¿Qué comparten Google Maps, Uber, Airbnb y Spotify? Cambiaron nuestras expectativas sobre las interfaces de usuario y redefinieron lo que esperamos de las plataformas digitales: intuitivas, simples y accesibles.
Las interfaces y la experiencia del usuario son cruciales en la interacción con la tecnología. No son únicamente puntos de conexión entre personas y máquinas; también son narrativas que evolucionan, moldeadas por la necesidad de comprender y ser comprendidos con base en necesidades puntuales.
Cada avance en la forma en que interactuamos, desde las primeras máquinas hasta la era actual de dispositivos móviles, encierra una historia, una necesidad y una búsqueda de entendimiento.
¿De dónde venimos?
A mediados del siglo XX la búsqueda de una forma más eficiente y humana de interactuar con la información llevó a innovaciones notables. Vannevar Bush, un científico de los años ’30, se enfrentaba al desafío de la sobrecarga de información en diversos campos. Visualizando un sistema de almacenamiento y recuperación que trascendiera los métodos tradicionales, Bush plasmó sus conceptos revolucionarios en el “Memex“.
Su reflexión, expresada en “Cómo podríamos pensar”, desafiaba las reglas de almacenamiento de la época y abogaba por un enfoque basado en la asociación de ideas. El “Memex”, un dispositivo de selección por asociación, se presentó en 1945 como una anticipación adelantada a su tiempo. De hecho, adelantándose 50 años a Google.
Este aparato, con superficies traslúcidas, palancas y motores, fue diseñado en un mundo que apenas estaba asomándose a la era de las computadoras. Más que un complemento a la memoria, el “Memex” se reveló como un precursor de la forma en que interactuamos con la información en la actualidad. Permitió la construcción de caminos personalizados a través del laberinto de materiales, adaptándose a los intereses individuales de los usuarios. La conexión con el hipertexto, visualizando “hilos conectores invisibles” entre documentos, influyó en el desarrollo futuro de interfaces como las que conocemos hoy en día.
En la década de 1960, Douglas Engelbart inició una revolución que cambiaría radicalmente nuestra percepción de las interfaces de usuario. Inspirado por el llamado a la acción de Vannevar Bush, Engelbart, con su experiencia como técnico de radar, imaginó la posibilidad de analizar y mostrar información en pantallas. Esta revelación lo llevó a visualizar a los trabajadores intelectuales sentados en “puestos de trabajo” de pantalla, navegando por el espacio de la información y aprovechando su capacidad intelectual colectiva para abordar desafíos de manera más potente. Estas fueron las raíces de la interactividad moderna de los ordenadores, marcando así el inicio de una nueva era en la evolución de las interfaces de usuario.
En 1968, Engelbart realizó una demostración que se ganó el título de “Mother of all demos” (La madre de todas las demostraciones), en la que presentó un sistema que permitía la interacción a través de un ratón. Su visión trascendió las limitaciones de la escritura en línea de comandos, proponiendo una experiencia visual y táctil con la información. Este hito marcó un antes y un después en la evolución de las interfaces de usuario y allanó el camino para la computación moderna.
En los 70 y 80, la revolución de Engelbart encontró eco en los pasillos de Xerox PARC y Apple. La visión audaz de interfaces gráficas y de colaboración en línea, sembró la semilla de la innovación. Xerox PARC, influido por estas ideas, desarrolló y optimizó tecnologías fundamentales como el ratón y la interfaz gráfica de usuario (GUI). Sin embargo, fue la colaboración pionera entre Xerox PARC y Apple la que llevó estas ideas a convertirse en el estándar de interfaces de usuario.
Apple, adoptando la filosofía de Engelbart, transformó las complejas interacciones de las computadoras en experiencias intuitivas para el usuario promedio. El Macintosh, lanzado en 1984, marcó el inicio de una era donde la interactividad se democratizó, convirtiéndose en un componente esencial de nuestras vidas digitales. La sinfonía de ideas desde Bush, Engelbart hasta Steve Jobs en Apple, ha definido nuestra relación cotidiana con las interfaces modernas.
Cabe destacar otro proyecto pionero vinculado a interfaces y mapas gestado en los años 70: Aspen Movie Map, el cual permitía a las personas explorar e interactuar virtualmente la ciudad de Aspen, Colorado, mediante fotografías y videos panorámicos en 3D. Este concepto visionario sentó las bases para nuestra relación contemporánea con el uso de mapas, donde la exploración del mundo a través de la pantalla se ha vuelto tan familiar como dar un paseo.
La semilla plantada por Aspen Movie Map ha germinado en una herramienta omnipresente que redefine la forma en que concebimos y navegamos por el espacio, fusionando de manera única la información geográfica con la experiencia del usuario y, nuevamente, adelantándose a Google Maps casi 30 años.
¿Dónde estamos?
En la era actual, estamos presenciando una explosión de datos que ha alcanzado proporciones exponenciales. Las empresas han despertado la importancia estratégica de los datos, reconociendo que no solo es la cantidad de datos lo que importa, sino cómo se utilizan.
Un ejemplo contemporáneo que ilustra esta revolución es Netflix. Esta plataforma de streaming ha trascendido la simple transmisión de contenido, convirtiéndose en un líder al utilizar datos de comportamiento de sus usuarios para personalizar la experiencia de visualización. A través de un análisis minucioso de los patrones de comportamiento de la comunidad espectadora, Netflix no solo anticipa las preferencias individuales, sino que también moldea activamente la oferta de contenido para ajustarse a cada persona de manera única. Este enfoque basado en datos no solo revoluciona la forma en que consumimos entretenimiento, sino que también subraya cómo las empresas contemporáneas están utilizando datos y comportamiento para ofrecer experiencias más personalizadas y satisfactorias.
En el vasto universo de datos en línea, la explotación de información se encuentra en constante evolución. En este proceso asociado al diseño exponencial de interfaces para mejorar la experiencia de los usuarios, el minimalismo resurge como una tendencia, eliminando distracciones y centrándose en la simplicidad.
La visualización de datos se ha vuelto un aspecto esencial para presentar y comprender tanta información de manera atractiva y digerible, situándonos en una época dominada por criterios de agilidad. Lo que no es simple y ágil, ya prácticamente no tiene cabida en el mundo de las redes sociales. Esto es un mensaje importante, muchas veces no considerado, para quienes desde la administración pública intentan generar puentes o canales para interactuar con la ciudadanía.
El sector privado ha llevado la usabilidad a límites aún desconocidos para el sector público. Los equipos de trabajo para el desarrollo de herramientas digitales (plataformas de pagos, de compras, de intercambio de información) ya no pueden ser concebidos sin especialistas en usabilidad. La especialización se profundiza, desde personas expertas que realizan investigación de las capacidades e incentivos de los usuarios hasta del diseño de interacción, asegurando una atención detallada a cómo se construyen las herramientas para tener un mayor impacto.
La interactividad con los usuarios, en efecto, ya ha evolucionado a controles por voz (Siri, Alexa y tantos otros), simplificando su experiencia. Un rasgo en común en este proceso es la reutilización de códigos y lenguajes de programación, aprovechando soluciones previamente elaboradas.
La visión en el sector privado, que aún no ha calado con la suficiente profundidad en el sector público, tiene como un tema prioritario la idea de reducir el tiempo que las soluciones tardan en llegar al mercado, trazando hojas de rutas que permitan desarrollos más rápidos, respuestas más ágiles y sobre la base de marcos flexibles de construcción de software.
La plataforma MapaInversiones impulsada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) fue construida con base en los principios y avances previamente mencionados. Esta plataforma, que apunta a mejorar la transparencia y eficiencia en el uso de los recursos públicos en América Latina y el Caribe, está planteada a partir de componentes y módulos reutilizables de software con el objetivo de adaptarse constantemente a las necesidades de diversos usuarios de esta información. Destacándose por su enfoque colaborativo, MapaInversiones integra datos actualizados directamente desde las fuentes gubernamentales; es decir es la misma fuente donde se gestionan los datos, las compras, contrataciones, y el presupuesto público. Con esto se apunta a mitigar el riesgo de que los datos quieran ser ajustados para mostrar lo que más me conviene. Este principio no solo apunta a brindar transparencia a la ciudadanía, sino que también es un incentivo para mejorar la calidad de los datos.
¿Hacia dónde vamos?
Una nueva era de soluciones basadas en inteligencia artificial
En el horizonte futuro de las interfaces, el lenguaje se presenta no solo como un medio para la comunicación, sino también como una herramienta fundamental para la programación y el diseño. Los avances en tecnologías de lenguaje natural, ejemplificados por GPT-3 y GPT-4, abren un camino en el cual la voz y el texto se convierten en herramientas clave para diseñar interacciones digitales. Estas herramientas permiten superar las barreras técnicas tradicionales, independientemente de la complejidad del back office o los algoritmos que respaldan estas soluciones digitales.
La capacidad de estos modelos para aprender en contexto y ser “programados” con ejemplos propicia el camino para una nueva era de interfaces, donde la programación se vuelve accesible a través de la expresión natural.
Así, la relevancia del idioma natural como “lenguaje de programación” puede liberar la creatividad y conceptualización de ideas sin restricciones técnicas, facilitando la vía hacia interfaces más intuitivas y accesibles. Un ejemplo son las aplicaciones que, a partir de explicarle con palabras simples una idea o un conjunto de preferencias, pueden crear un logo para una empresa o un mockup de una interfaz web.
Nos encontramos en un momento en el que la línea que separa el mundo físico del mundo digital se está desdibujando cada vez más, avanzando desde interfaces táctiles hacia una realidad donde convergen la realidad aumentada, la virtual y los mundos inmersivos.
Modelos predictivos
Los modelos predictivos no solo interpretan nuestras preferencias, sino que anticipan nuestras necesidades, ofreciendo una comprensión más profunda de la demanda y del usuario. La madurez analítica se evidencia en la capacidad de no solo abordar el “qué ha pasado”, sino de explorar el por qué y las posibles acciones futuras. Aunque hemos iniciado este camino, aún no hemos desentrañado completamente el potencial real de los modelos predictivos.
Un ejemplo ilustrativo se puede apreciar en el comercio electrónico con empresas como Amazon. Al analizar datos de comportamiento de la clientela, como historiales de compras y navegación, una empresa puede prever acciones futuras. Aunque avanzamos en esta dirección, aún no hemos visto en potencial real de los modelos predictivos, ya que es una tendencia que está creciendo exponencialmente.
Ética en la construcción de soluciones digitales
En el dinámico mundo de las soluciones digitales, la capacidad de predecir comportamientos mediante algoritmos que influyen en nuestras decisiones plantea importantes dilemas éticos. A medida que avanzamos hacia interfaces más allá de las táctiles, los debates sobre la ética en el uso de estas tecnologías emergentes se intensifican. ¿Hasta qué punto deben anticipar nuestras acciones y guiar nuestras elecciones?
La construcción ética de soluciones digitales implica la responsabilidad de garantizar el respeto de límites éticos. Los debates sobre privacidad, manipulación de la conducta y toma de decisiones automatizada son cruciales y darán forma al futuro de la interacción digital. En este contexto, los países continuarán trabajando intensamente en establecer límites éticos en estas innovaciones a través de indicadores, buscando un equilibrio entre la utilidad de las predicciones y la protección de los derechos individuales. Esto es especialmente importante, ya que la formación del comportamiento puede afectar no solo a lo que alguien compra en una plataforma de comercio electrónico, sino también a las preferencias electorales y a muchos otros aspectos fundamentales para el funcionamiento de los sistemas democráticos.
Leave a Reply