La planificación del transporte urbano se ha desarrollado tradicionalmente sobre la base de modelos que definen la demanda a partir de la movilidad observada. Estos modelos expresan esa demanda a través de los volúmenes y características del tráfico vehicular, lo cual indican que en la planificación se debe minimizar las congestiones y acelerar los desplazamientos. Pero no todos los usuarios están llegando a donde quieren ir en un tiempo y costo razonable. Y no todos los destinos son igualmente accesibles. En este sentido, estos modelos dejan de lado un aspecto central de la movilidad urbana, que tiene que ver con las características de las personas y sus necesidades o preferencias cuando se desplazan.
El poder realizar una actividad –que satisfaga una necesidad o deseo– es en definitiva uno de los elementos que definen los niveles de bienestar de las personas y los hogares, determinando hasta cierto punto su capacidad para participar de la vida en sociedad. Los movimientos de las personas deben estar supeditados a dichas necesidades y es allí donde se debe centrar la pregunta sobre el desempeño de un sistema de movilidad.
El concepto de accesibilidad viene a complementar entonces el enfoque metodológico tradicional.
La accesibilidad trasciende la movilidad observada, es un concepto potencial que refiere a la capacidad de las personas para acceder a las actividades –que requieren algún tipo de desplazamiento– en las que necesitan o desean participar; por ejemplo, acceder a un trabajo, centro educativo, o zona turística. Esta capacidad potencial de accesibilidad surge de la interacción del transporte, la forma urbana y los aspectos individuales de hogares y personas, esto es, sus características y preferencias. Implementar la accesibilidad en el diseño de implementación de políticas públicas no solo busca cambiar la manera de como observamos los sistemas de transporte pero también busca promover la equidad y la sostenibilidad, cuyo centro son las personas y no solamente su movilidad.
Para conceptualizar y medir la capacidad potencial en la accesibilidad, esta llama a considerar varias dimensiones de forma simultánea, que individualmente adquieren diverso grado de protagonismo dependiendo de la persona, grupo social o territorio que se esté analizando y la cantidad de datos disponibles. En forma esquemática, la accesibilidad puede plantearse en término de cuatro componentes que interactúan entre ellos (van Wee 2016; K.T. Geurs y Ritsema van Eck 2001; Schwanen et al. 2015):
- uso del suelo, que refleja alguna medida relacionada a la distribución espacial de las oportunidades;
- sistema de transporte, que describe la pérdida de utilidad (e.g. tiempo de viaje) que perciben los individuos en sus movimientos;
- componente temporal, que refleja las restricciones temporales de los individuos o las oportunidades; y
- aspectos individuales, que representa diferentes aspectos específicos de los hogares o individuos –g. socioeconómicos–. La Figura 1 presenta la interacción especifica entre los componentes.
En términos conceptuales, la accesibilidad responde a la identificación de la combinación entre cada componente, lo cual demuestra si existen obstáculos que no permiten a los individuos acceder territorialmente a las oportunidades. Sin embargo, en términos empíricos implicaría disponibilidad de información que muchas veces no existe siquiera a niveles básicos.
Los tres principales enfoques instrumentales y metodológicos para la medición de la accesibilidad son los siguientes:
- medidas de separación espacial: fáciles de obtener y que miden principalmente el nivel de conectividad de una zona. Por ejemplo, un indicador podría ser el puntaje de accesibilidad de una zona hacia el resto de la ciudad;
- medidas basadas en actividades: son las más utilizadas en la literatura, intentan dar cuenta del potencial de oportunidades distribuidas en el espacio que un individuo puede alcanzar. Un indicador podría ser, por ejemplo, el tiempo mínimo al centro educativo más cercano; y
- medidas con restricciones espaciotemporales: son de mayor complejidad debido a que el análisis es realizado a nivel de individuo –a diferencia de nivel agregado–, permiten incorporar características de las personas. Un indicador de este tipo de medidas podría ser la cantidad de oportunidades alcanzables a lo largo del día, bajo condicionamientos espaciotemporales individuales y de características del servicio.
Dentro de los criterios de elección de un indicador de accesibilidad, quizás los más importantes para la planificación y toma de decisión sean la facilidad para su obtención e interpretación. Hasta el momento, en la literatura existen tres tipos de indicadores que son los utilizados con mayor frecuencia.
En América Latina y el Caribe no existe el uso de medidas de accesibilidad incorporadas sistemáticamente en sistemas de información.
Mas allá de la escasez en la región, existen varios estudios que abordan la temática para ciudades específicas como Buenos Aires, Sao Paulo, Santiago de Chile, Bogotá y Montevideo. Estos estudios presentan conclusiones que demuestran el potencial de incluir la dimensión de accesibilidad para el análisis de muchas problemáticas en la región.
Por ejemplo, un estudio sobre la relación entre accesibilidad territorial e informalidad laboral en Sao Paulo demuestra que para aquellos trabajadores que ganan menos de un salario mínimo, un mayor nivel de accesibilidad por transporte público a oportunidades de empleo se asocia a una menor probabilidad de pertenecer al sector informal.
Otros análisis presentan los cambios en la accesibilidad debido a nuevos avances residenciales, diferentes niveles de accesibilidad entre distintas zonas para acceder a oportunidades educativas, y hasta las implicancias que tienen los sistemas de transporte sobre la sostenibilidad de programas de vivienda social, entre otros.
El BID ha publicado recientemente un trabajo de revisión de literatura sobre el tema con el objetivo de generar insumos para discutir acerca de la relevancia del concepto de accesibilidad y los indicadores para su evaluación, en relación con el proceso de producción de conocimiento, planificación y toma de decisiones vinculadas a la movilidad urbana. Este documento se trata de una contribución BID para el acercamiento de la temática a los planificadores urbanos y de las políticas de transporte público. El trabajo ha sido desarrollado en forma conjunta con –y liderado por– reconocidos investigadores en la materia, pertenecientes al Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Católica del Uruguay (UCUDAL).
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