Mike Wazowski es un monstruo. Él fue a la universidad a estudiar las mejores técnicas para asustar a los niños. Es un asustador profesional. Mike pertenece a una organización llamada Monsters Inc., cuyo objetivo es generar energía para alimentar a su ciudad, Monstropolis.
Esta magistral película de Disney nos cuenta como esta organización lograba su objetivo asustando a los niños en sus casas y recogiendo la energía que el terror generaba. Pero un día, Mike y su amigo y colega Sulley, se dan cuenta que la risa de los niños genera 10 veces más energía que los gritos.
Meses más tarde, luego de varios conflictos, Sulley asume el liderazgo de la compañía y cambia la estrategia. Ahora los monstruos entran a los cuartos de los niños para hacerlos reír.
Las contralorías de la región tenían una estrategia similar a la de Monsters Inc. Para lograr su objetivo, tenían auditores, que al igual que Mike y Sulley, iban a las oficinas de los funcionarios buscando errores en la gestión y castigando a los culpables. La consecuencia era la misma: ¡terror!
Felizmente muchas de las contralorías de la región, al igual de Monsters Inc., se han dado cuenta de que esa estrategia es contraproducente. El terror genera parálisis en la burocracia y al final los perjudicados son los ciudadanos, que se ven sometidos a requisitos interminables e inexplicables para obtener algo de la administración pública. Esto más procesos administrativos engorrosos ayudan entender por qué algunos funcionarios necesitan 10 sellos en un papel antes de tomar una decisión.
El énfasis en la sanción genera rechazo a las actividades de las contralorías por parte de los burócratas. Ellos no solo dificultan el trabajo de la contraloría, sino que también encuentras mil maneras para no implementar sus recomendaciones. Es cada vez más claro que hace falta un cambio en la estrategia.
En el BID, hemos podido acompañar varios de esos procesos de cambio de las contralorías de la región. Nos hemos dado cuenta de que hay formas más potentes para lograr los objetivos de mejorar la eficiencia y efectividad en el uso de los recursos públicos que el miedo. Cada vez más, las contralorías buscan cambiar esa cara de “sancionador” a una de “colaborador de la gestión”; de “fiscalizador” a “asesor”.
El énfasis moderno es, sin duda, más y más positivo:
- Se destaca la mejora de las relaciones con las entidades, que resulta cada vez más evidente para todos que la confianza es una estrategia ganar/ganar,
- se busca automatizar los procesos de control para hacerlos más ágiles,
- tratan de desarrollar capacidades para realizar auditorías de gestión, que lo que buscan no es castigar sino encontrar oportunidades de mejora en la gestión y hacer recomendaciones para que los servicios públicos sean más eficientes y efectivos,
- hay un giro en el control interno, que busca prevenir e identificar riesgos que pueden afectar la gestión de una entidad pública,
- también se quiere capacitar más a los funcionarios públicos, pues se reconoce (ojo aquí un cambio importante), que la mayoría de los problemas encontrados en las auditorías es por errores o desconocimiento de cómo funciona “la cosa pública”, antes que por mala fe.
Sabemos que la tarea no es nada fácil y que siempre deberán existir mecanismos de control y sanción efectivos porque hay algunos que, simplemente, no se portan bien y hay que asustarlos. Pero también hemos aprendido con nuestras socias las contralorías que para ser efectivas, deben ser cada vez más parecidas al nuevo Monsters Inc.
Marco dice
Estimado Mauricio, donde esta el problema? es un problema de proceso o de estructura o ambos?; es muy peligroso creer en “…que la mayoría de los problemas encontrados en las auditorías es por errores o desconocimiento de cómo funciona “la cosa pública”, antes que por mala fe”. Te cuento lo que un Gerente “Capo” dice: “… antes los auditores mas atrevidos nos daban con palo, ahora nos ayudan a delinquir no los entiendo…” esa es la realidad estimado Mauricio. El problema es estructural y por ahí esta la solución.
Mauricio García dice
Gracias Marco por el comentario. Efectivamente, la corrupción es un problema con muchas causas y dimensiones y lo que puede hacer un auditor para controlarla tiene sus límites naturalmente. Tal como lo define la INSTOSAI, la función esencial de las contralorías es fomentar la obligación de rendir cuentas en el sector público, lo cual incluye el promover buenas prácticas de gestión económica financiera. Tradicionalmente las contralorías se enfocaban en las llamadas “auditorías de regularidad” que comprenden “la fiscalización de la probidad y corrección de las decisiones administrativas adoptadas en el seno de la entidad fiscalizada”. Ese énfasis en buscar “faltas de probidad” y en sancionar, en lugar de ayudar a encontrar mejores maneras de lograr los objetivos institucionales, generaba terror en los funcionarios públicos, tanto en los buenos (que en nuestra experiencia son la mayoría aunque a veces se equivoquen) como en los otros. Ese terror llevaba a la parálisis en los funcionarios públicos, lo que a su vez llevaba a que el Estado no cumpliera con su rol oportunamente, de ahí la necesidad de este cambio de enfoque. Nada de esto excluye, claro, que las inconductas funcionales sean perseguidas y sancionadas también oportunamente.
Jely Villar dice
Estimados amigos, es muy interesante el nuevo enfoque de control que deberían implementar las Contralorías, de ésta manera se estaría ahorrando mucho para el Estado, en términos económicos y de tiempo, el acompañamiento permanente desde el inicio permite identificar a tiempo los errores y corregirlos oportunamente, sin embargo los casos son diferentes en los Gobiernos Subnacionales sobre todo en aquellos del interior de un país donde los recursos son muy limitados y no cuentan con profesionales capacitados y menos con procedimientos sistematizados que te permitan agilizar y mejorar el trabajo, donde una sola persona tiene que atender muchos sistemas administrativos y sólo se cumple con lo más importante, realmente es de necesidad primordial capacitar al recuso humano y dotarlo de software. La Contraloría más cercana a la Institución pensando en mejorar y no una Contraloría que sólo busca identificar el error y sancionar.