Por Diana Madrigal. con aportes de Alfredo Rihm*
La contaminación por plásticos de origen residencial es una amenaza ambiental creciente. Pero ¿es posible vivir sin plásticos? Decidimos documentar el proceso de una familia que probó vivir sin plástico por un mes.
Somos una familia de tres, dos adultos y un niño, vivimos en San José, Costa Rica. Medianamente responsables a nivel ambiental: reciclamos, hacemos compostaje, compramos principalmente productos orgánicos y locales, nuestro hijo de 2 años usa pañales de tela y juguetes de madera, llevamos bolsas reutilizables al supermercado; entre otras cosas. A pesar de esto, dejar de consumir productos plásticos nos parecía extremo, pero no imposible, así que decidimos intentarlo. Sabíamos que nuestra decisión nos sacaría de nuestra zona de confort y traería obstáculos en el camino, pero valdría la pena el esfuerzo.
Antes de iniciar, pusimos algunas condiciones:
Primero, decidimos no comprar más productos basados o empacados en plástico, pero debíamos consumir todo lo que ya habíamos comprado que estuviera envasado en plástico. Segundo, trataríamos de reutilizar los recipientes u objetos de plástico que teníamos. Y, tercero, excluimos los medicamentos que pudieran venir empacados en plástico.
Primera semana
La primera semana fue de transición. Investigamos sobre tiendas que vendieran a granel, proveedores de carne, pescados o lácteos que aceptaran rellenar nuestros envases. A la vez, fue la semana más fácil porque quedaban varios productos congelados o productos empacados en el refrigerador. También teníamos pastas, granos y bocadillos en la alacena.
Honestamente, en esa semana, el cambio fue poco. Llegó el fin de semana y topamos con imprevistos. Entre ellos, al ir de paseo nos olvidamos de un ingrediente esencial para la comida que íbamos a preparar y, por ende, tuvimos que pasar a una tienda de conveniencia y comprarlo, para nuestra “sorpresa” venía envuelto en plástico. También hubo una reunión familiar en la que nos encargaron una compra de última hora que, “sorpresa”; venía envuelto en plástico. ¡Pecamos! No miento cuando digo que, aunque fue la primera semana… ¡Nos dolió en el alma!
De hecho, De acuerdo con es el estudio realizado por el BID en el 2020, en el 2017 a nivel mundial se produjeron 8.300 millones de toneladas de plástico en todo el mundo. Alrededor del 40% (6.400 millones) representaban artículos de un solo uso. Sólo el 9% de estos materiales desechados se reciclaron en todo el mundo, y el resto se eliminó.
América Latina y el Caribe (ALC) produce el 4% de todo el plástico global. La región ocupó el cuarto lugar en consumo de plástico, el 8% del consumo mundial en 2016.
Segunda semana
La alacena y el refrigerador se comienza a vaciar. Iniciamos con la compra de productos a granel. Fuimos en persona a las tiendas a rellenar envases por primera vez. Una tarea sencilla, pero que, con las facilidades de servicios de entrega, compras en línea y un año con Pandemia, nos habíamos acostumbrado a que nos entregaran todo en casa y sencillamente nos parecía muy complicado.
Para nuestra sorpresa, resultó ser divertido, fácil y satisfactorio. Encontramos productos que diversificaron nuestro consumo, observamos y conocimos productos nuevos para alimentar a toda la familia sin generar residuos plásticos.

Tercera semana
Nos asaltan los antojos, las ganas de pedir comida rápida tipo delivery o comprar aquello que uno o en especial nuestro pequeño hijo cree que “necesita”. Nos pusimos creativos: cocinamos cosas nuevas, buscamos restaurantes que ofrecieran empaques para llevar sin plástico o bien ir a retirar los pedidos nosotros mismos, llevando nuestros recipientes para rellenar. Probamos las tres opciones. Todas funcionaron. Evitamos la generación de residuos plásticos innecesarios a cambio de “sacrificar” algo nuestra comodidad.
¿Pero, y los productos de lavandería e higiene personal? Para nuestra sorpresa, en varias tiendas a granel se puede rellenar los recipientes con detergente, jabones de mano y en estos días, el indispensable alcohol en gel.
Además, encontramos varias tiendas en línea de productos de higiene personal como hilo dental hecho de maíz, pasta dental a granel o envasadas en recipientes metálicos reciclables, cepillos de dientes de bambú, jabón, champú y acondicionador en barra, entre otros.
En el caso de higiene menstrual existen toallas lavables y copas menstruales que vienen a sustituir las toallas tradicionales y los tampones.
Aunque parezca increíble, donde topamos con el mayor reto fue con el papel higiénico ¿Comprar la bolsa de 24 unidades envueltos en plástico que además es más económica o comprar 24 rollos individualmente sin empaque? ¡Pues tocó salir del supermercado llenos de rollos individuales! Con todas estas opciones, fuimos descubriendo que las alternativas al plástico no solo existen, sino que hay muchos y lo que falta ¡es hacer el cambio!
ALC tiene la tercera tasa más alta de generación de residuos por persona, con 0,99 kg/por persona/día. Esta tasa de generación es superior a la media mundial de 0,74 kg/persona/día, de acuerdo con el Banco Mundial. Ese consumo personal se traduce en un total anual de residuos plásticos producidos en ALC de 28,8 MMT. Las tasas de reciclaje todavía son bajas, con un total de 8,4 MMT de residuos plásticos con una disposición final inadecuada o de manejo desconocido de acuerdo con el estudio realizado por el BID en el 2020 sobre la gestión de residuos sólidos , lo que corresponde a la capacidad de carga de 84 buques Evergreen como el que recientemente encalló en el Canal de Suez.
El reto de los juguetes
Para familias con hijos pequeños es muy recomendable tener una conversación con ellos sobre los efectos del plástico en el ambiente, los animales y hasta para nuestra salud. ¡Ellos pueden ser hasta más conscientes que nosotros, si les explicamos adecuadamente! Además, como vimos con los productos de higiene, también hay muchas opciones de juguetes de madera, de tela, cartón o fabricados con materiales reciclados. Otra opción que hemos encontrado ha sido intercambiar juguetes con otros amigos o comprar juguetes “de segunda mano”, o bien piezas libres que estimulen su creatividad. Algo clave también es comunicar a familiares y allegados sobre el reto, para no tener regalos plásticos sorpresa difíciles de rechazar.
Cuarta semana ¿Se acabó el reto?
Llegó la última semana y honestamente ya para este momento, no nos habíamos percatado que habían pasado 4 semanas. Sin darnos cuenta, fácilmente nos habíamos adaptado en gran medida a un nuevo estilo de vida.
Una reflexión importante, en particular para la transición es ser paciente y no frustrarse. Tuvimos tropiezos, fallamos algunas veces y tuvimos que decir adiós a algunos productos que realmente disfrutamos, pero nos dimos cuenta de que la ganancia fue mayor. El reto no se acaba aquí. Hemos decidido continuar con este estilo de vida, sabiendo que puede haber tropiezos, pero buscando minimizarlos y cuestionando la necesidad de compra de cada producto empacado en plástico.
Lecciones aprendidas y recomendaciones
- Hacer una pequeña investigación de las tiendas a granel, mercados o ferias del agricultor donde es posible rellenar envases.
- Hacer recolecta de recipientes (idealmente reutilizados) antes de empezar.
- Comunicarles a familiares y amigos cercanos la decisión para que no te sorprendan con regalos empacados en plástico.
- Tener siempre a mano, en el automóvil o el medio de transporte que utilicen al menos 2 bolsas reutilizables y 2 recipientes, especialmente a la hora de ir de paseo.
- Planificar el menú de la semana con anticipación para tener claro que se requiere comprar y así reducir la pérdida de alimentos.
Sabemos que hay muchísimas personas que han logrado transicionar a un estilo de vida sin plástico. Inclusive, desde el 2011, la autora Susan Freinkel analizó a profundidad el origen del plástico y nuestra relación con este material en su libro “Plastic a Toxic Love Story” y su proceso de eliminar el plástico. En su libro Freinkel documenta cada objeto plástico con el que estuvo en contacto en un día, ¡el cuál es alarmante! Y puntualiza en el ciclo de varios objetos buscando generar conciencia respecto al uso y consumo del plástico.
¿Quién más de atreve?
Consideramos que, si una familia de tres lo puede hacer, ¡cualquiera lo puede hacer! Se darán cuenta que además que es divertido y viene con una satisfacción personal que no se puede describir. Además, como resultado paralelo, con el que realmente no contábamos, fue una notable reducción de nuestros gastos mensuales. Así que ¡ÁNIMO! Les aseguramos que solo habrá recompensas y aprendizajes en el camino.
*Diana Madrigal es consultora de la División de Agua y Saneamiento en San José, Costa Rica. Alfredo Rihm es Especialista de la División de Agua y Saneamiento, en Washington.
Leave a Reply