La inversión pública en infraestructura en América Latina y el Caribe enfrenta un panorama negativo. En 2017, la mitad de los países de la región redujo su inversión pública en infraestructura.
Por Cinthya Pastor y Tomás Serebrisky*
La infraestructura es vital para el crecimiento económico y para reducir la desigualdad. A pesar de su importancia, resulta increíble que hasta hace unos años no había información comparable sobre cuánto invierten los países en la región. En 2016, el portal de datos Infralatam (una iniciativa conjunta del BID, CAF y CEPAL) presentó por primera vez datos de inversión pública en infraestructura económica para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe (ALC). La más reciente actualización de Infralatam presenta datos para 21 países entre 2008-2017.
¿Qué nos dicen los datos de Infralatam?
- Entre 2008 y 2017, la inversión pública en infraestructura en ALC fue en promedio 2% del PIB regional. En 2008, este nivel fue alrededor de 2%. En los siguientes años creció alcanzando un 2.5% en el 2009, para luego mantenerse entre 2.3% y 2.4% hasta 2016. En 2017, la mitad de los países de la región redujo dicha inversión, hasta un promedio a 2.1% del PIB.Medida en dólares, la inversión pública en infraestructura en ALC fue de US$ 65 mil millones por año entre 2008 y 2017, lo que equivale a US$ 107 per cápita al año.
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- La inversión en infraestructura es baja: varios estudios, como “Aumentando la eficiencia en la provisión de infraestructura pública: Evidencia de potenciales aumentos de eficiencia en el Gasto en Infraestructura Pública en América Latina y el Caribe” (2017) documentan que ALC invierte menos de lo que debería en infraestructura. La definición precisa de cuánta inversión necesita la región debería ser el resultado de estudios específicos a nivel país, los cuales casi no existen en la región. A modo de comparación, según el Banco Mundial, China, el país que más invierte en infraestructura, invirtió entre el 2010 y 2014 en promedio 6.3% de su PIB, lo que equivale a US$ 530 miles de millones por año y a US$ 393 per cápita anual; es decir, casi 4 veces la inversión per cápita de ALC.
- La región es heterogénea: algunos países destinan importantes recursos fiscales a la inversión en infraestructura. La variabilidad entre países es importante que va desde 5.4% del PIB (Bolivia) a niveles menores al 1% como Brasil (0.8%) y Haití (0.4%).
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- Las noticias para la inversión pública en infraestructura no son buenas: la inversión baja, acompañando el menor crecimiento de la región. En 2017, la mitad de los países de la región redujo su inversión pública en infraestructura, lo que generó que la inversión promedio descendiera a 2.1% del PIB. En ALC existe un fuerte sesgo en contra del gasto de capital (la mayoría del cual se destina a infraestructura), lo que atenta contra la recuperación de la inversión por las bajas perspectivas de crecimiento (1.8% en 2020). Como ilustración del sesgo del gasto en contra de la infraestructura, entre 2000 y 2016, el gasto total en ALC aumentó 5,2% del PBI; del cual 88% correspondió a gastos corrientes y solo 12% a inversión en capital, como lo detalla la publicación
“Mejor gasto para mejores vidas: Cómo América Latina y el Caribe puede hacer más con menos” (2018).
Dado el panorama negativo para la inversión pública en infraestructura, ¿qué podrían hacer los países de ALC para proveer más y mejores servicios?
Atraer más inversión privada: Infralatam presenta datos de inversión pública en infraestructura, la que representa 2/3 de la inversión total en ese rubro. El 1/3 restante corresponde a inversión privada. El Banco Mundial estima que entre 2008 y 2017, la inversión privada en infraestructura fue en promedio 0.5% del PIB de ALC. Hay países que reciben significativa inversión privada en infraestructura, con Brasil y Honduras a la cabeza. Existen amplias oportunidades para atraer inversión privada en aquellos proyectos con altas tasas de retorno social. Para ello se deben mejorar las capacidades para preparar y supervisar proyectos y reducir la incertidumbre regulatoria en el fondeo de los proyectos.
Mejorar la eficiencia de la inversión en infraestructura: En lugar de mayor inversión en infraestructura, los países podrían entregar la misma calidad y cantidad de servicios de infraestructura con menores recursos, aumentando la eficiencia de la provisión de infraestructura. La publicación “Aumentando la eficiencia en la provisión de infraestructura pública: Evidencia de potenciales aumentos de eficiencia en el Gasto en Infraestructura Pública en América Latina y el Caribe” (2017) estima que ALC podría construir 35% más activos con el mismo nivel de inversión pública. Las fuentes de potenciales ganancias de eficiencia vienen desde la mejora en la planeación y selección de proyectos, la optimización de costos y plazos en la construcción y una mejor asignación de la inversión entre infraestructura nueva y el mantenimiento de la ya existente.
Para conocer en mayor detalle los datos de inversión en infraestructura en la región, visite el portal Infralatam.
*Cinthya Pastor es Economista consultora del sector de Infraestructura y Energía. Tomás Serebrisky es Economista Principal del sector de Infraestructura y Energía del BID.
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