En nuestro viaje por Bolivia el azar quiso que una parte del grupo nunca llegara a visitar el proyecto que teníamos planeado conocer. El autobús en el que nos desplazábamos iba a una velocidad de 20 km/h en la subida y cuando ya iba en bajada alcanzaba la increíble velocidad de 50 km/h. Los todoterrenos en los que se desplazaba otra parte del equipo nos adelantaron con una distancia de varias horas (ya que la localidad en cuestión se encontraba a 5 horas de viaje desde Cochabamaba). Dado que teníamos que volar esa noche, a las 4 horas de viaje, hechos los cálculos, nos dimos cuenta que nunca llegaríamos a la población en cuestión.
Para más divertimento del equipo, la comida iba en uno de los vehículos que se había adelantado, así que en medio del altiplano boliviano lo único que comimos fue polvo. Pero literalmente, porque ese autobusito no tenía ni aire acondicionado y era un día bien soleado y para huir del calor a nuestro conductor se le ocurrió abrir las ventanas en pleno camino de tierra. !Imagínense la polvareda!
Pero en medio de este aparente desastre íbamos acompañados de un ingeniero civil del ayuntamiento y le preguntamos si no había algún otro proyecto que pudiéramos visitar, para aprovechar el camino. Efectivamente a una hora de vuelta había una localidad en la que se había implementado un proyecto en cuyas obras él había supervisado personalmente.
Comenzamos a visitar la aldea y, cómo no, pedimos ver los baños, nuestro objetivo principal de trabajo. Cuando llegamos a la escuela, ante nuestra sorpresa, ninguno de ellos estaba operativo. Los baños ecológicos con separación de orinas requieren un uso determinado y un mantenimiento, simple, pero necesario. Además, había otros cuatro baños que estaban cerrados con llave, pues la obra no había sido aún entregada. Baños nuevos pero inutilizables. Afortunadamente nos acompañaba una trabajadora social de Bolivia que hablaba aimara y pudo hablar con otras personas de la comunidad para ayudarnos a comprender la situación.
¿Qué aprendimos? A pesar de contar con una normativa clara de construcción e implementación de la infraestructura, cuando el trabajo comunitario no se realiza correctamente o no tiene continuidad ni monitoreo una vez terminadas las obras, los mensajes de sensibilización no son asimilados por la población (los niños no habían comprendido cómo debían usarlos).
No contar con actividades de monitoreo post-construcción, resulta en el deterioro de la infraestructura incluso a pocas semanas de su inauguración. A su vez, el deterioro crea en la comunidad una imagen poco sana de los mismos baños, y por tanto, aumenta el rechazo de la población a su uso, ya que los asocian a malos olores y suciedad.
Tras una hora y media en el pueblo, y mientras algunos de nuestros compañeros visitaban la captación de agua, comenzamos a sentir ganas de ir al baño. Teníamos dos opciones, utilizar los baños obstruidos, sucios y mal olientes, o buscar un lugar a campo abierto para aliviar nuestras necesidades. No tuvimos ninguna duda, nos fuimos a buscar un lugar poco visible al aire libre… TÚ TAMBIÉN LO HARÍAS
Leave a Reply