Por Mario González Flores
Si alguien te ofreciera dinero por mantener tus hijos en la escuela, ¿rechazarías la oferta? La respuesta parece bastante obvia “¡por supuesto que no!” Sin embargo, respuesta podría no ser tan simple para las familias más pobres y vulnerables.

Los programas de transferencias monetarias condicionadas (CCT) pagan dinero en efectivo a familias pobres con la condición de que sus hijos (siendo elegibles para el programa) se matriculen y vayan a la escuela regularmente (80% del tiempo requerido). La justificación para llevar a cabo este tipo de programas se basa en que muchas familias pobres no pueden pagar los costos de matrícula, los útiles escolares, ni los uniformes. Ni tampoco, pueden darse el lujo de dejar que uno de sus hijos deje de recibir un salario por enviarlo a la escuela. Simplemente es un lujo que estas familias no se pueden dar. En principio, entonces, proporcionar dinero en efectivo vinculándolo a los resultados escolares debería ayudar a superar estos dos obstáculos y derivar en un incremento de asistencia escolar. Sin embargo, el vínculo entre la provisión de una transferencia de dinero en efectivo y una mayor asistencia a la escuela no siempre se materializa.
En un estudio reciente mis colegas y yo utilizamos datos administrativos del programa urbano Oportunidades (recientemente renombrado PROSPERA) en México y encontramos que las familias pobres eligen un nivel inferior de educación para sus hijos. Incluso cuando se les ofrece una compensación económica por asistir a la escuela. Descubrimos que cada año escolar, la mitad de los beneficiarios “rechazan” los ingresos que les corresponderían por llevar a sus hijos a la escuela de manera regular. Esto plantea dos preguntas: ¿Por qué los hogares “rechazan” el dinero cuando son elegibles para recibirlo? y ¿Qué tipo de hogares son los que “rechazan” este dinero?
Para contestar estas preguntas, utilizamos una muestra estratificada representativa del programa Oportunidades que tuvo lugar en dos fases-2002 y 2004.
En general, encontramos que los hogares más pobres– definidos por un índice de pobreza utilizado por Oportunidades–tienen menos probabilidades de recibir el pago completo al que son elegibles.
También encontramos que los hogares cuentan con una menor probabilidad de recibir el pago completo si:
- Tienen una tasa de dependencia alta (los que tienen muchos niños y ancianos, pero pocos miembros en edad de trabajar);
- Están compuestos por familias numerosas;
- Tienen una mayor proporción de estudiantes que asisten a la secundaria y preparatoria, en comparación con la escuela primaria;
- El beneficiario principal (generalmente la madre) no tiene educación, es soltero y trabaja a tiempo completo.
Becas recibidas por quintiles
Estos resultados indican que la condicionalidad aplicada por el programa de asistir a la escuela al menos el 80% del tiempo funciona principalmente para los hogares menos pobres que están invirtiendo más en educación que los hogares más pobres. Creemos que esto podría ser debido en parte a que los hogares más pobres enfrentan más dificultades para invertir en la escolarización ya que los costos de oportunidad para los niños de mayor edad aumenta, es decir, que podría ser más beneficioso para los niños mayores buscar oportunidades de empleo en vez de asistir a la escuela y recibir la beca; mientras que al mismo tiempo los hogares más pobres con grandes tasas de dependencia y poca supervisión de un adulto imponen mayores exigencias a los niños mayores para ayudar en casa.
Concluimos que, incluso cuando se les proporciona los incentivos en efectivo destinados a inducir asistencia a la escuela, los hogares más pobres no lo hacen. Por supuesto, esto tiene implicaciones en cómo esta falta de asistencia a la escuela de manera regular afecta a la inversión a largo plazo en el capital humano.
Además, señalamos que en conjunto, el análisis sugiere que se debe tener muy en cuenta la composición del hogar en el diseño y la administración del programa. Como tal, se debe prestar especial atención a las familias más grandes, especialmente las más pobres, donde la presión de no asistir a la escuela puede ser mayor.
Acerca del autor
Mario González Flores es economista de evaluación Senior en la Oficina de Planificación Estratégica y Efectividad en el Desarrollo en el Banco Interamericano de Desarrollo, e instructor adjunto en la Escuela de Servicio Internacional de la American University en Washington, D.C.
Para obtener más información sobre los detalles de las condiciones del programa y el esquema de beneficios de Oportunidades, lea:
González-Flores, M., Heracleous, M., & Winters, P. (2012). Leaving the safety net: an analysis of dropouts in an urban conditional cash transfer program. World Development, 40(12), 2505-2521.
Leave a Reply