Compartimos con ustedes un blog post escrito por Lina Marmolejo, Robert Pantzer y Arnaldo Posadas que fue publicado en Caribbean DevTrends y en Sin Miedos.
Fue la primera vez en la historia de EE. UU.: El 16 de julio, el presidente Obama visitó la prisión federal de El Reno, Oklahoma; un gesto que seguro dará que hablar en el debate sobre la reforma del sistema judicial estadounidense, especialmente para los delincuentes no violentos que deben cumplir condenas mínimas obligatorias largas. Esto es un acontecimiento positivo: La tasa de encarcelamiento en la tierra de la libertad se ha septuplicado desde la década del 70 y ahora es cinco veces mayor que la de Gran Bretaña, nueve veces mayor que la de Alemania y 14 veces mayor que la de Japón.
Este contraste entre un país de vasta riqueza y una enorme población carcelaria también se traslada en parte al Caribe. Tomemos como ejemplo las islas paradisíacas de las Bahamas con su clima agradable, sus playas de arena blanca, las aguas claras del océano y las palmeras. Y aún así, al igual que EE. UU., este hermoso país tiene un régimen penitenciario que debe enfrentarse a desafíos rigurosos similares.
La semana pasada, las autoridades nacionales del país recalcaron la importancia de la situación al hacer que los ciudadanos recuerden esta realidad en la Conferencia Anual de la Asociación de Directores de Servicios Correccionales del Caribe. El tema de la cumbre fue “Prisiones en el año 2015: una perspectiva caribeña” y se presentaron los esfuerzos realizados por los sistemas penitenciarios de la región del Caribe para realizar reformas. También se analizaron iniciativas similares que se tomaron en otras partes del mundo.
En las Bahamas se está tratando activamente de aprender de los sistemas que se aplican en otros lugares del mundo para obtener una perspectiva combinada sobre gestión y reformas penitenciarias eficaces. En la cumbre se reunieron representantes de más de ocho países del Caribe (Barbados, Islas Caimán, Guyana, Jamaica, Islas Turcas y Caicos, Santa Lucía, San Vicente y Trinidad y Tobago). Además, y por primera vez, asistieron a la conferencia directores de países de América Central, como El Salvador y República Dominicana, por lo cual se creó un espacio adicional para dialogar e intercambiar las lecciones aprendidas.
Ciertamente, los países del Caribe demostraron que sus perspectivas en cuanto a las reformas del 2015 provienen de un cambio filosófico en el sistema judicial penal: de una visión punitiva a un enfoque en la rehabilitación y la reinserción social de las personas privadas de libertad. Como dijo el ministro de Seguridad Nacional Dr. Bernard Nottage durante la sesión de apertura de la cumbre, “Para los legisladores, los correccionales deben verse como instituciones donde las personas detenidas pueden rehabilitarse y no como instalaciones que albergan prisioneros”. Este serio compromiso con una reforma institucional y una visión holística del sistema penitenciario es precisamente lo que hemos observado detrás de los muros de la prisión Her Majesty’s Prison durante la visita a las instalaciones, que en la actualidad albergan aproximadamente 1500 presos.
Estos presos con el tiempo serán liberados y su exitosa reinserción social se convertirá en un gran desafío de la política pública.
Durante la conferencia, se resaltaron experiencias de Canadá y Estados Unidos que demuestran que la mayoría de los delincuentes recurrentes tienen dificultades para manejar los aspectos básicos necesarios para lograr una reinserción exitosa. Entre los desafíos se incluyen mantener el empleo, encontrar un lugar donde vivir, volver a ponerse en contacto con los familiares y acceder a los recursos para combatir el abuso de sustancias y los problemas de salud mental (Travis, 2001; Western, 2008; Visher, 2012). Por ejemplo, en las Bahamas, se han hecho algunos esfuerzos por comprender el punto de vista de los presos en cuanto a la reinserción (Minnis, et. al, 2011); sin embargo, transformar esos descubrimientos en política pública real es un trabajo que todavía no se ha terminado.
Como en el caso de EE. UU., se pueden obtener importantes ahorros si se realizan reformas institucionales razonables y bien estructuradas en la justicia y en los sistemas penitenciarios del Caribe. Afortunadamente, como se demostró hace poco tiempo en Nasáu, quienes toman las decisiones pertinentes ya han comenzado a analizar el tema.
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