El simple acto de lavarse las manos puede parecer trivial en la rutina diaria, pero su impacto va mucho más allá de mantenerlas limpias. Es una medida eficaz y poderosa para prevenir enfermedades, y, en última instancia, salvar vidas como lo vivimos durante la pandemia. ¿Pero estamos realmente conscientes de la importancia de esta práctica?
Una mirada a la historia
No siempre fue el caso. De hecho, hasta hace menos de 200 años, en las sociedades occidentales se desconocía el vínculo entre la falta de higiene y las infecciones. En 1846, en un hospital de Viena, el médico húngaro Ignaz Semmelweis se dio cuenta de esta relación. Demasiado revolucionario para su época, luego de defender a capa y espada sus teorías sobre la higiene, muere solo, olvidado, incomprendido, en un asilo.
Tuvimos que esperar los descubrimientos de Louis Pasteur, microbiólogo francés (entre otras cosas), a fines del siglo XIX para presenciar una verdadera ruptura en las prácticas higiénicas. En pocos años, el lavado de manos se extendió a la vida cotidiana, favorecido por la aparición y democratización de los servicios de agua y saneamiento.
Más allá del lavado de manos
Hoy, sabemos que el lavado de manos va más allá de simplemente pasarlas por agua y jabón. Según la Organización Mundial de la Salud se estima que el lavado de manos adecuado podría prevenir hasta 3,5 millones de muertes de niños menores de cinco años cada año. Se trata de un proceso meticuloso que implica frotar las manos con jabón durante al menos 20 segundos para eliminar eficazmente los gérmenes. Sabemos que la canción de “Feliz Cumpleaños” sirve como una guía para asegurar una limpieza completa.
Estamos también plenamente conscientes de que el acceso a servicios de agua, saneamiento e higiene es fundamental para llevar a cabo esta práctica. Desafortunadamente, no todas las personas tienen acceso continuo y/o de calidad, ya sea por episodios de sequía, el mal uso del agua o la falta de acceso, y no pueden seguir una rutina de lavado de manos adecuada.
Según UNICEF, tres de cada diez personas —2300 millones de personas— en todo el mundo carecen de instalaciones para lavarse las manos en el hogar y, entre ellas, hay 670 millones sin instalaciones para el lavado de manos.
Específicamente, en América Latina y el Caribe las desigualdades son aún más marcadas en las zonas rurales, donde sólo el 53% de la población tiene acceso a agua gestionada de manera segura, alrededor del 30% de la población no tiene acceso a saneamiento básico y 72% del acarreo del agua es realizado por mujeres y niñas.
La importancia de la infraestructura
Precisamente, en el caso de mujeres y niñas, en las ciudades o en el campo, dados los roles tradicionales de género, ellas son las principales encargadas de proveer agua para el hogar, además del cuidado de las personas vulnerables en el grupo familiar, en detrimento del tiempo que podrían dedicar a actividades productivas, estudios o descansar. Por ende, el poder lavarse las manos de manera segura y continua, impacta directamente su calidad de vida.
Además, sumado el compromiso del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, invertir y mantener infraestructura en espacios públicos de servicios de agua, saneamiento e higiene contribuye entre otros, a poner fin a la defecación al aire libre y a prevenir enfermedades transmisibles en zonas de riesgo, prestando atención a las personas en situación de vulnerabilidad, construyendo sociedades más inclusivas.
El lavado de manos es también fundamental para que aquellas personas que trabajan en entornos de atención médica o educativa. Para poder garantizarlo, se requiere instalaciones adecuadas de agua, saneamiento e higiene. Para la mejora y mantenimiento de dicha infraestructura es necesario tener políticas y recursos asignados, así como capacitación continua del personal y usuarios sobre mantenimiento y buenas prácticas de higiene.
Un compromiso para mejorar vidas
En el Banco Interamericano de Desarrollo, tenemos el compromiso de que en América Latina y el Caribe tengamos acceso sostenible, resiliente e inclusivo a servicios de agua, saneamiento e higiene para todas las personas. Mediante proyectos e iniciativas, trabajamos de la mano con los gobiernos y socios para hacer realidad este objetivo.
Ahora recordemos que cada vez que nos lavamos las manos, realizamos un acto poderoso: Estamos contribuyendo a un mundo más saludable y sociedades más justas. Para quienes tenemos el privilegio de poder realizarlo, hagámoslo de manera consciente y correcta.
Más información
Patrocinado por la Facilidad de Inversión para América Latina de la Unión Europea (LAIF) y el Fondo FECASALC (Fondo Español de Cooperación para Agua y Saneamiento en América Latina y el Caribe), este blog es parte de los esfuerzos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Unión Europea para cerrar las brechas de acceso al agua y saneamiento, asegurando infraestructuras accesibles para todas las personas. Reconocemos la importancia fundamental que el agua y el saneamiento tienen en nuestras vidas, y destacamos el compromiso continuo con estos esfuerzos de desarrollo sostenible e inclusivo.
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