La cultura organizacional debe ser un factor clave para impulsar estrategias de innovación en agua y saneamiento, no para frenarla.
Por Alejandro Minatta y Marcello Basani
Toda organización requiere contar con una estrategia (o hoja de ruta) para lograr sus metas. Pero además debe tener muy presente la importancia que posee su cultura organizacional, tal como la describe la emblemática y concisa frase acuñada por Peter Druker: “…la cultura se come a la estrategia para el desayuno…”.
La cultura organizacional influye de manera relevante en el comportamiento de sus integrantes, más allá de los sistemas de control, los procedimientos o las autoridades formales, lo que hace de ella un poderoso medio para obtener los resultados que la entidad desea obtener (Hogan y Coote). Es decir, cualquier esfuerzo que toda organización se plantee llevar delante de forma efectiva, requiere tener siempre muy presente el conjunto de creencias, hábitos, valores, actitudes y tradiciones que caracterizan su cultura.
Esto también aplica a la estrategia de innovación. La cultura es de los factores que más puede estimular una conducta innovadora en los miembros de un equipo, puesto que al influir en el comportamiento de sus integrantes podría hacer que acepten la innovación como un valor fundamental y se comprometan con ella (Hartmann, et al.). A los efectos de implementar de forma efectiva la innovación, es muy importante que los miembros de la entidad comprendan las razones que llevan a su organización a adoptarla (Vagnani y Volpe), pues si le atribuyen intencionalidad constructiva, ellos se encontrarán más dispuestos a desarrollar actitudes favorables y un comportamiento proactivo ante la innovación (Choi, et al.).
Los cambios en las empresas del sector Agua y Saneamiento (AyS) requieren mucho tiempo debido a la longevidad del material y las estructuras de experiencia institucional y profesional sólidamente establecidas (Lienert, et al.). Además, dichas empresas tienden a ser organizaciones conservadoras, caracterizadas por actuar con una fuerte inercia (Brown) y en un contexto sectorial altamente regulado. La naturaleza del negocio de los servicios públicos de agua, caracterizados por su aversión al riesgo, influyen en el comportamiento de sus integrantes, las normas organizativas y las prácticas de contratación; y con el tiempo dicha dinámica produce organizaciones compartimentadas y centradas en procedimientos, que no son ideales para fomentar la innovación. Además, dichos perfiles de riesgo no están suficientemente coordinados, lo que provoca que a sus líderes les resulte complejo explorar nuevos conceptos. Todo esto hace que la cultura de las entidades del sector puede llegar a representar uno de los obstáculos principales para innovar (Renner).
Si bien más del 90% de los profesionales de servicios públicos a nivel global (encuestados en la investigación de Water Research Foundation WRF, Battern) creen que la innovación es fundamental para el futuro de sus organizaciones, muy pocos han adoptado de manera efectiva las disciplinas clave de innovación. Aunque América Latina y el Caribe cuenta con un potencial de innovación relevante, esto aún no se traslada en una verdadera generación de soluciones innovadoras a nivel de servicio, y en gran parte se debe a que los prestadores de AyS cuentan con una cultura innovadora que representa apenas menos de una quinta parte del umbral internacional de referencia en el sector.
Por lo tanto, el principal reto es contribuir a inhibir la cultura que tiende al status quo. Para ello y entre otros importantes aspectos a tener presente, los directorios de las entidades del sector deben tener la innovación en sus agendas, incluyendo la forma en que su proceso se gestiona a diario (Fujii). Así, los aspectos organizacionales, comunicacionales y educativos resultan en herramientas poderosas para lograr cambios en la cultura hacia la innovación de los operadores de agua (WRF). Además la cooperación entre las personas que integran el servicio de agua permite pensar de manera innovadora al reducir la incertidumbre a través del riesgo compartido y, por lo tanto, potenciar su capacidad de innovar (Hendrik, et al.). El camino se inicia a través de pasos cortos y mostrando hechos, no solo enunciando palabras (Rao, et al.).
Sigamos recorriendo juntos el camino a los efectos de que la cultura del sector excluya de su desayuno la opción de comerse a la innovación y por el contrario, la incorpore e impulse en su acción diaria en favor de la calidad de vida de las personas.
Alejandro Minatta es uruguayo. Es consultor en diseño, ejecución y evaluación de mecanismos de promoción del desarrollo. Desde hace 20 años se especializa en Innovación. Entre otras oportunidades, se destacan la Estrategia Nacional de Emprendimiento e Innovación de Ecuador, Política de Ciencia Tecnología e Innovación de Paraguay y Ecosistema Emprendedor de Uruguay. Es director de la consultora Catalizinn®, creadora de la metodología de Gestión de Innovación Corporativa EMOSI.
Esmy dice
Excelente articulo, es una fotografía clara de las situación de las empresas de Agua y Saneamiento de Latinoamerica, si bien se busca imnovar con normativas adecuadas a la realidad, estas se ven limitadas por la cultura establecida en la organizacion internas de las empresas de agua, es priorizada ante la imnovacion y la mejora del servicio al usuario, esperemos que esto cambie, ante la coyuntura que se presenta con la pandemia del COVID-19, que nos exige servicios publicos eficientes y de calidad, en donde el agua y el saneamiento son la principal herramienta para convatir esta pandemia, esta situacion es una oportunidad para que los gobiernos de una mirada realistas en la mejora de los servicios