En busca de hacer el agua más accesible, Sara comenzó como la única mujer ingeniera en proyectos de infraestructura hídrica. Hoy, alcanza el cargo más alto de la compañía y trabaja por mantener un modelo comunitario y aumentar la participación femenina en el sector.
Escrito por Andrea Ortega C.
Sara nació en Asunción, la capital de Paraguay, junto a sus padres y su hermana. Pese a que el agua es más accesible en áreas urbanas que en rurales, algo que marcó su infancia fue el pozo excavado que estaba entre su casa y la de su abuela materna. Aún puede recordar cómo usaban una polea para sacar el agua con baldes desde el pozo.
A Sara le gustaban las matemáticas y las ciencias. Soñaba con ser médica, sin embargo, a temprana edad entendió que para muchas personas las carreras tienen género y el ser mujer limitaba sus opciones, ya que debía pensar primero en su casa y potenciales hijos. “Mi mamá no quería que fuera médica. Dice que las médicas abandonan mucho el hogar porque tienen muchos compromisos entonces no me apoyó”, recuerda.
En busca de opciones que sí apoyara su familia se fue acercando a la ingeniería, una carrera dominada por hombres. Así, Sara aprendió a abrirse paso en ambientes altamente masculinizados. En la Universidad Católica de Paraguay, su alma mater era una de las 10 mujeres ingenieras, en una generación que contaba con más de 60 hombres. Sin embargo, esto no la desanimó y comenzó a buscar oportunidades laborales que le permitieran trabajar en infraestructura con un enfoque social.
Agua: Un sector para la inclusión social
Al poco tiempo de titulada, Sara entró a trabajar al área de proyectos del Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (SENASA). Comenzó a pasar más tiempo en terreno que en oficinas y pudo conocer las condiciones de agua y saneamiento en el Paraguay rural. Uno de los puntos clave para hacer su trabajo y conocer a las comunidades fue dominar el guaraní, idioma nativo que utiliza el 60% de la población del país. “Ahí empecé a querer este sector”, dice.
Cuando Sara comenzó a trabajar, era la única mujer en el equipo de ingenieros. “Era la novedad”, cuenta. Pese a esto, nunca experimentó o percibió alguna discriminación por su género. “Nunca me sentí rechazada, incluso me ayudaron y aprendí con ellos. Tal vez para algunas personas en puestos más alto había alguna resistencia, pero me aceptaban igual y siempre fue promovida para hacer cursos”, explica. Destacada por su involucramiento en los proyectos, Sara fue incluso seleccionada entre todos los ingenieros para ser enviada a Japón a una capacitación, donde conoció a un coterráneo que terminaría siendo su esposo.
En el SENASA, Sara demostró sus capacidades, se abrió camino como la única mujer ingeniera del equipo y fue ascendiendo rápidamente. Hoy, es la directora general de SENASA y la segunda mujer que ha ostentado este cargo en los 50 años de historia de la organización, donde de los 12 directores, 10 han sido hombres.
Sara es consciente de lo difícil que es alcanzar la equidad en un sector donde no siempre hay apertura para aceptar el talento femenino y lo difícil que puede llegar a ser ascender, independiente del desempeño. “Las mujeres somos tanto o más competentes que los varones y tenemos mucho compromiso, mucha dedicación al trabajo y mucha pasión por lo hacemos. Yo creo que para llegar a un cargo como el que yo tengo, hoy es cuestión de oportunidad”, explica.
Juntas de agua: la clave para el acceso equitativo
Durante su trayectoria en SENASA, uno de los proyectos que más le marco a nivel social fue el realizado junto a Lazos de Agua y financiado por el Fondo de Agua del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El proyecto permitió mejorar el modelo comunitario para manejar el agua y así capacitar a mujeres y jóvenes en el manejo de tarifas, lavado de manos e incluso manejo adecuado del agua en los hogares.
Paraguay es reconocido como el país con la distribución de agua más equitativa del mundo. Así, el 60% de la cobertura hídrica del país se administra a través de organizaciones comunitarias. Por esta razón, para Sara la clave para mejorar el acceso y manejo del sector hídrico en el sector rural es seguir fortaleciendo el modelo comunitario, sin embargo, sabe que necesita esfuerzo y trabajo para incrementar su calidad y garantizar su acceso al 100%.
“A mí me gustaría un sector de agua fortalecido, que las comunidades tengan un buen servicio, que tengan calidad, cantidad y continuidad, bajo un orden y una institucionalidad sólida, con recursos organizados y, sobre todo, que la distribución de agua siempre continúe siendo equitativa”, explica.
Para Sara el acceso al agua tiene un innegable componente de género, por lo que se enfoca en el acceso en zonas rurales, ya que sabe que esto permitiría mejorar la vida de las mujeres de la zona. “Contribuir a que las mujeres dejen de ser esclavas de acarrear el agua es un logro demasiado importante, sobre todo en la infraestructura del baño. Eso cambia la vida de todas las personas”, comenta.
Pero, sus metas no se quedan ahí, ya que espera que el sector hídrico le permita otorgar tantas oportunidades para las mujeres rurales como las que ella tuvo a lo largo de su trayectoria. Así, Sara espera aumentar la participación de las mujeres en las comisiones directivas y sobre todo en los puestos de liderazgo. Además, quiere crear programas asociados al agua y el saneamiento que permitan que más mujeres desarrollen habilidades asociadas, como plomería, electricidad y manejo de la calidad del agua para tener más oportunidades laborales.
Pese a que le quedan grandes desafíos por delante, Sara tiene la convicción de que el desarrollo hídrico con perspectiva de género es la clave para el Paraguay rural. “Hay que entender que trabajar con agua y saneamiento no es una mera construcción, una mera infraestructura. Es trabajar con la comunidad y con la mujer. Es construir ciudadanía y es cambiar vidas”, dice.
Serie: Mujeres Aguas Arriba
Sigue cada historia para aprender más sobre la vida de mujeres que han trabajado en beneficio de su comunidad con tenacidad, perseverancia y adquiriendo liderazgo en espacios que solían ser solo para hombres.
Este proyecto comunicacional está desarrollado por el BID junto a la AECID, que tienen el objetivo común de proveer servicios de calidad en agua y saneamiento en zonas rurales de la región. Conoce más de los proyectos ejecutados hasta al momento con el Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento FCAS en esta publicación.
Cada quince días subiremos un nuevo perfil de “Mujeres aguas arriba”.
Para conocer más sobre “Mujeres aguas arriba” suscríbete a nuestro blog aquí.
Equipo de Mujeres aguas arriba:
Coordinación: Anamaría Núñez, María Augusta Olmedo y Leticia Ortega
Especialistas de género BID: Naiara Martínez
Contenido: Andrea Ortega Carreño y Paul Constance
Ilustración: Verónica Alvarado y Carolina Curbelo
Producción audiovisual: Adriana Loeff
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