo en agua dulce, esa revolución está incipiente. En muchos de nuestros países el agua es abundante y por ello el pensar en reúso todavía no es una prioridad. Sin embargo, ese pensamiento de corto plazo no toma en cuenta que los recursos hídricos no son infinitos y que reutilizarlos no solo asegura su disponibilidad en el futuro, sino abre la oportunidad de incursionar en un nuevo modelo de desarrollo económico y ambiental que ya está en marcha en otras regiones del mundo.
Esa revolución estuvo al centro de las discusiones durante la Semana Mundial del Agua, que se celebró recientemente en Estocolmo, durante la cual el BID coordinó el Foco en América Latina y el Caribe. En nuestra región apenas el 28% de las aguas residuales reciben algún tipo de tratamiento antes de ser vertidas de nuevo en nuestro ambiente. En contraste, naciones como Israel (con un clima desértico en donde el agua escasea), tratan el 89% del agua residual. Por ende, antes de hablar de reúso, la región tiene que dar un paso hacia el tratar las aguas residuales antes de reintroducirlas en el medio ambiente.
Durante la Semana Mundial del Agua conocimos como algunas empresas importantes en sectores como bebidas y materiales de construcción en América Latina están ya utilizando el enfoque de economía circular, en el que los subproductos de toda la actividad industrial se reutilizan de tal forma de minimizar el desperdicio de recursos.
Los beneficios de las economías circulares particularmente en el sector de agua son de amplio impacto en varias esferas. En la esfera ecológica, las economías circulares promueven la conservación del agua, protegen la biodiversidad, reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y mejoran la producción agrícola. En la esfera social, la reutilización mejora las condiciones de salud al incrementar el tratamiento eficiente de las aguas residuales, incrementa la participación social en el manejo de los recursos hídricos e incentiva la creación de alianzas público- privadas.
Así entonces, la clave para desencadenar una revolución en el reúso del agua y los materiales residuales en América Latina y el Caribe está en las manos no solo de los Estados, sino de las empresas privadas y de los ciudadanos. Para comenzar esa revolución es necesario, primero, dar un paso cualitativo la cobertura de alcantarillado conectado a sistemas de tratamiento de aguas residuales, que actualmente no supera el 38% en las zonas urbanas, en donde vive cerca del 85% de la población de la región.
Se estima que para que América Latina y el Caribe como región tenga niveles aceptables de alcantarillado y tratamiento de aguas residuales se necesita una inversión sostenida de US$106 mil millones desde 2015 hasta 2029. Es una cifra que puede parecer inalcanzable, pero países de la región como México, Brasil, Perú, Bolivia y Argentina están invirtiendo una cantidad importante de recursos para cerrar la brecha en el tratamiento de aguas residuales.
En México, por ejemplo, la planta de tratamiento de aguas residuales de Atotonilco, inaugurada a inicios de este año, es la cuarta más grande del mundo y cuando alcance su máxima capacidad operativa podrá trata la totalidad de los 35 metros cúbicos por segundo de aguas residuales que produce la Ciudad de México, la urbe más grande de América Latina y el Caribe. Esas aguas tratadas se utilizan para riego de cultivos, lo cual reduce la demanda de recursos hídricos en un sector vital para la sociedad mexicana.
Los retos para cerrar las brechas de cobertura de alcantarillado y tratamiento no son únicas de nuestra región. Durante la Semana Mundial del Agua, al comparar la situación de América Latina y el Caribe con la de otras regiones nos encontramos que compartimos no solo problemas, sino también oportunidades para enfrentarlas a través de enfoques novedosos.
Cerrar las brechas de servicios e incrementar el reúso de las aguas residuales no solo se conseguirá con inversiones en infraestructura, sino también con intervenciones que incentiven la conectividad a la red sanitaria como créditos y subsidios focalizados. Además es necesario educar a los usuarios para reducir los prejuicios en contra del reúso del agua e incluir temas de políticas públicas sociales como igualdad de género y derechos humanos al agua y al saneamiento.
Como todas las revoluciones, la del tratamiento y reúso de las aguas residuales no se conseguirá al corto plazo, pero la región tiene todo en sus manos para plantar la semilla del cambio.
Para saber más de esta revolución y cómo nuestra región puede sumarse a ella, consulte nuestras publicaciones que resumen lo que aprendimos en la Semana Mundial del Agua en 2015 y 2016.
Sergio Tercero Talavera dice
El Dr. Oswald, máximo exponente de la investigación de lagunas de estabilización propuso la idea de utilizar las lagunas para producción de biomasa con fines alimentarios ante la crisis que se vislumbra para la 2a. Mitad del siglo. Este es otro camino de la economia circular.